Granada año a año
  • Las intensas lluvias del día 12 de septiembre causaron la muerte de dos niños de corta edad en Lancha de Cenes

  • Antonio Gallego Burín deja de ser alcalde para ser director general de Bellas Artes y le sustituye en el cargo Juan Ossorio Morales

1951: El año en el que reventó el Darro

Socavon que dejó el reventón del Darro en Puerta Real Socavon que dejó el reventón del Darro en Puerta Real

Socavon que dejó el reventón del Darro en Puerta Real / Torres Molina

Escrito por

Andrés Cárdenas

El final de aquel verano de 1951 se había presentado especialmente lluvioso y el día 12 de septiembre cayó agua en Granada como para llenar el pantano de Cubillas. La calle estaba casi desierta a causa de la intensa lluvia. De pronto, se oyó un estruendo que fue escuchado hasta en Deifontes. El embovedado del río Darro saltó hecho pedazos en tres partes diferentes, aunque la rotura más importantes estaba en Puerta Real. La prensa al día siguiente informaba de que había reventado todo el pavimento en una extensión de unos quinientos metros cuadrados y que la violencia había sido tal que las piedras de las obras de sillería, algunas de cientos de kilos de peso, fueron lanzadas al aire y arrastradas unos 500 metros. Todos los bajos de los edificios y establecimientos quedaron inundados en Acera del Darro y Carrera del Genil, e incluso en Recogidas y San Antón.

Las piedras que levantó el reventón pesaban varios centenares de kilos Las piedras que levantó el reventón pesaban varios centenares de kilos

Las piedras que levantó el reventón pesaban varios centenares de kilos / Torres Molina

La tormenta caída arrastró troncos, maleza y todo lo que pillaba por delante. Los troncos hicieron un tapón a la altura de Puerta Real y el tubo de hormigón que se había hecho unos quince años antes se resquebrajó por la presión del agua. Hay quien vio en aquello la venganza de un río que había sido cubierto. No ocurrió una verdadera catástrofe gracias al guardia de tráfico que cortó la circulación y avisó al percatarse de lo que iba a ocurrir. El adoquinado temblaba y eso no podía ser nada bueno. El guardia, que se llamaba Francisco Garzón Pertíñez, paró el tráfico y empezó a dar pitidos para alertar a la gente a que se retirara del Embovedado. El reventón causó cuantiosos daños a los negocios colindantes, empotró coches y se llevó locales enteros, como un bar que curiosamente se llamaba La Playa y que quedó convertido en eso, en una playa. Aquello costó al erario público un millón y medio de pesetas, dos días sin agua y más de un mes de obras. El único que salió ganando de aquella catástrofe fue el guardia municipal, al que condecoraron y le dieron mil pesetas de gratificación por su labor.

Pero en el entorno de Lancha de Cenes, el ímpetu de la riada sufrió adquirió caracteres de tragedia. Dos niños de cuatro y dos años murieron ahogados al quedar inundada su vivienda. La madre pudo salvar a uno de siete años, mientras que los otros dos mayores pudieron saltar por la ventana. También en el Barranco del Abogado se hundieron varias cuevas. Cuando las aguas volvieron a sus cauces, los granadinos creyeron haber vivido una pesadilla.

Relevo en el Ayuntamiento

En 1951 hay relevo en el Ayuntamiento de Granada y en la Universidad. Después de 13 años al frente del Consistorio, deja la alcaldía Antonio Gallego Burín, que lo nombran director general de Bellas Artes. En el haber de su labor se anota la puesta en marcha del Plan General de Ordenación Urbana, el alcantarillado y la red de agua potable, la apertura de la calle Ángel Ganivet, la desaparición del insalubre barrio de La Manigua y la reordenación de casi todas las plazas céntricas. Pero también tuvo sus detractores. Muchos años después, en 2020, el que fuera alcalde socialista Antonio Jara, escribirá sobre él: "Sabemos que Gallego Burín fue regeneracionista con Maura, regionalista con Cambó y falangista con Franco, pero… ¿fue un agitador intelectual en una nación dormida y en una Granada muerta? ¿Fue un ganivetanio rezagado? ¿Fue un teórico apasionado con una Granada idealizada? ¿Fue un gestor del reformismo urbano? ¿Estamos ante un erudito al servicio de la dictadura? Es posible que en la mayor parte de las respuestas posibles haya alguna, pequeña a grande, dosis de verdad".

Juan Ossorio, que sustituyó a Gallego Burín en la alcaldía de Granada, en un dibujo de Prieto Coussent Juan Ossorio, que sustituyó a Gallego Burín en la alcaldía de Granada, en un dibujo de Prieto Coussent

Juan Ossorio, que sustituyó a Gallego Burín en la alcaldía de Granada, en un dibujo de Prieto Coussent / G. H.

