Truman capote estación Granada

El autor de 'A sangre fría' recogió en un artículo de 'The New Yorker' su viaje en tren de Granada a Algeciras Unos viajeros pararon a tiros el tren en la estación de Loja y Capote los tomó por bandoleros

Truman capote estación Granada
Truman capote estación Granada
Juan Luis Tapia

14 de septiembre 2014 - 01:00

ESCRITOR de éxito, veinticinco años, homosexual, con pareja, afición al alcohol y apellido español, el de su padrastro Joe García Capote. Julio de 1949. Mucho antes del más conocido asesinato a sangre fría de Kansas y de Matar a un ruiseñor, un tal Truman Capote se presenta en la Estación de Andaluces. Lo acompaña su amante Jack Dunphy. No llamaron mucho la atención dos guiris en aquella mañana veraniega por la estación granadina. Se dirigen a Algeciras, a Gibraltar, y desde ahí al Tánger de sus amigos los Bowles. Lleva reforzada la cartera gracias a los ingresos de su 'primera' novela, Otras voces, otros ámbitos, un relato de intenso carácter autobiográfico publicado por Random House en 1948, pero que todavía arrastraba polémica y fama. La pareja ya había embarcado en el Queen Mary camino de Europa en busca de nuevas emociones y palabras. Tras París, siempre París y su frío, se dirigieron a Italia donde hallaron el sol en Venecia, Roma, la isla de Ischia y Taormina en Sicilia.

España, más allá de la referencia de sus amigos establecidos en Tánger, se encontraba en su propio apellido, al que quitó el García. Lillie Mae Faulk, la madre de Truman y quien fuera miss Alabama, se casó en segundas nupcias en 1932 con un industrial textil cubano de origen español, Joseph García Capote. Los Capote eran originarios de la isla de Las Palmas de Gran Canaria. El padre de Joe Capote fue un coronel del ejército español que participó en la guerra de Cuba en 1894. Tras el final del conflicto regresó a España y se casó en Barcelona, para luego volver a la isla caribeña y asentarse como terrateniente y dedicarse al cultivo de tabaco. Los Capote tuvieron tres hijos, de los que Joe era el mayor. Realizó sus estudios en la Universidad de La Habana y en 1924, con veinticuatro años, viajó a Nueva Orleáns en busca de trabajo. Fue en el Hotel Monteleone, un año después, donde vio por primera vez a la madre de Truman. Su tez morena, el pelo moreno peinado hacia atrás, gafas y un cuerpo algo rollizo, no hacían de Joe Capote un hombre especialmente atractivo. Pero poseía otras cualidades, como una extrema pulcritud, elegancia en el vestir, vitalidad y predisposición para la diversión. Factores que agradaban a Lillie Mae. En busca de la ansiada prosperidad económica, Joe se fue a Nueva York donde trabajó como oficinista, mientras por las noches estudiaba contabilidad y administración en la universidad. En 1931 era jefe administrativo de Taylor, Clapp y Beall, una importante empresa de representaciones textiles y contaba con unos cuantiosos ingresos. Tras su divorcio de su primer marido, Arch Pearsons, el padre de Truman, Lillie Mae se casó con Joe en 1932. Truman dejó a sus tías en Monroeville y se mudó con ellos a Brooklyn. El 14 de febrero de 1935, cuando tenía diez años, Joe pasó a ser oficialmente el padre del escritor, y su nombre cambió de Truman Streckfus Persons a Truman García Capote. A diferencia del estafador de poca monta que tenía por padre biológico, Joe fue muy cariñoso y comprensivo con Truman. Posiblemente de él adquirió la costumbre de incluir en sus frases y textos palabras en castellano.

