Sanidad

Una sinergia para curar a Eduardo

  • El hospital San Cecilio del PTS ha creado un protocolo especial para el caso de un joven con tumor cerebral al que para poder someterse a radioterapia tenía que ser previamente anestesiado

La planta de radioterapia centellea de pura blancura. El ambiente etéreo a juego con las batas blancas que transitan por sus pasillos –desde las consultas a las salas de tratamiento– contrasta con el pulso fuerte y caliente que late entre sus paredes. Llega Eduardo y decenas de personas se detienen a saludarlo. Lo conocen bien, ha pasado casi dos meses bajando hasta esta planta para recibir tratamiento de radioterapia.

Eduardo llega con sus padres, que lo acompañan incansables en su lucha contra el tumor cerebral que padece desde hace un año. Sufre además X frágil, una enfermedad genética que implica retraso mental. Este joven de 20 años y motrileño necesitaba tratarse con radioterapia y fue en ese punto cuando más de 40 personas de un mismo hospital comenzaron a funcionar como un mismo engranaje. Se activaba la maquinaria que elimina el mito de la frialdad del blanco de las batas de hospital.

Para conseguir que Eduardo pudiera tratarse con radioterapia debía ser anestesiado una vez por cada una de las 30 sesiones que ha tenido que recibir. En este punto es cuando el Hospital San Cecilio tuvo que crear ad hoc un protocolo médico que ha implicado a más de 40 profesionales: desde anestesistas, oncólogos, enfermería, celadores y radiofísicos.

Una red de sinergias nacidas expresamente por Eduardo y para tranquilidad de sus padres y hermana, María José Rueda, Eduardo Guidet y María José, que han “vivido” en el hospital durante esos dos meses de tratamiento en los que el joven ha tenido que dormir en planta por la dificultad y fragilidad de la actuación.

Ángela Palacios Córdoba es la jefa de Anestesiología y Reanimación del hospital y una de las piezas clave en este protocolo que “ha supuesto un reto por dos motivos: primero porque se trataba de anestesiar a una persona más de 30 veces seguidas en un periodo de tiempo muy corto y por el reto organizativo y de coordinación multidisciplinar puesto que inicialmente no estaba previsto ni existían agendas para prestar esta atención y por lo tanto se ha tenido que crear movilizando recursos tanto humanos como físicos y se ha tenido que hacer un plan cuidadoso de atención al paciente en el que no fallara ningún eslabón", explica.

Ha sido un reto médico también puesto que desde el bloque de anestesistas tenían como objetivo clave que la anestesia que recibiera Eduardo "tuviera una carga acumulativa mínima por el corto espacio entre sesiones". Para esto el equipo eligió agentes inhalatorios que prácticamente no se metabolizan en el hígado y se eliminan por la respiración, "por lo que el impacto en el organismo es escaso y además se usaron fármacos de vida corta" porque se quería evitar que Eduardo no estuviese en el postoperatorio dormido durante mucho tiempo.

Palacios asume la dificultad y singularidad del caso ya que “nunca se seda a un paciente tan a menudo” y sentencia parafraseando a Paracelso: “Todo es veneno y nada es veneno, sólo la dosis hace el veneno”.

Los padres de Eduardo, que ya están de regreso en Motril, vivieron los momentos previos al inicio del tratamiento con miedo pero según relatan, esa preocupación se fue difuminando a medida convivían con los profesionales, para quienes además de palabras de elogio por su trabajo con Eduardo, guardan un gran agradecimiento por su calidad humana e implicación personal.

A partir de que José Carlos Villén, el oncólogo de Radioterapia con quien Eduardo tiene una química especial, llamara a esta familia para explicarles los siquientes pasos a seguir tras una operación de 9 horas, todo el equipo comenzó a funcionar para el diseño integral de la asistencia al joven.

José Carlos Villén e Isabel Castillo, responsable de Oncología, subrayan que más allá de la satisfacción de haber afrontado los retos profesionales, lo más importante ha sido el corazón que cada uno de los profesionales ha depositado en este caso.

“Ha sido una satisfacción muy grande poder decir que se ha logrado algo tan complicado”, relata Villén. Y enfatizan en el gran trabajo de coordinación multidisciplinar, hasta hoy inaudito en este hospital.

Por cada uno de los detalles que han acompañado a Eduardo durante este periodo sus padres vuelven a Motril con fuerza para continuar en parte, señalan, porque su hijo “ha tenido un equipo buenísimo”, que no sólo ha amparado al joven sino que esa humanidad la hicieron extensible a su familia. Lo cuenta María José: “yo he tenido mucho apoyo porque lo hemos pasado muy mal, pero gracias a esto lo tengo conmigo”.

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