Historias de Granada
  • Pepa Flores dio vida a la heroína granadina en una serie de televisión que rodó en la capital de la Alhambra 1982

  • Este año se cumple el 190 aniversario de la ejecución a garrote vil de la joven liberal y casi 40 de la reclusión voluntaria de la actriz

Cuando Marisol fue Mariana Pineda

Pepa Flores, en un momento del rodaje. Pepa Flores, en un momento del rodaje.

Pepa Flores, en un momento del rodaje. / Juan Ortiz

Una gaveta de mi escritorio la tengo reservada para mi lipsanoteca particular, mi relicario profano, que diría Azorín. En ella guardo el bolígrafo con el que Pepe Ladrón de Guevara escribió su último poema. Me lo regaló Concha, su mujer, el día en el que lo enterramos. Tengo la entrada con la que accedí al Palacio de Deportes de Granada a ver a Bob Dylan. Tengo una postal que me compró Julio Cortázar cuando pasé con él un rato hablando en un banco de las Ramblas de Barcelona. Tengo una chapa del PCE que me regaló José Meneses en el castillo de Salobreña. Y tengo un lazo negro pequeño que estuvo en el moño de Mariana Pineda. Bueno, de Pepa Flores, de cuando vino a Granada a rodar la serie de televisión Proceso a Mariana Pineda.

En el otoño de 1982 comenzó a rodarse en Granada la serie televisiva dedicada a nuestra heroína por excelencia. Me encargaron en el periódico que fuera a hacer un reportaje para la edición del domingo. Parte del día anterior lo pasé empollándome la vida de esta mujer. Sabía mucho sobre la vida de la heroína de mi pueblo, María Bellido, la que le dio de beber a los soldados que luchaban en la batalla de Bailén, pero no tenía ni idea de quién había sido Mariana Pineda.

Cuadro de Isidoro Santos sobre Mariana Pineda en Santa María Egipciaca- Cuadro de Isidoro Santos sobre Mariana Pineda en Santa María Egipciaca-

Cuadro de Isidoro Santos sobre Mariana Pineda en Santa María Egipciaca-

Para documentarme un poco me sirvió la obra que había escrito Antonina Rodrigo, que se llama Mariana Pineda, heroína de la libertad y que adquirí en la librería Atlántida, que estaba en la Gran Vía. Recuerdo que aquella noche me quedé enganchado al libro y al cerrarlo tuve la sensación de que aquella heroína que había sido condenada al garrote vil había tenido muy mala suerte en su vida. Murió con 27 años, que es la edad en la que los jóvenes dejan un bonito cadáver.

Detenida y enjuiciada

Mariana Pineda había pasado su infancia sin padre y sin madre y cuando tenía quince años la casaron con Manuel de Peralta, masón y once años mayor que ella. A los 18 años Marianita quedó viuda y con dos hijos. Al parecer fue en esos años de su matrimonio, que coinciden con el llamado Trienio Liberal, cuando Mariana se adhirió a la causa y tras la nueva restauración del absolutismo por Fernando VII en 1823, ya viuda, acogió en su casa a liberales perseguidos. El alcalde del Crimen, una especie de juez, un tal Ramón de Pedrosa y Andrade, la mandó detener porque sospechaba que Marianita formaba parte de un complot constitucionalista en la que ella actuaba de intermediaria entre liberales granadinos y otros exiliados en Gibraltar. Fue detenida, sometida a juicio y posteriormente absuelta al alegar ignorancia del contenido de las cartas y otros documentos hallados en su domicilio.

Grabado de Contreras sobre Mariana Pineda. Grabado de Contreras sobre Mariana Pineda.

Grabado de Contreras sobre Mariana Pineda.

Pero el juez Pedrosa no estaba dispuesto a dejarla en paz. Encontró la manera de enchironarla cuando se enteró de que Mariana Pineda había preparado con éxito la fuga de su primo Fernández Álvarez de Sotomayor, comandante del Ejército que había sido condenado a muerte por su implicación en el levantamiento de Rafael del Riego. Mariana Pineda fue detenida bajo el pretexto de haber dado a bordar una bandera morada con la inscripción Ley, Libertad, Igualdad, que había de servir de enseña para un proyecto revolucionario. Tras diversos intentos de fuga y ante la negativa de Mariana Pineda de delatar a sus presuntos cómplices, fue recluida en el convento de Santa María Egipciaca y, tras un simulacro de juicio, condenada a la pena máxima, a morir a garrote vil. La sentencia se ejecutó en las cercanías del Campo del Triunfo de Granada, en la llamada hoy Plaza de la Libertad en su honor, mientras la bandera que había bordado era quemada. Mariana Pineda se convirtió pronto en heroína y mártir de la causa liberal, hasta el punto de inspirar numerosas canciones. García Lorca y Pepe Martín Recuerda, entre otros, escribieron obras de teatro inspiradas en su figura.

