Granada

Tiendas y bares echan el cierre ante la gran avalancha humana

  • Los propietarios de negocios de fotocopias, muebles o peluquerías de la calle Arabial y zonas cercanas deciden cesar su actividad por la tarde En la calle Gonzalo Gallas, sin embargo, numerosos negocios multiplican sus ventas por ocho

Cada año, desde primeras horas de la mañana los vecinos y comerciantes de la zona de Arabial saben que no va a ser un día normal y corriente. Para muchos esta jornada es un día de jolgorio, alegría, de ventas y de movimiento en este céntrico barrio. Sin embargo, en el lado opuesto también hay quien opta por ni siquiera salir a la calle para no cruzarse con los miles de jóvenes que invaden este distrito granadino que se convierte por un día en el centro de la fiesta, pero también de la polémica.

"Aquí los que se ponen las botas son los dueños del Mercadona y los establecimientos asiáticos", explica una vecina que ayer fue a comprar rápido para "no pasar mucho tiempo en la calle". Prueba de lo que dice son las enormes filas de gente cruzando los semáforos con decenas de bolsas de este supermercado o las colas de gente adquiriendo ron con Coca cola en las tiendas de chinos. Aunque también hay otro sector del pequeño comercio que se ve beneficiado por tales circunstancias, como Juan Carlos Moral, que tiene una pequeña tienda en una de las calles cercanas llamada La despensa, que ayer esperaba ventas muy suculentas.

"He traído de todo, pipas, cervezas, vino, bollería, bocadillos... y espero quedarme sin nada", relataba ayer este hombre mientras miraba la puerta para comprobar si algún joven entraba a la tienda. Eso sí, para él, todavía "era temprano" para recibir a los clientes, pues según sus dos años de experiencia de Fiesta de la Primavera, el comercio se desborda en horas punta, como son el momento del bocadillo, el de las litronas y ya al final el de los cubatas donde el ron Almirante es el protagonista.

Por otra parte, José Manuel Rodríguez, que tiene un bar en la calle Arabial, explica que es la primera vez que vive esta fiesta. En un principio espera tener más clientela, aunque ya adelantaba, "si la cosa se pone fea cerraremos".

Una de las preocupaciones más grandes que tienen estos establecimientos es el acceso a los baños. El botellódromo dispone de unos aseos totalmente insuficientes para tantas personas, por lo que la gente termina peregrinando hacia los bares más cercanos, pero también, incluso, a las farmacias, por extraño que parezca. Así lo reconoció Encarna Rodríguez, farmacéutica de la esquina de Arabial: "Aquí todos los años el día de la primavera se para el negocio. Los vecinos no bajan a comprar por lo que solo vendemos a los asistentes al botellón, que vienen fundamentalmente a por paracetamol, ibuprofeno y preservativos pero también hay quien se acerca suplicándonos entrar al baño", relata Rodríguez. Ella lo cuenta este año muy satisfecha, pues ayer no le tocaba trabajar por la tarde, por lo que se libraba de líos."

En otro de los establecimientos de esta calle, que en general cerraron por la tarde perdiendo todas las ventas, Francisco Pérez de la peluquería Ka lo tiene claro: "nosotros solo abrimos por la mañana", por la tarde el barrio se convierte en un desmadre". Según relata, acceder a la zona se convierte en una misión imposible debido a los cortes de tráfico y sus clientes no quieren complicarse la vida. Por eso hacia las 14:00 de la tarde cada año tiran de la persiana y se marchan con el deseo de que al día siguiente su puerta siga más o menos como la dejaron. "Hacen sus necesidades por todas partes, lo ensucian todo y por aquí no llegan los operarios de Inagra", relató molesto.

Por su parte, Francisco Javier López y José Guardia, que trabajan en un restaurante de Camino de Ronda, opinan más de lo mismo. Ellos, por la tarde cierran por lo que no tienen que sufrir tantas molestias sobre todo en lo referido a los baños, pues según cuenta Francisco J. López, "vienen se piden algo y entran al servicio donde lo ensucian todo".

No obstante, en otros bares, como los situados en la calle Gonzalo Gallas, la celebración de la primavera es casi también motivo de fiesta. Desde el mediodía hasta la tarde noche las terrazas y el interior de estos establecimientos permanecen abarrotados y no solo hoy, sino que la afluencia se prolonga durante el resto del fin de semana.

Por ejemplo, ayer hacia las dos de la tarde en el Chopp no quedaba ni una mesa. Tanta gente acude hasta este bar de tapas que, su propietario, José Antonio Ramírez, no tiene otro remedio que contratar personal extra, a la par que elimina la carta de tapas para agilizar el trabajo en cocina. Sobre sus pedidos de la semana y los preparativos pre fiesta sorprenden las cifras: "Un día normal pincho un barril de cerveza que tiene 50 litros, hoy tenemos preparados ocho". También han elaborado más de 500 tapas para sobrevivir con comida hasta que la gente decida irse a casa. Con todo esto, Ramírez esperaba alcanzar los 3.000 euros.

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