A Gallego Burín le sustituye en el cargo Juan Ossorio Morales, que había nacido en Manila pero que en Granada llegó a ser catedrático y decano de la Facultad de Derecho, presidente del Consejo de Administración de la Caja de Ahorros de Granada y vicepresidente del Centro Artístico. Pero es que ese año es nombrado rector el catedrático de Derecho Político Luis Sánchez Agesta, profesor de gran prestigio y maestro de varias generaciones de abogados. Sustituye en el puesto a Antonio Marín Ocete.

Luis Sánchez Agesta sustituyó a Marín Ocete en el rectorado de la Universidad Luis Sánchez Agesta sustituyó a Marín Ocete en el rectorado de la Universidad

Luis Sánchez Agesta sustituyó a Marín Ocete en el rectorado de la Universidad / G. H. (Granada)

El 21 de agosto se aprueba la concesión de 17 millones de pesetas para la construcción de un teleférico de Puerta Real a los albergues universitarios. Pasado el tiempo no se supo que pasó ni con el teleférico ni con los 17 millones. Cuando se habla de proyectos fallidos y perpetuos en Granada, siempre se habla del tren de Motril y del teleférico a Sierra Nevada. Pasarán las generaciones y estarán ahí.

En la década de los cincuenta había empezado la superación de los llamados años del hambre, pero aún había muchas necesidades que atender. Por eso en 1951 comienzan las llamadas Campañas de Navidad. Se trataba de recoger mantas y alimentos para familias que vivían en el umbral de la pobreza más absoluta. Se mantenía la cartilla de racionamiento para algunos productos como el aceite, que daban un cuarto de litro por persona a la semana y el arroz, a 200 gramos por persona. También era un tiempo abonado para que aparecieran vivales y desaprensivos. Ese año dos conocido almacenistas de la capital fueron detenidos "por elevación inmotivada y abusiva del precio de la patata". Surgieron por doquier los intermediarios, los que más ganaban entre el productor y el consumidor. Aunque esa práctica está aún vigente.

También fueron detenidas quince personas implicadas en una serie de robos de ganados en las localidades cercanas a la capital. El ganado robado, según decían los periódicos, eran trasladados en dos taxis a un matadero clandestino. Después era distribuidos en dos carnicerías cuyos propietarios igualmente fueron detenidos. A veces se ahorraban el sacrificio del animal porque afanaban también animales muertos. Durante un tiempo se puso de moda el consumo de carne de ballena, "escogida de los lomos del animal sin piel, huesos, ni nervios de ninguna clase", decía la publicidad al uso. Al menos las ballenas no se podían robar.

También es tiempo de ingenuos y de creer todo lo que dicen en tabernas y lavaderos, que es donde funcionaban los grupos de 'guasap' de entonces. Varias personas dijeron haber visto platillos volantes por el cielo. La noticia se dio por buena y cundió la inquietud entre la población, ¿nos estarían invadiendo los extraterrestres? Hasta que por la radio se dijo que los pretendidos platillos volantes eran globos de plástico lanzados para estudiar los rayos cósmicos.

Barras de bares para hombres y mujeres

Cuenta Juan Bustos que al comenzar la década la gente se citaba en bares de moda que empezaban a desplazar a los viejos cafés tradicionales. Los nuevos bares eran amplios recintos "de mesas con tapa de mármol, jarras con tapa de bakelita y camareros diligentes servilleta en mano". Los preferidos era Hollywood, en la Gran Vía, frente al Banco de España; Los Mariscos, Jandilla, Sevilla y, sobre todo, la Nueva Meyer, que tenía fama de tirar la mejor cerveza de toda Granada. En el Suizo, que ya empezaba a tener el encanto de los viejos cafés europeos cargados de tradición y espejos, se montó una barra solo para el público femenino. Le copió la idea otro bar llamado La Gran Taberna, frente a los Hospitalicos, pero si bien tuvieron éxito al principio, después se dieron cuenta de que era una mala idea, según venían los tiempos.