Antonina Rodrigo dice en la biografía de la heroína que es mentira que Mariana Pineda estuviera liada con su primo, al que ayudó a escapar, pero sí es cierto que mantuvo una relación sentimental con el abogado José de la Peña, con el que, supuestamente, se casó "por un matrimonio secreto de los llamados de ‘conciencia’, celebrado en la iglesia de Santa Ana".

Y lo que resulta curioso es que la bandera por la que fue detenida, ni siquiera fue bordada por ella. Al parecer, según investigaciones históricas, ella no había bordado la enseña, sino que se la había encargado a unas costureras del Albaicín. Y la había introducido en su casa de la calle Águilas alguien manipulado por la policía. Parece claro que las propias autoridades absolutistas sabían que Mariana Pineda era una simple comparsa en ese asunto de la revolución liberal y nadie creía que sería ajusticiada. Las mentes más dadas a la imaginación llegaron a decir que todo fue una simple venganza del alcalde Pedrosa, que estaba secretamente enamorado de ella y no se venía a razones. También parece claro que ella nunca delató a sus compañeros de intrigas, lo que la convirtió en un ejemplo a seguir de la lealtad. “Nunca una palabra indiscreta escapará de mis labios para comprometer a nadie. Me sobra firmeza de ánimos para arrostrar el trance final”, dijo antes de enfilar hasta el cadalso. “El silencio de Mariana cambió el destino de muchos correligionarios”, dice Antonina Rodrigo.

Sello sobre Mariana Pineda que se editó en la República. Sello sobre Mariana Pineda que se editó en la República.

Sello sobre Mariana Pineda que se editó en la República.

García Lorca dijo que Mariana Pineda había sido una de “las grandes emociones de mi infancia. Los niños de mi edad y yo mismo, tomados de la mano, en corros que se abrían y cerraban rítmicamente, cantábamos con un tono melancólico que a mí se me antojaba trágico: ¡Oh! Que día tan triste en Granada/que a las piedras hacía llorar/al ver que Marianita Pineda se muere/en el cadalso por no declarar”. Luego el poeta le dedicaría su primer drama: Mariana Pineda, romance popular en tres estampas. También el dramaturgo granadino José Martín Recuerda dedicaría una obra de teatro basada en la estancia de la heroína en el Beaterio de Santa María Egipciaca. El cuerpo de la ajusticiada fue inhumado en el cementerio que había junto al río Beiro. Sus restos fueron exhumados y depositados en la Basílica de las Angustias, después en la Iglesia del Sagrario y finalmente en la catedral. Por aquellos tiempos no estaba penado el tráfico de heroína. Perdonen el chiste.

La serie

El caso es que para hacer una serie de televisión sobre Mariana Pineda acudieron a Pepa Flores, para muchos todavía Marisol. Los que nacimos en la década de los cincuenta Marisol había sido la protagonista de muchos de nuestros sueños. En los sesenta la niña cantante estaba en las matinés de todos los cines de España. Ella y Joselito eran los niños más famosos de todo el país. Primero en blanco y negro y luego en tecnicolor, lograron dar a nuestras vidas esa ilusión que nos ayudaba a soportar nuestra humilde realidad. ¿Qué sesentón de ahora no soñó con ser el novio o el amigo de Marisol? Luego se casó mal casada, se supo la explotación a la que había sido sometida, se apuntó al Partido Comunista de España y salió desnuda en la portada de una revista. Fue cuando dijeron los medios que Pepa Flores había matado a Marisol. Después ya se sabe, algunas mediocres películas y su retiro definitivo del cine y de la canción. Había actuado para la memoria y ahora quería vivir para el olvido.

Pepa Flores en el papel de Mariana Pineda. Pepa Flores en el papel de Mariana Pineda.

Pepa Flores en el papel de Mariana Pineda.

Cuando Pepa Flores vino a Granada a hacer de Mariana Pineda tenía 35 años. Su belleza madura estaba en pleno apogeo. La cara de niña Marisol se había transformado en el rostro de una mujer tan admirada como deseada. Yo la pude ver de cerca, mientras la maquillaban para una escena. Allí estaba la mujer de la que todos los niños de mi generación estábamos enamorados. Sus ojos llegaban a transmitir un pasado inquieto y no deseado. La actriz parecía serena, seguramente porque había comprendido que tenía que sobreponerse a su apatía si no quería inocular en los telespectadores el virus farragoso de su decepción vital. No me acuerdo qué pude pensar, pero seguro que me hizo recordar aquellas tardes en el cine de mi pueblo en las que me pirraba por ver una película en la que ella salía. Estuve mirando cómo la maquillaban y vi como al levantarse se le cayó una cinta negra de su pelo. Nadie se dio cuenta y cuando tuve una ocasión me agaché con cierto disimulo la cogí y me la metí en el bolsillo. Los fetichistas somos así.

