Prohibido no sonreír a los problemas

9.000 personas padecen una enfermedad mental en la provincia. La asociación Agrafem trabaja para mejorar la vida de enfermos y familias.

Baldomero Martos es el presidente de la asociación Agrafem.
Baldomero Martos es el presidente de la asociación Agrafem.
L. M. Granada

31 de agosto 2014 - 01:00

Una de cada cuatro personas sufrirá en algún momento de su vida un trastorno mental, o lo que es lo mismo, el 25% de la población. Así, no es de extrañar que asociaciones como Agrafem se preocupen cada día por desestigmatizar este tipo de enfermedades; ayudar a la sociedad a comprenderlas y presionar a las administraciones para que ahonden en tratamientos y prestaciones.

"Cuando a una persona le diagnostican un cáncer, todo el mundo se vuelca en ayudarle. Sin embargo, cuando lo que tiene es una enfermedad mental se produce un tremendo rechazo. La gente no entiende los problemas relacionados con la mente y se limitan a pensar que éste o aquél están locos". Con estas palabras el presidente de Agrafem, Baldomero Martos intenta describir los problemas con los que se encuentran las personas que tienen una patología mental, pero también sus familias. La no aceptación, la falta de recursos sanitarios, o la discriminación son algunos de los problemas con los que tienen que lidiar aquellas personas que, sin embargo, con un tratamiento óptimo y un seguimiento, pueden tener una vida normal.

En este sentido, Martos describe los recursos que existen hoy día en Granada para tratar a estas personas con enfermedad mental que suman 9.000 solo en la provincia de Granada. "Hay tres unidades de agudos, dos en la capital y una en Baza. Dos comunidades terapéuticas, (que no llegan a 40 plazas), un hospital de día donde los enfermos van por la mañana y una Unidad de Tratamiento situada en el Camino Bajo de Huétor". El problema es que, aunque todos estos espacios trabajan de una forma muy digna, no son suficientes para atender a todos los enfermos. Una situación que perjudica al propio paciente pero también a sus familiares que no siempre pueden cubrir sus necesidades.

Así, desde Agrafem no solo se pide a las administraciones más recursos, si no también un seguimiento más especializado. "A veces entre una cita y otra pasan más de cuatro meses. Esto provoca que, por ejemplo, tomen una medicación que ya no se adecua a su momento, porque están más estable o menos", remarca Martos. También tiene algo que decir el presidente de Agrafem sobre las comunidades terapéuticas que, al tener listas de espera interminables provocan situaciones insoportables. Un hecho que se ha notado sobre todo con la crisis económica pues por ejemplo, las listas de la ley de dependencia con las que trabaja la Fundación Pública para la integración de personas con problemas de salud mental, Faisem que también consta de casas hogares, pisos tutelados y clubes sociales, llevan paradas desde 2010. Estos servicios se suman a los respiros familiares que se ofertan sobre todo en verano.

Mientras se reactivan las prestaciones o no, la asociación que lidera Martos continúa trabajando. Agrafem nació en el año 1983 con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas con enfermedad mental, sus familiares y allegados, así como para defender los derechos de este colectivo y luchar contra el estigma social que provocan enfermedades como la esquizofrenia o el trastorno bipolar. Además de trabajar en la asociación con la impartición de talleres, charlas o los grupos de ayuda muta entre familiares y pacientes lideran proyectos en centros educativos como la campaña Mentalízate, también trabajan en la cárcel de Albolote.

El mayor problema que encuentran no solo es el desconocimiento hacia las enfermedades mentales sino el rechazo. Según explica Martos como no existe un rasgo físico de la enfermedad parece tener menos importancia a pesar de que para el enfermo, la realidad sea tal y como él la ve, lo que le provoca mucho sufrimiento. Por eso, en las paredes de la asociación tienen pintados mensajes para incentivar el entendimiento y también por eso, dentro de Agrafem "queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que se quiere, abandonarlo todo por miedo".

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