Investigación

Análisis de un fenómeno singular en Granada: "Desde 2016 detectamos calimas más intensas"

  • Investigadores ya han recogido muestras de polvo del Sahara para realizar un análisis químico de estas partículas

  • "Ha sido tan sumamente intenso que los instrumentos se han saturado"

  • Además de minerales, también hay componentes biológicos que viajan en las nubes de arena

Calima sobre la Alhambra.

Calima sobre la Alhambra. / Antonio L. Juárez / PS

La calima y las lluvias de barro no son fenómenos excepcionales en estas latitudes. La proximidad al continente africano hace que, efectivamente, nubes de polvo mineral lleguen hasta la provincia. Lo que resulta más llamativo es la intensidad con la que este fenómeno se ha dado en marzo. Los episodios del los días 15, 16 y 17 y el del 24 y 25 de este mes resultaron destacables por la cantidad de partículas en la atmósfera y la escasa visibilidad.

El catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Granada Lucas Alados Arboledas explica que habitualmente "asociamos las calimas a fenómenos estacionales". Así, son más frecuentes en los meses de verano. Como también explica el responsable en Andalucía de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Luis Fernando López Cotín, para que registren intrusiones de polvo mineral desde el Sahara es necesario que haya tormentas en el desierto que levanten ese polvo y una situación de borrasca que ejerza de cinta transportadora de ese polvo. Si a ese viaje se le une que, a causa de la borrasca se dan precipitaciones, las partículas caen y se produce la lluvia de barro o lluvia de sangre que ha cubierto acerados, patios, jardines, techos y fachadas y obligado a recurrir unos a las hidrolimpiadoras, otros, más tradicionales, a la bayeta.

"Desde los años 2016 y 2017 hemos notado que se dan en otros meses, en febrero", indica Alados Arboledas sobre este fenómeno, que ha tenido Granada de ocre. La intensidad de este fenómeno se ha dejado sentir también en la instrumentación científica que se emplea en el Instituto Interuniversitario de Investigación Del Sistema Tierra en Andalucía (IISTA), del que Alados es director. "Ha sido tan sumamente intenso que los instrumentos se han saturado". Los científicos completaran el análisis de este fenómeno con lo recogido por los satélites. Ya se han recogido muestras para analizar la composición química de las partículas. 

El hecho de que lloviera en estos dos episodios de calima ha hecho que el rastro de la misma se hiciera más evidente. Otra de las particularidades de este fenómeno repetido en marzo es que, explica Alados, "este evento ha entrado a nivel de superficie". Habitualmente el polvo viaja a dos o tres kilómetros de la superficie. En el caso de Granada, parte de ese polvo queda retenido en la depresión del Genil y propicia que la ciudad y su Área Metropolitana tenga uno altos niveles, de forma recurrente, de partículas en suspensión y una mala calidad del aire. A esto también contribuyen otras causas antrópicas, como el tráfico.

"La combinación de altas presiones en África y la borrasca en el golfo de Cádiz ha hecho que los vientos llegaran a la fachada levantina", explica el investigador. Una vez allí, el viento propició el desplazamiento del polvo mineral hacia el oeste. Una vez encima de las cabezas de los granadinos, la lluvia hizo que se precipitara. "Las partículas se depositan sin necesidad de lluvia", añade Alados. En este caso se denomina deposición seca. "En esta ocasión ha sido muy llamativa la lluvia", que ha llevado el material desértico a la superficie de coches, terrazas y cristaleras.

¿Vendrán más? "En principio, en previsiones dentro del procese de cambio climático, se prevé que puedan ser más recurrentes", indica Alados, que señala que en Chad una zona con una superficie húmeda ahora se ha desertificado. Si se dan los patrones de viento de estas semanas, "nos encontraremos con estos eventos".

No sólo barro

Además de polvo, en la calima hay más elementos de interés. Investigadores de la Universidad de Granada (UGR) hicieron público en 2020 que algunos microorganismos, como las bacterias, pueden viajar de un continente a otro ‘escondidas’ en el polvo atmosférico. Los científicos, pertenecientes a los departamentos de Edafología-Química Agrícola y Física Aplicada y al Centro de Instrumentación Científica de la UGR, descifraron por primera vez el enigma del transporte intercontinental de microorganismos a través de los iberulitos (unas partículas atmosféricas gigantes y potencialmente inhalables por el ser humano) y del polvo atmosférico.

Los iberulitos fueron descubiertos en 2008 por investigadores del departamento de Edafología y Química Agrícola de la UGR y del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA). La NASA recogió el descubrimiento y lo hizo público en su página web en octubre de ese mismo año. Los investigadores analizaron el polvo atmosférico depositado en la ciudad de Granada, el cual es heterogéneo y está dominado por minerales de la arcilla, cuarzo y carbonatos, y en menor medida, óxidos de hierro. Además de este componente mineral, en este polvo aparece un componente biológico: bacterias, diatomeas, organismos plantónicos e incluso brocosomas (corpúsculos exudados por insectos como los saltamontes). La procedencia del polvo es del desierto del Sahara, norte-noreste de África y de suelos locales/regionales. Las interacciones en la atmosfera de estos dos componentes con las nubes, darán origen a los iberulitos (bioagregados poliminerálicos).

Según explicó uno de los autores de este trabajo, Alberto Molinero García, investigador del departamento de Edafología y Química Agrícola de la UGR, “en el iberulito las bacterias pueden sobrevivir, al encontrar un medio nutritivo, un microhabitat rico en nutrientes y protegerse de la radiación ultravioleta. Esto se demuestra por los exudados poliméricos bacterianos que, a modo de moco mucilaginoso, hacen de ‘pegamento’ entre las partículas minerales, impidiendo su desagregación y aumentando su resistencia a la fragilidad y a los fenómenos turbulentos en la atmósfera", recogió la UGR en un comunicado cuando se dio a conocer el descubrimiento.

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