El director de la serie era Rafael Moreno Alba, con el que pude hablar unos instantes para que me contara algo del rodaje. También pude hablar con el actor Germán Cobos, que hacía de juez Pedrosa. Me acuerdo de que me dijo que él conocía bien Granada y que solía veranear en Almuñécar. Era un tipo agradable al que había visto en algunas películas del Oeste americano. Luego pude hablar con Carlos Larrañaga, que hacía de primo de Mariana Pineda. Todos muy amables conmigo, aunque con quien yo quería hablar era con Pepa Flores.

-Pues intentarlo, pero… no sé. Está harta de periodistas -me dijo una chica de la productora.

Germán Cobos, que entonces veranaba en Almuñécar, en un momento de la serie. Germán Cobos, que entonces veranaba en Almuñécar, en un momento de la serie.

Germán Cobos, que entonces veranaba en Almuñécar, en un momento de la serie.

El último día del rodaje coincidió con el día el ajusticiamiento en la Plaza del Triunfo, donde se había instalado el garrote vil de mentirijilla. Nadie sabe cómo amaneció el día 26 de mayo de 1831, que es cuando murió Mariana Pineda la de verdad, pero el director de la serie eligió un día nublado para ajusticiar a la Mariana Pineda de mentira. Un día soleado no era el propicio para morir a garrote vil, así que había que dar más dramatismo al momento con un día oscuro y con visos de lluvia. Habían acordonado la plaza del Triunfo para rodar la escena y los extras que hacían de vecinos de Granada en el siglo XIX se agolpaban detrás de los militares absolutistas que impedían que el pueblo fuera más allá de lo que tenía permitido. A Pepa Flores la habían vestido con una especie de mandilón gris con el que resaltaba el pelo largo y rubio de la actriz. No se tuvo que repetir la escena en la que el verdugo le pone el collar de hierro en el cuello y aprieta el torniquete. Se oyó un crack falso y adiós a Mariana Pineda. También a Pepa Flores porque luego rodó Caso cerrado y se encerró en su casa malagueña.

El trauma

La productora de la serie era Carmen de Icaza, que yo en un momento confundí con la escritora y periodista del mismo nombre que fuera hija de Francisco A. de Icaza, el autor de la famosa cuarteta sobre no hay en la vida nada que la pena de ser ciego en Granada. Fue la misma chica de producción que me había quitado las ganas de acercarme a Pepa Flores la que me sacó del error. Después del rodaje vi en un pequeño corro a la actriz hablando con dos personas más. Si quería entrevistarla era el momento de pedírselo. Mi indecisión me obligó a pararme cuando estaba a mitad de camino. A lo mejor en el fondo yo quería seguir admirando a Marisol, el mito de mi infancia, y no quería recordarla como la persona que se había negado a hablar conmigo. En fin, que en ese intervalo que duró la indecisión vi como la actriz entraba en un coche que arrancó de inmediato para llevarla a cualquier sitio. El rodaje de la serie se había acabado y yo había perdido la oportunidad de entrevistar a Pepa Flores. ¿Y si me hubiera dicho que sí? ¿Y si hubiera podido hablar con ella? En periodismo una indecisión te puede causar un trauma.

Un año o así más tarde se proyectó la miniserie, que no dejó contentos a los expertos y conocedores de la vida de la heroína granadina. “Cualquier parecido entre la Mariana Pineda televisiva y la realidad es pura coincidencia”, dijo en los periódicos Cristina Viñes, una reputada historiadora granadina. "Mariana Pineda, para bien o para mal, perteneció a la aristocracia o a la alta burguesía liberal de Granada, y no fue ese ser agrio y frenético que intenta encarnar una mala actriz, de gestos o modales barriobajeros”, dijo uno de los intelectuales más conocedor del personaje, el escritor Manuel Orozco. A muchos otros granadinos sí le gustó la serie, aunque en ella se viera de vez en cuando calles de Carmona en vez de calles de Granada.

Meses después Pepa Flores dijo adiós a todo y a todos y se recluyó en su casa de Málaga, como si regresara de nuevo al beaterio de Santa María Egipciaca en espera de un juicio. Larga vida a Marisol.

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