Radiografía del acoso sexual en la Universidad de Granada: "No son conscientes de los comportamientos hasta que son explícitos"
UGR
Un estudio pionero realizado entre miembros de la comunidad universitaria revela que el 60% de quienes contestaron aseguran haber sido víctimas de este tipo de comportamientos
En enero de 2017 el profesor Miguel Lorente explicaba que la Universidad de Granada era una "burbuja" ante el acoso. Se sabe que existen casos, pero es mínimo el número que aflora. Como un iceberg. En estos años se han puesto en marcha iniciativas como el protocolo diseñado por la Unidad de Igualdad y, más recientemente, un estudio pionero que pretende alumbrar la dimensión del problema del acoso sexual en las aulas universitarias. Se trata de un estudio enmarcado dentro del proyecto Violencia contra las mujeres: Consecuencias para su bienestar psicosocial dirigido por la catedrática y directora del laboratorio de Psicología Social y de Género de la UGR, Paqui Expósito, en el que, junto a dos de sus investigadoras, Ana María Beltrán y Laura Villanueva, han desarrollado un cuestionario sobre acoso sexual en la universidad.
El estudio ya ha sido difundido en la Universidad de Granada y el próximo año se prevé extender a nivel nacional antes de lanzarse como iniciativa internacional. En España se ha ofrecido participar en esta investigación a todas las universidades públicas y privadas, 63, de las que finalmente han aceptado diez.
En la Universidad de Granada, el estudio da como resultados conclusiones que dan que pensar. Al cuestionario propuesto por las investigadoras contestaron 842 personas miembros de la comunidad universitaria, tanto profesorado como estudiantado y personal de administración y servicios. De este total, aproximadamente el 60% aseguraba haber sido víctima de comportamientos de acoso sexual, desde comentarios, insinuaciones, chantaje e incluso peticiones explícitas y tocamientos.
La encuesta, totalmente confidencial explica Villanueva, fue contestada mayoritariamente por estudiantes (682 participantes), mientras que la representación del profesorado (86) y personal de administración y servicios fue más reducida (74). La comunidad universitaria está formada precisamente por un número importante de estudiantes, unos 47.000 solo en grados, a los que se suman unos 3.800 docentes y 1.400 trabajadores de administración y servicios.
Para dar a conocer el cuestionario se envió información a través del correo electrónico interno de la propia universidad. Hubo unas 1.213 respuestas de las que se eliminaron 371. En total, se recabó información de un 1,4% de la población universitaria. Del total de personas que rellenaron la encuesta dos tercios eran mujeres, sobre todo estudiantes y del área de Ciencias Sociales, "donde están más concienciadas", recalca Villanueva, que señala que el objetivo de este tipo de estudios es llegar " a todas las ramas", también las más masculinizadas, como las ingenierías, que es donde, según la literatura científica "es donde hay más acoso".
"Es normal que una mujer use su sexualidad como una herramienta para que le vaya mejor en la Universidad". "Los coqueteos inocentes hacen el día laboral más interesante". Son algunas de las cuestiones que se plantean en la primera tanda de preguntas del cuestionario para medir las actitudes hacia el acoso sexual, a las que hay que contestar indicando el grado de acuerdo con una escala que va del 1 al 5. Después se interroga sobre la posibilidad de que exista acoso sexual en la Universidad y el cuestionario prosigue con una relación de comportamientos -desde tocamientos al envío de mensajes o peticiones explícitas- en las que se pide a la persona encuestada que indique si le ha ocurrido alguna vez, muchas veces, bastantes veces o nunca.
