María 'La Canastera' en la Avenida
Era elegante María; yo la recuerdo. Y si lucía con garbo su traje cuajado de lunares cantando y bailando bajo los cobres de su casa-cueva, era también señora de fuste por el Paseo de los TristesNada extraño fue que se contara con ella para la pantalla. En la película 'María de la O' compartió cartel con Carmen Amaya y Pastora Imperio; era entonces una muy joven y guapísima gitana granadina
EL mundo del flamenco está de enhorabuena. La Unesco lo acaba de declarar Patrimonio Inmaterial de la Humanidad; no sé si se necesitaba hacer más hondo el cante jondo, más espiritual la danza y más sonora la guitarra flamenca. Porque Andalucía por lo menos siempre ha tenido al flamenco como un rico patrimonio. Hoy la inolvidable María Cortés se siente más feliz apoyada eternamente en la silla de la Avenida.
Tuvo Granada unas cuantas Marías que merecerían monumentos en cualquier Avenida. La más antigua fue María La Chica La Granadina, la actriz preferida en los sainetes de Don Ramón de la Cruz en el Madrid de 1755. O María Antonia Vallejo La Caramba, la guapa cantante motrileña que hizo gentes en el Madrid de 1778; "la que fue en la escena cortesana y murió cual Magdalena arrepentida". Cómo no citar a María Amaya La Gazpacha, sacromontana nacida en 1903; la que cantó unas tarantas en la Plaza del Aljibe cuando el Concurso de Cante Jondo de 1922, delante de Lorca y Manuel de Falla. Y que nos dure muchos años nuestra popular bailaora María Guardia Mariquilla.
Tal vez en representación de todas han puesto en la Avenida a María La Canastera. La hija del cantaor Juan Cortés El Cagachín, nació en el Sacromonte, a finales de febrero del año 13 y fue bautizada con las aguas del Darro en la iglesia de San Pedro, al pie de la Alhambra. Con estas mimbres, así cualquiera es canastero de postín. Cantaora y bailaora desde niña, fue luego conocida como la reina y señora de la zambra gitana.
La mayor y mejor parte de su vida la vamos conociendo a través de su hijo Enrique El Canastero, gitano amable donde los haya y profesor entregado a la danza sacromontana.
Como la familia de María se venía dedicando desde siempre a tejer con mimbres cestas y canastos, parece claro que fueran apodados Los Canasteros; y debe ser verdad esa repetida anécdota que cuenta Enrique de cómo su madre colocaba en la puerta de la cueva una gran canasta que servía de parque de juego a los hijos de las bailaoras, mientras éstas trabajaban dentro danzando para los turistas. A veces los visitantes hacían más fotos a los niños jugando en la puerta que a los bailaores de la cueva.
Desde entonces, el ser "gitano canastero" es casi una buena denominación de origen que certifica la calidad de quien lo lleva.
Era elegante María; yo la recuerdo perfectamente. Y si lucía con garbo su traje de gitana cuajado de lunares cantando y bailando bajo los cobres de su casa-cueva-tablao, era señora de fuste bajando la cuesta, por el Paseo de los Tristes y el Zacatín, con sus adornos de coral y sus pulseras de oro. Rizos en las sienes, perfil gitano, franca sonrisa, pelo azabache: una señora.
Nada extraño fue que se contara con ella para la pantalla. En la película María de la O compartió cartel con Carmen Amaya y Pastora Imperio; era entonces una muy joven y guapísima gitana granadina que daba prestigio a cualquier guionista.
El arte y la entrega, el sentimiento en el cante y en la danza de la zambra granadina con la cueva adornada, junto al Darro y frente a la Alhambra, dieron fama no sólo a María La Canastera, sino a Granada entera y a nuestro folclore en general.
Ahí queda, plantada con salero junto a las sillas de anea de su cueva, gracias a la generosidad de Cervezas Alhambra y a la mano maestra de José A. Castro Vílchez.
Enhorabuena María. Te fuiste demasiado pronto, en 1966 y con sólo 53 añitos, pero sabemos que sonríes desde el cielo al haber colaborado con tu arte a dignificar el flamenco para el mundo entero. Esta tarde me siento contigo en una de las sillas vacías de la Avenida y me cuentas cuántos piropos te dijeron los que saborearon tu arte, Patrimonio de la Humanidad.
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