Patrimonio

El protocolo de la Catedral incluye detectores y gases que evitan la propagación del fuego

  • Tras el incendio de Notre Dame, Granada recuerda la necesaria protección de sus espacios y los incendios que han acabado con patrimonio en las últimas décadas

Imagen del incendio de la Curia en 1981.

Imagen del incendio de la Curia en 1981.

Cuando pasa una tragedia la pregunta es recurrente: ¿Cómo están protegidos los monumentos granadinos? ¿Y los edificios públicos? Existen planes de protección y actuación ante incendios en Granada y cada administración se encarga de ejecutar estos protocolos, actualizarlos y coordinarlos.

En el caso del patrimonio eclesiástico, muy importante en Granada por el número de iglesias y bienes culturales, es la Curia Metropolitana la encargada de activar estos planes, como el de la propia Catedral y la Capilla Real, que se extiende al vecino inmueble de la Curia Metropolitana.

Por su parte, el Ayuntamiento de Granada tiene un plan propio de protección del patrimonio y edificios públicos municipales que van desde el propio edificio consistorial de la Plaza del Carmen a otros inmuebles públicos situados en el Albaicín como la Casa de Zafra, por ejemplo.

Este periódico confirmó ayer la existencia de este Plan de Emergencia Municipal, que se va actualizando y probando con diferentes simulacros, y que son coordinados por parte del servicios de Bomberos y Protección Civil, que es el encargado del análisis de los riesgos y el diseño de los posibles planes de emergencia ante un incendio por la causa que se origine.

Y es que la Ley de Prevención de Riesgos Laborales exige a los edificios públicos la elaboración de un plan de emergencia en la que colaboran técnicos de Protección Civil. En él se recogen desde los planos a la forma de actuación en caso de urgencia. El Albaicín es una de las zonas con más problemas de acceso por la estrechez de las calles y las pilonas, hecho que ha dificultado en alguna ocasión la labor de los Bomberos y ha generado quejas.

Echando la vista atrás, Granada ha tenido que vivir incendios importantes en edificios patrimoniales. Desde que en siglos pasados la propia Alhambra fue pasto de las llamas (el más importante fue en 1890), en tiempos más cercanos el fuego ha respetado pero hay ejemplos de espacios asolados por incendios. E

ntre los más recordados están el del Auditorio Manuel de Falla y el del edificio de la Curia, en la Plaza de las Pasiegas. El 31 de diciembre de 1981 el fuego afectó al edificio del Palacio Arzobispal y la Curia Metropolitana, frente a la Catedral.

Según las crónicas de aquellos días, el fuego destruyó los edificios y hubo que asistir a cinco personas, entre ellas el arzobispo José Méndez Asensio y varios efectivos de Bomberos. El fuego destruyó las cubiertas de los dos edificios, la carpintería y los cierres de la fachada posterior del palacio, la escalera principal de éste y el artesonado mudéjar de la escalera de la Curia. No obstante, gracias a un improvisado equipo de rescate, se recuperaron piezas de valor como varias esculturas y cuadros de Alonso Cano, Valdés Leal o la escuela de Ribera, además de legajos históricos y dos terceras partes de la importante biblioteca de la Curia.

El fuego se inició en un puesto de juguetes de la plaza Bib-Rambla y penetró por las ventanas bajas y cierres de madera del Palacio Arzobispal, así como en la pintura de las paredes, ascendiendo hasta las cornisas y aleros del tejado, todo ello de madera vieja de pino altamente combustible. De ahí pasó a la Curia, penetrando en la última planta de este inmueble, donde ocasionó el derribo de las vigas y artesonado interiores.

Hubo que esperar 20 años para la reapertura de los espacios, primero el de la Curia como museo en 2002 y al año siguiente, el Palacio Arzobispal.

Otro fuego recordado es el del Auditorio Manuel de Falla, en 1986. El fuego destruyó las dos salas de audición y el escenario del auditorio, situado en el recinto de la Alhambra. Los daños se calcularon en 150 millones de pesetas. La investigación determinó que fue un trabajador el que quemó el recinto como represalia tras su despido.

En 1984 se quemó el conocido Cine Regio, a las espaldas del Ayuntamiento. Ya más contemporáneo, en 2014, la Facultad de Derecho sufrió un incendio que arrasó su biblioteca.

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