Historias de Granada
  • Conrada Muñoz murió al abrir una carta bomba enviada a su hijo, fue la primera víctima mortal de ETA en Granada

  • Al fiscal Luis Portero le descerrajaron dos tiros en la cabeza cuando esperaba el ascensor para subir a su piso

Cuando las pezuñas de ETA provocaron sangre en Granada

Manifestación en contra del terrorismo tras la muerte de Luis Portero. Manifestación en contra del terrorismo tras la muerte de Luis Portero.

Manifestación en contra del terrorismo tras la muerte de Luis Portero.

EN 2010 me mandó el periódico en el que trabajaba a Madrid a cubrir el juicio de los etarras que habían acabado con la vida del fiscal Luis Portero. Fue en la Audiencia Nacional. Han pasado más de diez años y aún recuerdo la actitud chulesca de los etarras, sus miradas desafiantes y su negativa a contestar pregunta alguna. Estaban detrás de una mampara de cristal. Se llamaban Iragi Gurrutxaga e Igor Solana Matarrán, apellido éste último que le venía al etarra como anillo al dedo. No dijeron ni una palabra durante el juicio en el que se dejó probado que el día 9 de octubre de 2000 habían matado a sangre fría al fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía Luis Portero García cuando entraba en su casa. Es más, sus rostros creí notar que mostraban la repugnante satisfacción de una misión cumplida. De vez en cuando miraban de reojo para atrás, hacia donde estaba el público, con descaro y desvergüenza, quizás buscando alguna mirada cómplice. El juicio duró cuatro días y me recuerdo en la habitación del hotel dándole a la tecla con esa rabia contenida del que le es difícil olvidar el desprecio que se puede sentir hacia una persona.

No era la primera vez que escribía con rabia sobre los asesinatos de ETA. En septiembre de 1982 me envió Melchor Sáiz-Pardo a Alamedilla a hacer una entrevista a los padres de Miguel Hernández Espígares, un joven guardia civil que había sido asesinado dos años antes por la banda terrorista. A él y a tres compañeros más los etarras los mataron a tiros mientras comían en un restaurante de la localidad guipuzcoana de Marquina. Recuerdo aquella mujer pequeña y enlutada que me recibió y que no paró de llorar en todo el delicado interrogatorio a la que la sometí. Miguel tenía 23 años y toda la vida por delante. La mujer me dijo que tuvo un mal presentimiento cuando su hijo vino un día a decirle que lo habían destinado al País Vasco.

Estado en el que quedó la furgoneta en la que viajaba Domingo Puente. Estado en el que quedó la furgoneta en la que viajaba Domingo Puente.

Estado en el que quedó la furgoneta en la que viajaba Domingo Puente. / Juan Ortiz (Granada)

Eran aquellos tiempos en que muchos jóvenes andaluces recién salidos de la academia de la Benemérita eran destinados al lugar por donde operaba con más soltura la banda terrorista. Y donde perdían la vida muchos de ellos. Recuerdo el macabro chiste que se había sido acuñado por el vulgo: "¿Cuál es el río más largo de España? El Guardiacivil porque nace en el sur y muere en el norte". "Él quería dejar el campo y hacerse guardia civil. Estaba muy ilusionado", me decía aquella madre con la congoja instalada en la garganta. Me contó que se enteró de la muerte de su hijo por la televisión, cuando dio la noticia de que cuatro guardias civiles habían sido ametrallados por ETA. "Enseguida supe que uno era mi hijo. Me dio un vuelco el corazón. Desde entonces no veo la televisión", me señaló aquella madre curtida por el dolor. "Dos años de derramar lágrimas son muchas lágrimas", me dijo el padre. De los detalles de la muerte de su hijo no sabían o no querían saber nada. Sólo que había ido a comer con otros tres compañeros y que entraron al restaurante tres personas con metralletas y las liaron a tiros con ellos. No les dio tiempo nada más que a morir.

La carta bomba

Por aquellos primeros años de democracia los granadinos pensábamos que el terrorismo golpeaba en otros sitios: en el País Vasco, en Madrid, en Barcelona… Supimos que su maldad no tenía fronteras ni límites cuando atentó contra un funcionario de prisiones granadino destinado a Las Palmas de Gran Canarias. El funcionario, Dionisio Bolívar, tenía su vivienda personal en Montillana. Hasta allí fue enviada una carta bomba a su nombre. La madre de Dionisio tenía el permiso de su hijo de abrir la correspondencia que le llegara por si era algo urgente que resolver. Se llamaba Conrada Muñoz Herrera y murió en el acto al abrir la macabra carta.

