Juicio contra Spiriman

"Todo por ti, Jesús", mucho más que un juicio

  • Una romería de adeptos bajo un sol de justicia, dos 'archienemigos' cara a cara separados por un plasma y una abogada que ya amenaza con irse a Estrasburgo

La sala de vistas de la primera planta de la sede judicial de la Caleta y los aledaños del edifico en Granada se convirtieron ayer en un nuevo espectáculo mediático de Jesús Candel, el médico granadino que se presenta en las redes sociales como Spiriman y que es el líder de miles de personas indignadas contra el funcionamiento del sistema sanitario andaluz. El primer juicio al que se enfrenta el facultativo, por supuestas injurias a la expresidenta andaluza Susana Díaz, fue mucho más allá de lo que suele dar de sí un mero acto judicial. 

Tanto fuera como dentro de la sala que presidía el juez Sergio Romero Cobo (titular de Penal 6), las consignas que Spiriman ha difundido por redes sociales o en actos multitudinarios durante los últimos años resucitaron y volvieron a enardecer a todos aquellos que, ataviados con camisetas de Justicia por la Sanidad y caretas de Candel, quisieron apoyar a su idolatrado líder. "Todos somos Jesús", seguido de un sentido "Todo por ti, Jesús", se oyó al fondo de la sala de vistas justo antes de uno de los recesos de la larga jornada de juicio. 

La sesión comenzó complicada para el médico, con el rechazo de todas las peticiones de nulidad planteadas por su defensa, un primer rifirrafe directo con el fiscal (al que acusó de mentir) y un juez que no aceptó las desviaciones del caso concreto que constantemente trató de introducir la abogada defensora, la Erin Brockovich de Candel (como él la califica), que en uno de los descansos, entre sus seguidores ya hablaba de llevar el caso a Estrasburgo (Tribunal de Derechos Humanos).

El juez también tuvo que llamar al orden a Spiriman para que dejara de hacer gestos de desaprobación e intervenir fuera de su turno de palabra. "No quiero que esto sea una guerra", advirtió el magistrado desde muy pronto a un acusado que durante su declaración judicial en fase de instrucción se había enfrentado directamente con la jueza, que tuvo que amenazar con detenerlo por su actitud. El Consejo General del Poder Judicial llegó a tratar aquel episodio (por una queja del acusado) y avaló la actuación de la magistrada, frente a la conducta de Spiriman. 

Así es que el juez Romero Cobo ya conocía de lo que era capaz este acusado en una sala de vistas y quiso mantenerlo calmado (a él y a su público) desde el primero momento. Pero Spiriman se mostró ayer más sentimental que indignado, con largos ratos en los que cerraba los ojos y mantenía la cabeza gacha.

El momento que se esperaba más tenso fue la declaración como testigo de Susana Díaz, porque aunque intervino desde Sevilla por videoconferencia, iba a ser el primer cara a cara directo en muchos años de enfrentamiento entre los archienemigos. Ante la primera respuesta de la expresidenta, que aseguró no conocer la causa que representa Candel, la sala se inundó de risas irónicas. Pero la firme advertencia del juez de desalojarlos si se volvía a repetir algo así fue suficiente para que el público se mordiera la lengua para el resto de la sesión. 

Díaz apeló al sentimiento de su hijo de 3 años y el de sus padres y resto de familia, por el "acoso" sufrido cada vez que Candel colgaba un vídeo en redes sociales llamándola "cabrona", "corrupta" o "hija de puta". El argumento central de Susana daría para un debate intenso: la línea roja de las críticas que un político tiene derecho a no sufrir. 

Justo después de las testificales, el plasma se centró en Candel, Spiriman en estado puro. Durante casi 3 horas, juez, fiscal, abogados, periodistas y público vieron y escucharon los 17 vídeos íntegros que el acusado subió a las redes sociales durante casi un año y en los que dedicó toda clase de insultos, tanto a Susana Díaz como al viceconsejero Martín Blanco y a otros políticos como el exalcalde de la ciudad, el socialista Paco Cuenca. 

La reproducción íntegra de los vídeos fue una concesión del juez para garantizar que el acusado no pueda alegar indefensión por haber sacado sus palabras de contexto. Así, durante media mañana todos pudieron rememorar episodios conocidos como las pintadas amenazantes que Candel encontró en la puerta de su casa con la foto de sus hijos (de las que acusó a Susana Díaz), la decisión de retirar pegatinas reivindicativas de su causa de todos los taxis de Granada o la denuncia por el "hacinamiento" del pacientes de cáncer en un hospital granadino. Todo ello entreverado con ese lenguaje que el propio Spiriman reconoció que era "soez".

Aunque el acusado niega que en sus palabras haya nada personal contra Susana Díaz u otros políticos insultados con duros adjetivos, era evidente la animadversión y la extrema confrontación. "Su madre será una santa, pero ella es una hija de puta", "panda de cabrones", "lameculos"... 

Pese a estar comedido, su famoso "Yeah" tampoco faltó, tanto al inicio de la sesión, cuando las cámaras grababan, como a la salida del edificio judicial, donde habló a los micros con más libertad que dentro y volvió a enardecer a un numeroso público que durante toda la mañana aguantó temperaturas de 40 grados para asistir a ese momento. La plaza de la Caleta estuvo durante horas llena de pancartas, caretas de Candel y globos cuyos portadores no dejaban de mirar sus móviles para seguir por los medios digitales todo lo que ocurría dentro de la sala de vistas en el día crucial para su 'hombre', el guía que prometió llevarlos hacia una sanidad digna. Justo a su espalda, en el hospital Virgen de las Nieves, médicos y pacientes seguían sus trabajos y tratamientos, ajenos al espectáculo del candelismo.

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