Ayer y Hoy

¿De qué se ríen los políticos?

  • Van de graciosos, se mueren de risa, cobran a fin de mes y abochornan a los buenos políticos

  • Pues ¡Viva la Pepa! Pero aquella de 1812 que, aunque andaluza de Cádiz, era más seria

Recogen las hemerotecas las estúpidas risotadas de aquel noviembre de 1994 en el debate del Parlamento andaluz para aprobar nada menos que los presupuestos de 1995, cuando entre risitas, con toda desvergüenza y poca educación el entonces presidente del Parlamento, el encorbatado bollullero Diego Valderas, que no había visto una corbata en su vida, suplicaba a los risueños: "zilenzio zeñorías", intentando poner orden, hasta que tuvo que decir en su gracioso andaluz de Bollullos "ze zuzpende la zezión".

Aquello fue un auténtico cachondeo nacional que debió abochornar a los buenos políticos que también los hay. Se reía el Valderas y los que intentaban intervenir ante el micrófono le hacían coro de risitas conteniendo la orina: se empezó riendo la socialista Hortensia Gutiérrez; y le seguía Juan Santaella del PP. Y no pasó nada, aunque imagino la vergüenza ajena de sus compañeros más responsables.

Creíamos que el Parlamento de Andalucía era una cosa seria; y vimos con asombro que no pasó nada porque argumentaban los políticos risueños que estaban cansados y muy estresados ¡pobrecillos!

Son muy políticos Son muy políticos

Son muy políticos / J. L. D.

Lo curioso es que no hubo despidos; en cualquier empresa los habrían despedido hasta sin finiquito. Yo no sabía que cuando los trabajadores llevan muchas horas en el tajo, cogiendo aceitunas o de cajeras en el Mercadona les da por reír, porque están cansados y muy estresados. Y es que estos políticos tan risueños e irresponsables, vergüenza del noble ejercicio de la política, o son tontos o nos toman por imbéciles o las dos cosas.

Ahora habrá alguno que, quitándome la razón, argumente que todos tenemos derecho a reír, faltaría más; dicen que es muy sano mantener en forma el sentido del humor. Lo que pasa es que hay risotadas que resultan inoportunas; hay momentos y momentos; y nunca mearse de risa en "sede parlamentaria".

Y aquella Andalucía "imparable" del 94 no estaba precisamente para risas; salvo para los listillos que mangonearon a mansalva con lo de la Expo del 92 que todavía están carcajeándose, sus hijos muy bien colocados y sus nietos en colegios de pago.

Se me cae la cara de vergüenza ajena cuando terminado el 'duelo dialéctico' sobre temas de importancia para los ciudadanos, caminan juntos al café o a la cervecita cogiditos de la mano o con el brazo sobre el hombro en plan colega de barrio.

Es que ni siquiera disimulan sus gestos de cachondeo cuando se acercan los afanados periodistas a entrevistar a los desgañitados oradores, cuando parecían defender sus argumentos con tanta pasión. Apartan con malos gestos los micrófonos del profesional interesado en llevar la noticia a sus lectores y siguen con las risas hasta el final del pasillo o hasta que le sirven la lubina en el bar de la esquina.

Parecía que el debate en la cámara iba en serio. Pues, no era verdad. Puro teatro, como cantaba La Lupe. Eran guiones aprendidos como en las representaciones de los Álvarez Quintero.

Y ahora veo que ocurre algo parecido en el Parlamento Catalán. Se mueren de risa en un descarado alarde de cinismo y desvergüenza y lo hacen con desparpajo en nuestras propias narices. Ya no les intimidan las leyes, ni la presencia de periodistas, ni el enfoque impertinente de las cámaras fotográficas. No pasa nada. Y encima los vuelven a votar toda esa patulea de ignorantes que se divierten más con los políticos tipo "morancos" que con los serios y responsables, que también los hay, porque parece que votar a gente seria es muy aburrido.

Pues que siga la fiesta a ritmo de sevillanas o sardanas, con castañuelas y dulzainas, amenizada por moranquitos, rufianes, puigdemones y rubianes. Y ¡Viva la Pepa! pero, aquella de 1812 que, aunque andaluza de Cádiz, era más seria.

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