Conrada Muñoz murió al abrir una carta bomba destinada a su hijo. Conrada Muñoz murió al abrir una carta bomba destinada a su hijo.

Conrada Muñoz murió al abrir una carta bomba destinada a su hijo.

Fue el once de agosto de 1989. También fueron heridos el hermano del funcionario de prisiones y una sobrina que estaba en el pueblo pasando unos días. En los funerales celebrados en la citada localidad granadina estuvieron los ministros de Interior y Justicia, José Luis Corcuera y Enrique Múgica respectivamente. También todo el pueblo. Algunas voces increparon a los ministros. Eran voces de rabia y de desconsuelo. Fue el tiempo en el que también ETA puso en su punto de mira a los funcionarios de prisiones, lo que nunca se supo es el por qué los terroristas habían elegido a uno que había nacido en Montillana.

Conrada fue, por tanto, la primera víctima de los etarras en la provincia de Granada. Víctima tan inocente como el peluquero de la Base Área de Armilla, Domingo Puente, que perdió la vida al hacer explosionar ETA un coche al paso de una furgoneta con trabajadores de la citada base aérea.

Fue el 10 de febrero de 1997. Yo vivía por entonces en el Parque de las Infantas y la explosión se había producido en la zona del Jardín de la Reina, a unos doscientos o trescientos metros de mi piso. Me acuerdo perfectamente. Eran las siete y cuatro de la mañana y todavía de noche. Estaba aún con la típica soñarrera mañanera cuando oí la tremenda explosión. En un momento creí que el ruido lo había provocado alguna bombona o algo parecido, pero nunca podía imaginar que hubiera sido un atentado.

De todas maneras, mi condición y curiosidad de periodista hizo que me vistiera rápidamente y que saliera a la calle a ver qué había pasado. Cerca de la rotonda presidida ahora por un helicóptero, un vecino había pasado por el lugar de los hechos y se había enterado: "Por lo visto ha sido un atentado terrorista", me dijo.

La cercanía de mi casa con el lugar del atentado hizo que fuera el primer periodista en llegar. Todavía todo era muy confuso y los pocos transeúntes que pasaban por allí a esa hora estaban tan extrañados y confundidos como yo. Había una furgoneta blanca en el suelo totalmente destrozada y humeante y un revoltijo de hierros de otro coche. También las fachadas de varios edificios se encontraban muy afectados por la brutal explosión. Por supuesto lo primero que hice fue llamar al periódico para decir lo que había pasado y pedir que localizaran al menos dos fotógrafos, porque el tema lo requería. No habían pasado diez minutos cuando vi a alguien echando fotografías con flash incluido. Era Orfer, el fotógrafo del periódico. Él vivía también muy cerca, en la Avenida de Barcelona, y había acudido con su cámara a ver lo que había pasado.

Dos trabajadores de una funeraria trasladan el cuerpo de Domingo Puente. Dos trabajadores de una funeraria trasladan el cuerpo de Domingo Puente.

Dos trabajadores de una funeraria trasladan el cuerpo de Domingo Puente. / Juan Ortiz (Granada)

Lo que había pasado ni más ni menos es que ETA había puesto un coche bomba para que explosionara cuando pasara por allí la furgoneta con personal civil y militar de la Base Área de Armilla. La furgoneta estaba camuflada, pero eso los terroristas lo sabían. Lo mismo que sabían que era un blanco fácil porque todos los días pasaba por ese lugar a la misma hora. Domingo Puente murió en el acto, pero quedaron herido graves dos empleados civiles de la base. Uno de ellos llegó a perder un ojo. Otras 17 personas también se encontraban heridas de distinta consideración. Alguien me dijo que el acelerón que dio el conductor de la furgoneta para no pillar el semáforo en rojo evitó una catástrofe mayor. Domingo Puente tenía 52 años y tres hijos en la edad de la adolescencia y primera juventud. Era natural de Güéjar Sierra, pueblo en el que tiene calle y en el que de vez en cuando le dan un homenaje.