En el aspecto cultural y artístico, ese año se rueda en el Alhambra y en el Generalife la película Cita en Granada, hecha casi solo y exclusivamente para el lucimiento de Luis Mariano, que canta las canciones de su compositor habitual, Francis López. La dirige el austro húngaro Richard Portier. Ese año, el poeta Luis Rosales obtiene el Premio Nacional de Literatura. Rosales había publicado en el diario Patria en 1937 el poema La voz de los muertos, probablemente uno de los más importantes escritos durante la guerra civil, elegía a todas las víctimas de ambos bandos, en el que quedan fuera cualquier expresión de triunfalismo o exaltación. En el poema Rosales sabía lo que hablaba. Los republicanos le habían asesinado a su querido colega Joaquín Amigos (lo tiraron por el Tajo de Ronda) y los nacionales habían acabado con la vida de su amigo y mentor Federico García Lorca (que se había escondido en su casa antes de ser asesinado).

La gitana que fotografió Jean Dieuzaide La gitana que fotografió Jean Dieuzaide

La gitana que fotografió Jean Dieuzaide / G. H.

En junio de 1951, el mítico fotógrafo francés Jean Dieuzaide –que fotografió a Charles de Gaulle y a Salvador Dalí saliendo del mar con dos flores en sus bigotes– se subió en el tren de cremallera que iba a la Alhambra y después de visitar el monumento nazarí, se fue al Albaicín y el Sacromonte. Estaba paseando por allí cuando, de pronto, vio a una gitana joven y guapa dándole de mamar a su hijo. Se echó el visor de la cámara al ojo y ¡zas!, consiguió seguramente una de las fotos más bellas e inéditas que se hayan hecho en esta ciudad. La foto está en el Museo de Toulusse y la muchacha era la bailaora gitana Conchita Carajarapa, a la que se ve amamantando a su hijo. Conchita, que aún vive, ni se enteró de que la habían enfocado. Tampoco el fotógrafo sabía quién era aquella joven. Solo que le pareció una imagen digna de pasar a la posteridad. Hace dos años un artista coloreó la foto y la convirtió en un fenómeno viral. "El misterio del Sacromonte se esconde en esa fotografía de 1951", ha escrito el periodista José Enrique Cabrero.

Jean Dieuzaide ha pasado a la historia de la fotografía, pero nadie lo conocía en Granada. Al que todos los granadinos conocían era al fotógrafo del Paseo del Salón, el retratista callejero más popular de la capital de la Alhambra. Todos los días, se ponía su babi de crudillo, anclaba su cámara en pleno paseo, se tapaba la cabeza con un paño negro y enfocaba a niños, niñeras, parejas de novios, soldados que salían del permiso y todo el personal endomingado que quería dejar constancia de parte de su vida en una foto.

Fray Luis de Granada, de Pablo Loyzaga, en su primitivo emplazamiento en la plaza Bibrrambla Fray Luis de Granada, de Pablo Loyzaga, en su primitivo emplazamiento en la plaza Bibrrambla

Fray Luis de Granada, de Pablo Loyzaga, en su primitivo emplazamiento en la plaza Bibrrambla / García Noguerol

En 1951 fallece Pablo de Loyzaga, gran escultor y hombre generoso que trabajaba en el negociado de Beneficencia del Ayuntamiento de Granada y que lo tuvieron que cambiar porque se explayaba demasiado a la hora de ayudar a los demás. Seguro que muchos de ustedes conocen la estatua de Fray Luis de Granada que está en la plaza de Santo Domingo y que antes estaba en la plaza Bibrrambla. Pues es obra de Pablo Loyzaga.

Los toros siguen siendo uno de los entretenimientos de los granadinos de los años cincuenta. Todavía no hay televisión y los aficionados esperan todos los años a las fiestas del Corpus para ver torear a las figuras del momento. Ese año de 1951 torean en Granada Cagancho, Gitanillo de Triana y Gallito. Todo el mundo quería ver a Cagancho, que la había liado en Almagro al negarse a matar un toro. Él y su cuadrilla fueron detenidos en la ciudad manchega y el escándalo fue monumental. Desde entonces se dice eso de "quedar como Cagancho en Almagro" cuando alguien queda fatal.

Como Cagancho en Almagro quedó el Granada en la temporada 1951-52. Estuvimos a punto de bajar a Tercera. Aquel fue un año difícil porque se produjo la dimisión del presidente Joaquín Serrano. Lo sustituyó Manuel López Font, que solo está tres días en el cargo, cuando se dio cuenta de las dificultades que había que superar. Joaquín Serrano decidió volver a hacerse cargo del equipo, pero en enero dimitió de manera irrevocable. El Granada CF era una patata caliente que nadie quería tener entre sus manos. La plantilla debilitada por la marcha de jugadores importantes en el año anterior, primero bajo las órdenes de Cholín, y después de Espada, realizó una temporada mala y siempre bajo la sombra del descenso. Esa temporada iba a descender, pero la Federación hizo una reestructuración de equipos y le permitió seguir en Segunda. Un desastre.

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