Granada suspende en calidad de vida

Que alguien haga la prueba. Que le pregunte a un español que haya viajado por gran parte de la geografía nacional cuáles son sus destinos favoritos, cuáles son las ciudades a las que volvería una y otra vez sin pensárselo. Granada, con casi toda seguridad, aparecería de forma repetida en las respuestas de muchos de los encuestados. De hecho, desde hace años la ciudad es miembro de pleno derecho del 'Top ten' de destinos turísticos nacionales. Sin embargo, las cosas cambian si se reformula la pregunta y, sobre todo, si se cambia el encuestado. Porque otra cosa no, pero a los granadinos no se les puede acusar de chovinistas.

Según una encuesta realizada por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), Granada no aprueba en calidad de vida. Los propios granadinos aseguran mayoritariamente que la ciudad no es un buen sitio para vivir, arrojándola al puesto número 12 de las localidades españolas con la peor calidad de vida. ¿A qué se debe este desfase entre lo que opinan los que llegan de fuera y lo que piensan los ciudadanos? Pues a que los residentes, por mucho que estén encantados con el patrimonio granadino o la oferta de ocio y restauración, se fijan en otras cosas. En este caso, la encuesta de la OCU ha sido elaborada a partir de aquellos criterios "que condicionan la vida urbana": empleo y mercado laboral, atención sanitaria, educación, transporte y movilidad, seguridad ciudadana, situación de la vivienda, contaminación, oferta cultural y deportiva, nivel de democracia (analizado en función de la transparencia de la administración) y paisaje urbano.

Y donde Granada se lleva peor nota es en el apartado de perspectivas laborales y en movilidad y transporte urbano. Según la OCU, la ciudad sólo destaca positivamente en cuanto a la oferta educativa, ocupando el quinto puesto de un ranking que valora principalmente la posibilidad de cursar estudios sin necesidad de abandonar la ciudad de residencia.

En el conjunto nacional, hay quince ciudades que suspenden en calidad de vida según sus propios ciudadanos. El ranking (de peor a mejor) lo lidera Las Palmas, seguida de Palma de Mallorca, Badalona, Alicante, Sevilla, Santa Cruz de Tenerife, Málaga, Valencia, Madrid, Murcia, Hospitalet, Granada, Vigo, Barcelona y Cartagena.

Sólo 15 ciudades españolas aprueban, aunque la mayoría raspadas. Las diez mejores localidades para vivir son, por este orden, Pamplona, Vitoria, Gijón, Bilbao, Logroño, Albacete, Oviedo, Valladolid, Santander y Badajoz, seguidas de La Coruña, Zaragoza, Terrasa, Córdoba y Elche.

Pero ni siquiera estas quince ciudades se llevan buenas notas. Pamplona, donde la sanidad y la educación explican en buena manera su liderazgo nacional, apenas consigue 62 puntos sobre 100; y sólo las siete primeras ciudades del ranking se cuelan en el 'Top 50' de las 124 ciudades (incluyendo las de España, Bélgica, Italia, Portugal y Brasil) analizadas por la OCU en su estudio global.

"En España no se vive bien y vamos a peor". Esta es la conclusión principal del informe de la Organización de Consumidores y Usuarios, que destaca que ninguna ciudad española se aproxima ni tan siquiera al notable y que el mapa resulta "extremadamente desigual", lo que indica que "se vive mejor en el norte que en el sur".

Desde la OCU explican que, en plena crisis, lo que convierte a una ciudad en un buen sitio para vivir es que haya trabajo. A la pregunta "¿qué es lo que más te preocupa en la vida?", la mayoría de los españoles que participaron en la encuesta no tienen dudas: el desempleo. Y claro, con esta premisa difícilmente Granada, una de las ciudades con mayor tasa de paro en toda España, iba a salir bien parada.

Las prioridades de los españoles para valorar la calidad de vida en sus localidades se completan con el sistema sanitario, el transporte y la movilidad, la educación y la seguridad ciudadana, requisitos imprescindibles para dar una buena puntuación a su ciudad.

El estudio de la OCU asegura además que en España ahora se vive peor que hace cinco años. A nivel general, el 35% de los españoles piensa que su calidad de vida ha empeorado.