Testimonios del Covid-19

Repartidores de Granada ante el coronavirus: a cada puerta que se abre, un contagio amenaza

  • La necesidad de trabajar ha llevado a los repartidores de Granada a no parar durante el estado de alarma

Álex Jiménez, repartidor de Amazon, durante su jornada de trabajo

Álex Jiménez, repartidor de Amazon, durante su jornada de trabajo

La escena fue tal que así: a media tarde tocan al portero de la casa. "¿Quién es?". "Vengo a entregar una paquete a nombre de...". "Vale". Abro el portal y mientras el repartidor sube me pongo la mascarilla, aunque no los guantes porque en ese momento no tenía. Ya estaba advertido de que venía a casa un paquete de un encargo anterior al decreto de estado de alarma. La misma compañía de mensajería había advertido de la suspensión de los repartos, pero una vez el Gobierno devolvió la vida a los trabajos no esenciales hace dos lunes, la rueda empezó a girar.

Abro la puerta y el repartidor, abrigo de campaña largo, casco puesto y mascarilla en boca y nariz, entrega el paquete, rectangular y de cartón. Me ve sin guantes y dice: "Ten cuidado la próxima vez, porque yo llevo guantes pero no sabes quién ha podido tocar ahí, y el virus no sabes donde puede estar". Balbuceo algo pero me corta: "Te lo digo yo que acabo de pasarlo". "¿Has tenido el coronavirus?", me veo obligado a preguntar. Lo que contestó después es el relato desnudo de una realidad que va hacia la supervivencia, a trabajar a pesar de estar expuestos a un patógeno que cuesta vidas humanas.

Un repartidor a domicilio circula con su moto por calle Recogidas durante el estado de alarma Un repartidor a domicilio circula con su moto por calle Recogidas durante el estado de alarma

Un repartidor a domicilio circula con su moto por calle Recogidas durante el estado de alarma / Antonio L. Juárez (Photographerssports)

Martínez, que es lo que parecía poner en una placa, contó que ese mismo día se reincorporaba al trabajo después de haber pasado los quince días de aislamiento después de haber sido dado de alta del hospital. Había ingresado por coronavirus a finales de marzo y había estado encamado casi dos semanas. Dijo desconocer dónde lo cogió, pero tiene claro que es muy posible que haciendo su trabajo. "Encima mi jefe me ha llamado hace un rato para decirme que entramos en un ERTE". En el mismo día en el que volvía al tajo tras matar al Covid-19 de su organismo. Se fue y lo siguiente fue desinfectar el paquete y meterme en la ducha.

La realidad de este repartidor puede ser la de muchos otros. Durante el estado de alarma no han dejado de verse a empresas de logística con sus furgonetas dando vueltas por la ciudad, y también a los 'mochileros', incluso por las noches. Por ellos habla la necesidad. "Si quiero seguir viviendo con mi pareja, quiero tener para comer, la luz y el agua, además del autónomo, si no trabajo o me voy al garete". Así de contundente lo cuenta Álex Jiménez, en estos días repartidor a tiempo completo para Amazon porque ya no le compensa tanto Glovo, con quien también trabajaba. "Hoy estaban hablando en Amazon de que este peak (punto de máxima actividad) es mucho más grande que el de Navidad", cuenta. Otras compañías consultadas lo corroboran.

Hay casos de contagios dentro de un colectivo muy expuesto

Jiménez, que reparte normalmente por la zona de Bola de Oro, Huétor Vega y Cájar, cuenta que en las últimas dos semanas echa entre ocho y nueve horas cada día que trabaja, normalmente cuatro. Cada compañero, relata, entrega una media de 150 paquetes diarios. "No tengo miedo. Soy de los que piensa que si me va a tocar, me va a tocar. No es una cosa que piense porque sino, no saldría a trabajar. En mi casa, si no trabajo, no entran ingresos. La necesidad es lo que me llama", se sincera Álex Jiménez.

Se reparte de todo, aunque "no solemos ver lo que hay dentro". Pero Jiménez ha entregado en los domicilios de los clientes desde televisiones, microondas y tostadoras, hasta juegos para niños, camisetas, zapatillas, libros... Incluso piscinas. Hay quien parece temer un verano entre cuatro paredes y playas saturadas y se cubre en salud meses antes. "Se están pidiendo muchísimas cosas", relata incluso con cierta sorpresa Jiménez, que incide en que son los mayores quienes tienen un uso más acorde a la situación de estas empresas de reparto: "Piden mucha comida para animales, temas de limpieza, cajas de leche, alimentación para casa. En Glovo estuve los primeros días y nos pedían mucho ir al supermercado".

Un transportista entrega su carga en Granada durante el confinamiento Un transportista entrega su carga en Granada durante el confinamiento

Un transportista entrega su carga en Granada durante el confinamiento / Antonio L. Juárez (Photographerssports)

Las medidas de seguridad varían en cada empresa con las entregas. Las hay quienes lo hacen como siempre, paquete en mano, pero manteniendo distancias. En otras son más estrictos. En Amazon tocan el timbre, dejan el paquete en el suelo, se alejan "un par de metros", y hasta que no ven al cliente recoger su encargo, no se marchan. "La empresa también nos ha dado mascarillas, guantes, gel alcohólico, lo básico para esta situación", añade Jiménez.

Es su necesidad de trabajar la que no le hace sentirse especial en esta situación, aunque sí sintió que "ayudaba" en los primeros días. "Justo antes del Covid me tocó un pedido de una clienta de Madrid que no se pudo hacer. Era para comprarle comida a sus padres, que estaban en Granada solos. Me preguntó si podía hacer el favor y le dije que no se preocupara, y a raíz de eso se quedó con mi teléfono, me ha llamado un par de veces y me ha pedido el favor de ir a comprar a sus padres. Con eso sí me siento que ayudo. Con Amazon trato de ganar dinero para poder sobrevivir", relata. La cruda realidad entre vivir con dignidad y arriesgarse a un virus muy peligroso. Y con tiempo para ser solidarios.

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