Málaga-Granada El eje de los años 80 del que nadie se acuerda
En 1986 los alcaldes Pedro Aparicio y Antonio Jara fraguaron una colaboración que permitió que las dos ciudades 'vendieran' en el mundo de forma conjunta su fortaleza cultural y turística
Olviden internet, las tablets, el gmail y las conexiones por skype y cambien la imagen por un cartel en papel en el que se ve un esquiador que sale de Sierra Nevada, hace escala en la Alhambra y desemboca con sus esquís en las playas de Málaga. Eran los años 80 y de esta guisa Granada y Málaga fraguaron una estrecha colaboración estratégica que permitiría a las dos ciudades unir su potencial y pasearse por medio mundo vendiendo las bondades culturales de la ciudad de la Alhambra y las aptitudes turísticas de la Costa del Sol.
1986. Treinta años antes del 'innovador' eje de desarrollo Sevilla-Málaga del que tanto se habla en los últimos meses, las dos ciudades hermanas ya habían germinado un modelo colaborativo capaz de atraer turistas hasta el sur de España. La idea fue capitaneada por el entonces alcalde de Málaga, Pedro Aparicio, y el de Granada, Antonio Jara (ambos socialistas) quienes fijaron el reto de convertirse en "un eje turístico y cultural único en Europa" según recoge la prensa de la época. El embrión de esta cooperación fue un sorteo de entradas para el mundial de baloncesto de Málaga que se llevó a cabo en el salón de plenos del Ayuntamiento de Granada. Aquel año el alcalde malagueño visitaba el Corpus de Granada y así comenzaba un proyecto participativo que llevaría a las dos ciudades hasta la World Travel Market de Londres, una de las mayores ferias de turismo del mundo.
"Han existido en otros años rivalidades entre Málaga y Granada que han podido ser buenas en su momento pero que hoy han de superarse y buscar el acercamiento mutuo", explicaba en mayo de 1986 el entonces alcalde de Granada, Antonio Jara, quien opinaba que las dos ciudades han estado siempre "separadas más por distancia psicológica que física".
Pedro Aparicio se expresaba así: "Málaga cada vez más siente como algo propio todo lo que sucede en Granada y esa unidad la constituye que 600.000 malagueños en hora y media de carretera se encuentran ni más ni menos que en Granada y su universalidad, fecundidad e historia", relataba el edil malagueño, y mencionaba "con orgullo" los datos de una encuesta realizada en el aeropuerto de Málaga entre una muestra de 3.600 visitantes de la ciudad en 1985. En dicha encuesta se preguntaba ¿qué es lo que más le ha gustado de su estancia? "y todos, después de hablar de las playas y los equipamientos turísticos, se refieren a la visita a la Alhambra como lo más hermoso de sus vacaciones".
Juan Luis Álvarez, concejal de Turismo en el Ayuntamiento de Granada en los años 80 recuerda que la firma del convenio se llevó a cabo en la Bobadilla como punto equidistante entre las dos ciudades. "Granada y la Costa del Sol son lo mismo para el mercado norteamericano y japonés. Somos muy localistas pero en cualquier otra latitud estos temas son obvios, había que aprovechar las 250.000 camas hoteleras de Málaga y su aeropuerto", argumenta Álvarez, quien recuerda que por aquel entonces la costa de Granada no contaba con camas hoteleras (apenas tenía unas 400) que pudieran competir con el desarrollo turístico que abrazaba la capital de la Costa del Sol. "Nosotros no teníamos una costa que se pudiera vender al mundo".
Y funcionó. El tandem andaluz llegó hasta Estados Unidos haciendo promoción. La ITME, que se celebra en Chicago, fue el primer certamen que acogió esta oferta conjunta. Empresarios granadinos y de la Costa del Sol se unieron con Turismo de Andalucía para ir juntos. "En realidad no somos competencia, somos complementarios. Un señor que va 15 días a Málaga o a Granada lo lógico es que visite más sitios. Tenemos que ser más universales", apunta Álvarez.
Junto a el, José Olea se encargaba en el Ayuntamiento de Granada por aquellos años 80 de la Economía. "Hoy parece que se ha inventado la pólvora pero esa idea de unión ya la pusimos en marcha unos cuantos hace 30 años. Luego, cuando las personas desaparecen y no tienen las mismas prioridades el proyecto cae", dice mientras reprocha a los políticos de la ciudad haber tenido intereses "muy cortoplacistas".
"En aquella época teníamos la clarividencia de sumar. Pensábamos en el desarrollo económico de Granada y lo priorizábamos, por ejemplo, a la construcción de un jardín", recuerda Olea. De esta forma, el eje consiguió sumar el atractivo de 250.000 plazas hoteleras y un aeropuerto de primera categoría e intenso tráfico con la monumentalidad e historia de Granada y la posibilidad de practicar deportes de invierno, todo ello a apenas hora y media de camino.
Una cosa quedaba clara: "Esta unidad de objetivos Málaga-Granada no debe levantar suspicacias en Sevilla. Nos gustaría que en Sevilla vieran con buenos ojos este esfuerzo conjunto sin pequeñeces", apuntaba en el año 86 Juan Luis Álvarez.
Treinta años después Granada lucha por hacerse hueco y que la tengan en cuenta en un eje de desarrollo con Sevilla y Málaga cuyo origen se encuentra, curiosamente, en su propia historia.
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