Tras la batería de preguntas se inquiere a la persona si se considera víctima de acoso sexual. "Cuando se les pregunta sin consideran que han sufrido acoso sexual, el 58% responde que sí. Sin embargo, tras presentarle varios ejemplos de comportamientos de acoso sexual, un 62% considera que ha sufrido acoso explica Villanueva, que refiere que "hay comportamientos que no son percibidos" como acoso pero que cuando se ponen en el contexto sí se configuran como acoso. "Ocurre lo mismo que con la violencia de género, la psicológica no se suele percibir como tal. Siendo los comportamientos más graves, como la agresión física", los que más se perciben como tales, añade la investigadora.
Un "contexto único"
"La Universidad constituye un contexto único para el estudio del acoso sexual, por las posibles implicaciones que este podría suponer para las víctimas" como el abandono de los estudios, con el impacto que esto tienen a medio y largo plazo para el desarrollo profesional de las mujeres. "La Universidad supone un espacio al que se accede de manera voluntaria, en la que hay un tiempo de permanencia limitado, en el que las relaciones entre compañeros, estudiantes-profesorado, profesorado-personal de administración y servicio; así como en todas las combinaciones posibles, pueden influir en la percepción, afrontamiento y consecuencias del acoso", señala el estudio, que justifica que "necesitamos conocer las características y dimensión del acoso sexual que se pueda estar produciendo en la Universidad, y necesitamos saberlo para poder ser eficaces en su prevención, en la atención a las personas que lo sufren, y en la respuesta al mismo para erradicarlo".
Sobre el balance del proyecto de investigación del Vicerrectorado de Igualdad, Inclusión y Sostenibilidad -ahora de Igualdad, Inclusión y Compromiso Social-, Villanueva reconoce que "sí esperábamos estos resultados", aunque la muestra "no es representativa de toda la población universitaria. Muchas víctimas no han accedido porque están cansadas o consideran que no se ha hecho nada ante este tipo de situaciones" y también se han detectado respuestas que buscaban "intoxicar" el test. Pese a ello, Villanueva valora que se ha "comprobado que las mujeres eran las principales víctimas".
"Queremos saber qué ocurre, por qué ocurre", detalla la investigadora, que abunda en el hecho de que "no son conscientes de los comportamientos hasta que no son explícitos".
Los datos
De las 1.213 respuestas, se eliminaron 371, con lo que las investigadoras trabajaron con 842 cuestionarios que representan a un 1,4% de la población universitaria de la UGR. La mayoría fueron mujeres (dos tercios) y estudiantes (682 respuestas).
Cuando se preguntó sobre quiénes podrían sufrir caso la mayoría indicó que los grupos más vulnerables ante estas situaciones eran las mujeres, miembros del colectivo LGTBI, personas con discapacidad y en último lugar hombres, que aparecen en primer lugar cuando se preguntó quién sería responsable de acoso.
Sobre las consecuencias de ser víctima de acoso sexual, las que se perciben tras el estudio son "sentirse diferente", estrés, miedo y distanciamiento social.
En cuanto a la respuesta tras un caso de acoso, se determina en el estudio que la que se consideraba más efectiva, según lo expresado por las personas participantes en el test, es hablar con la Unidad de Igualdad de la UGR o presentar una queja formal o denuncia ante un organismo ajeno a la Universidad.
Los casos
En los últimos años han aflorado casos relativos a acoso en la Universidad de Granada. El último fue la denuncia hecha pública en el mes de marzo durante una entrega de premios por una investigadora que aseguró que no se había hecho nada desde que puso en conocimiento de la Universidad su situación meses antes. A día de hoy se desconoce la resolución tomada desde el Rectorado en relación a este asunto, aunque en reiteradas ocasiones se ha señalado que se está en plazo y que el procedimiento se ha desarrollado con todas las garantías.
Otros hechos que también trascendieron fueron la sentencia a dos años de cárcel contra un docente que sustrajo mediante un programa espía las claves en redes sociales de una estudiante de doctorado con el fin de cortejarla o la resolución sancionadora de la anterior rectora, Pilar Aranda, por "conducta inapropiada" de un profesor para con una alumna que incluso llevó su caso a la Policía Nacional.
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