El fiscal

Aunque el asesinato más cruel e inhumano (si es posible clasificar las muertes violentas) lo sufrió el 9 de octubre de 2000 el fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía Luis Portero García: dos pistoleros de ETA le pusieron una pistola a menos de diez centímetros del rostro y dispararon a sangre fría. Fue en el portal de su vivienda de la calle Rector Marín Ocete. Los terroristas habían logrado entrar en el edificio muy poco antes tras hacerse pasar por miembros de una ONG que iban a hacer una cuestación contra el cáncer. Semiocultos junto al ascensor del inmueble, los activistas pudieron ver cómo Portero se bajaba de su coche oficial y se despedía del conductor y de otro fiscal que le había acompañado. Habitualmente llevaba escolta, pero sólo la utilizaba por la mañana. Eran las dos y veinte cuando sucedió el atentado. Luis Portero estaba esperando el ascensor cuando los dos tipos se le acercaron y le desencajaron un tiro el cráneo y el cuello que le dejó clínicamente muerto. El fiscal estaba todavía con vida cuando fue atendido por los servicios de emergencia. Inmediatamente sufrió una parada cardiorrespiratoria de la que los facultativos pudieron sacarle. Así, el fiscal llegó con vida al Hospital de Traumatología de Granada, al que fue trasladado por una UVI móvil. Pero a las siete de la tarde, falleció.

Luis Portero, de 59 y con cuatro hijos, fue el segundo el segundo fiscal asesinado por ETA tras Carmen Ruiz Tagle, abatida a tiros el 12 de septiembre de 1989. En Granada se convocó una manifestación contra el terrorismo a la que asistieron miles de ciudadanos.

La viuda del fiscal jefe, Rosario de la Torre, descubre el retrato de Luis Portero , que preside la biblioteca del TSJA La viuda del fiscal  jefe, Rosario de la Torre, descubre el retrato de Luis  Portero , que preside la biblioteca del TSJA

La viuda del fiscal jefe, Rosario de la Torre, descubre el retrato de Luis Portero , que preside la biblioteca del TSJA / (Granada)

El juicio contra los etarras que mataron a Portero al que asistí en Madrid se celebró diez años después. La imagen chulesca y desafiante de los terroristas es algo que no olvidaré jamás. Todas las pruebas los delataban y no había lugar a la confusión. Varios vecinos que declararon habían visto a los asesinos merodear por el inmueble e incluso salir huyendo después del atentado. Fueron condenados a 54 años de prisión y uno de ellos, el Matarrán, ya está en una cárcel del País Vasco.

Después de aquellas crónicas del juicio hice amistad con los dos hijos varones de Portero, Luis y Daniel, con los que me encontraba todos los días en la sala. Sus declaraciones y sus comentarios sobre el desarrollo de la vista me servían como apoyo a mis crónicas. Ya para entonces habían creado una fundación con el nombre de su padre para promocionar el trasplante de órganos. Poco después, su esposa, Rosario de la Torre, una mujer del que me impresionó su entereza y su personalidad, me concedió una entrevista en la que me decía que ella podía perdonar, pero no olvidar. "Una cosa es perdonar y otra olvidar. Lo normal sería que te pidieran perdón. Tú puedes perdonar el hecho en sí, pero no perdonar a la persona si ella no te pide perdón", fueron más o menos sus palabras. Evidentemente los etarras no estaban para pedir perdón.

Cuando ETA anunció su disolución en 2018 había matado a casi un millar de personas. Además de los citados, otros quince granadinos que trabajaban como guardias civiles o policías nacionales en varios puntos de España, perdieron la vida en atentados de ETA. Ocurrió por ejemplo con el inspector de Policía José Manuel Baena Martín, asesinado en 1978 en Pamplona durante un tiroteo; Pedro Sánchez Marfil, muerto en un atentado en Azpeitia en 1979 o del citado Miguel Hernández Espigares, que murió en 1980 tras ser disparado en un restaurante en Marquina.

Jueces del TSJA portan el féretro con el cadáver de Luis Portero. Jueces del TSJA portan el féretro con el cadáver de Luis Portero.

Jueces del TSJA portan el féretro con el cadáver de Luis Portero. / (Granada)

En esta lista se incluyen también Arturo López Hernández (La Zubia), cuando era guardia civil en Guipúzcoa; José Ángel Requena Duarte (Pinos Puente) al ser acribillado en Leganés; Miguel Ángel de la Higuera (Alfacar), mientras era Guardia Civil en Madrid; y Rafael Leiva Loro (Atarfe), policía nacional asesinado en Madrid. También perdieron la vida a manos de la banda armada los granadinos Alberto Lisardo Ramos, Juan Maldonado Moreno, Enrique Casas Vila, Manuel Jódar Caballero, Juan José Escudero Ruiz, Fabio Moreno Asla, Miguel Miranda Puente y Jesús Escudero García.

A todos ellos ETA le arrebató sus vidas a base de tiros y de bombas. La banda terrorista ya se ha disuelto, pero ha dejado en muchos granadinos el poso de una desagradable pesadilla. .

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios