Policías de bata blanca

Hallar la 'huella' genética es el trabajo y el desafío del laboratorio de ADN de la Policía en Granada

Policías de bata blanca
Arantxa Asensio / Granada

17 de abril 2011 - 01:00

Tarde de domingo de primeros de abril. Quedada para tomar cerveza a mediodía con los amigos. Dos de ellos, ella y él, se encaminan al domicilio de la mujer. Llegan, ella cierra la puerta y él comienza a acosarla. Insiste en mantener relaciones sexuales. Forcejean e incluso llegan a las manos. Pese a la violencia con la que se emplea su agresor, ella consigue zafarse y pedir ayuda desde una cafetería cercana. Una dotación de la Policía Nacional se hace cargo de la situación.

Esta sucinta relación de hechos ocurrió recientemente en Granada. Los hechos no fueron a más, pero la situación bien pudo desembocar en una agresión sexual, un hecho delictivo en el que el análisis del ADN podría ser clave para dirimir la responsabilidad de lo ocurrido, y, llegado el caso, condenar al agresor a una pena de cárcel.

Tal responsabilidad recae sobre los hombros del juez, pero, antes, a su mesa llegarán los pertinentes informes policiales que serán el fundamento de la sentencia. Pero, ¿cuál es el camino previo a ese informe?, ¿con qué datos se elabora? y, sobre todo, ¿es fiable?

Aunque el trabajo policial siempre es en equipo y funciona como el engranaje de una maquinaria, en el que cada pieza juega su función, uno de los puntos más sensibles de una investigación -como, por ejemplo, la que puede desencadenarse tras una agresión sexual- está en el laboratorio de Biología y ADN, dependiente de la Brigada de Policía Científica. Siete policías -biólogos y químicos- conforman la plantilla de esta área, que tiene como principal función la obtención de perfiles genéticos que servirán, según el caso, para poner nombre y rostro al autor de un hecho delictivo o para determinar, por ejemplo, la identidad de un cadáver, explica el jefe de la Brigada, Juan Pérez.

Para hallar ese perfil genético el primer paso es la obtención de restos biológicos que, una vez cotejados con la base de datos ofrecerán una identidad. En esa base de datos -que es nacional y compartida por todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y las policías autonómicas- hay, a día de hoy, miles de identidades, todas ellas recogidas por alguno de los cinco laboratorios de ADN que la Policía Nacional tiene en España, uno de ellos en Granada, de muy reciente creación y de próxima ampliación, ya que en pocos meses cubrirá la demanda de análisis de toda Andalucía oriental: Málaga, Almería, Jaén y Granada.

En ese archivo digitalizado no están, evidentemente, los perfiles genéticos de toda la población. Y es que la ley que dispuso el marco normativo a este trabajo lo prohíbe. La Ley Orgánica 10/2007 de 8 de octubre deja bien claro que sólo se incluirán el la base de datos los datos identificativos extraídos a partir del ADN cuando se trate "de delitos graves y, en todo caso, los que afecten a la vida, la libertad, la indemnidad o la libertad sexual, la integridad de las personas, el patrimonio siempre que fuesen realizados con fuerza en las cosas, o violencia o intimidación en las personas, así como en los casos de la delincuencia organizada", según recoge el BOE.

En ese archivo, además, se encuentran los trabajos desarrollados por dos de las áreas de la Brigada, la de identificación personal y la de inspección ocular. La primera se dedica a conformar esa base de datos, no sólo con ADN. Otros métodos vigentes son también las huellas dactilares o la fotografía de los detenidos. Los encargados de la inspección ocular, por su parte, se personan en el lugar de los hechos para determinar si efectivamente se ha producido un delito y recoger aquellos indicios que puedan ayudar a esclarecer lo ocurrido.

El Policía sabueso pasó a la historia. Hoy día, gracias a las modernas técnicas que utiliza en sus laboratorios, la Policía Científica se ha convertido en una pesadilla para los delincuentes, pocos escapan cuando se han obtenido evidencias. Una prenda, unas sábanas, un pañuelo; cualquier objeto puede ofrecer ese resto de ADN que puede resultar clave en la investigación, como se ha comprobado en cientos de casos desde 1988, cuando la información obtenida del código genético sirvió para identificar y condenar al culpable de un delito por primera vez. Fue en el Reino Unido.

Mucho se ha avanzado en ese terreno desde entonces. Los procedimientos se han sistematizado y son excepcionalmente rigurosos para evitar que cualquier tipo de contaminación eche al traste el trabajo policial. Por eso, en el laboratorio de ADN -o, mejor dicho, en los laboratorios, ya que el área cuenta con varios- se sigue un riguroso procedimiento. En la entrada los restos se registran y se tiene especial cuidado con no romper la cadena de custodia, según explica el jefe del laboratorio, Juan Manuel García. Así se garantiza que lo que entra al laboratorio es efectivamente lo que se ha recogido en la inspección ocular. Una vez identificada y registrada en la base de datos, la muestra se almacena.

Cuando se asigna el caso, se realiza un primer examen, que determinará si el resto es de sangre, saliva o semen, por ejemplo. En algunos casos se emplean sustancias reactivas, pero en otros -cuando se busca semen o saliva- no es necesario y se emplea una luz forense.

Ya en los exámenes preliminares se tiene especial cuidado con no contaminar las muestras. Se es tan escrupuloso que incluso se tienen los perfiles genéticos de todos los funcionarios del laboratorio para, llegado el caso, comprobar si un resto 'ajeno' al caso ha llegado a contaminar la prueba. "Lo malo es que ocurra y no nos demos cuenta", explica el responsable del laboratorio. Además, las dependencias se limpian cada día con lejía, explica García. Esta pulcritud es una garantía para el posible acusado, pero también una obligación determinada por los estándares de calidad a los que está obligada la Policía Nacional para poder trabajar, por ejemplo, con cuerpos policiales de otros países. Por ello, el laboratorio se acreditó con la ISO 17025.

Microscopio en mano, se determina el origen de las muestras que llegan y se muestrea aquello que interesa. De ese muestreo se extrae manualmente el ADN, que pasa por las salas de PCR (reacción en cadena de polimerasa), donde esa muestra se replicará hasta conseguir la cantidad necesaria para obtener el perfil genético. Esas salas son especialmente sensibles a la contaminación, por lo que incluso el sistema de aire acondicionado es diferente. El proceso sigue aquí dos fases, por un lado se calcula cuánto ADN se ha obtenido de partida (PCR cuantitativa) y por otro se amplifican los marcadores genéticos para dejar la muestra a un paso de hallar el perfil genético (PCR multiplex). Éste se determinará en la sala post PCR y se materializará sobre el papel con el programa Genemapper. Una vez hallado, la última fase es cotejar esos datos con los archivos policiales mediante el programa Codis ('importado' del FBI) y se elabora el informe policial.

Para llegar hasta el fin del trabajo, han sido necesarios años de trabajo previo, primero de formación de los profesionales entre los laboratorios de La Coruña y Madrid, más dos años de trabajo 'tutelado' por el centro de la capital de España, para, finalmente, comenzar la andadura independiente el pasado verano. El siguiente paso, que se dará en los próximos meses, será asumir los casos de las provincias de Andalucía oriental.

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