El mediterráneo sedujo a Truman Capote, un autor que gustaba de mezclar la realidad con su realidad, la que refleja en sus relatos. El resultado de aquel primer encuentro con el 'mare nostrum' quedó en Color local, una especie de biografía geográfica, la única que incluye un texto del autor sobre sus vivencias en España. Jack y Truman, aquel verano del 49, decidieron viajar a Tánger vía España y puerto de Algeciras alentados por los amigos que se encontraban en la todavía ciudad internacional en el Norte de África. Cecil Beaton, Jane y Paul Bowles les sirvieron de anfitriones y guías de aquella estancia que se extendió durante todo el otoño. De esta guisa, la pareja cruzó en tren España camino de Gibraltar. Escribió Un viaje por España, un relato en el que con su ya sello humorístico personal narró las aventuras de su viaje entre Granada y Algeciras. El reportaje, a modo de nuevo periodismo, fue publicado, en el número de septiembre de 1950 en la emblemática revista The New Yorker, con la que el autor de A sangre fría mantenía una irregular relación. El joven Capote había probado sin éxito la publicación de alguno de sus relatos en la revista neoyorquina. Finalmente, el director William Shawn se decidió por el reportaje español, A ride through Spain, primera colaboración de las que se sucederían de manera esporádica a lo largo de quince años otros cuantos relatos y artículos. Truman se detiene en la mayor parte de los tópicos hispanos, algunos de ellos no exentos de veracidad, como la belleza del paisaje, la exquisitez de los manjares, la siesta, el desconocimiento de la prisa o la proliferación de la 'soldadesca'. Sin olvidar uno de los personajes más 'typical spanish' desde la época de los viajeros románticos: el bandolero. Algunos amigos escritores y conocidos le habían contado a Truman las correrías de los bandidos españoles, y tras oír un disparo, gritó con aquella voz tan peculiar ¡bandidos, bandidos! Asustando a todos los pasajeros. Al final todo quedó en un pequeño incidente que se solucionó con una camisa de Truman y dos botellas de vino, con destacada importancia de los continentes etílicos. Llegaron a Tánger el 2 de julio.

La publicación de la correspondencia completa de Capote en Un placer fugaz (Ed. Lumen), a cargo de su biógrafo Gerald Clark, arroja nuevos detalles sobre aquel viaje del escritor por tierras andaluzas. El incidente también lo relata en una de sus cartas desde Tánger al fotógrafo Cecil Beaton. "Hemos pasado algunas aventuras, de las que la más sorprendente ocurrió entre Granada y Algeciras, cuando de golpe toda la gente del tren empezó a gritar y a tirarse al suelo: ¡bandidos! Las balas silbaban. Lo que pasa es que no eran bandidos. Solo eran unos españoles que habían perdido el tren y disparaban para que parase. A un hombre le dieron en la cabeza. Un país precioso", escribió Capote en su misiva. La parada en la que a los 'bandidos' se les escapó el tren fue en la de la localidad de Loja, la Estación de San Francisco, según relata en el artículo.

Las sensaciones que le presentó España al joven escritor, en aquella primera corta estancia, quedan reflejadas brevemente en la carta que dirige, también desde Tánger, a Catherine Wood. "Recorrí el país entero, parando en varias ciudades (Madrid, Sevilla, Granada) y en pueblos más pequeños. Es un país bonito, pero no es muy agradable viajar por él: demasiadas prohibiciones, demasiado papeleo, demasiada gente con uniforme… de hecho casi todos llevan uniforme. Se respiraba un ambiente de guerra". Es la España de finales de los años cuarenta y hacía solo dos, en 1947, que se había abolido el estado de guerra.

El relato A ride through Spain fue escrito con uno de sus lapiceros Black Wing en cuestión de horas y por ello lo apreciaba. Porque Truman afirmaba que sufría mucho cuando escribía, incrementándose esta sensación con su obra cumbre, A sangre fría. Sin embargo, Capote se quejó por el trato que el original recibió en la redacción de The New Yorker, tal y como manifiesta en una carta a Andrew Lyndon, pero esta vez desde Taormina, en Sicilia: "De The New Yorker me enviaron las pruebas del reportaje sobre España. Lo han recortado hasta que se ha parecido a otra de las cosas insulsas que publican en esta revista".

Tras aquella breve relación con España sucedió lo de Kansas, el asesinato A sangre fría, y nuevamente decide junto a su compañero buscar refugio en Europa. Truman y Jack embarcaron en el Queen Mary, ya que viajaban con sus mascotas que no se permitían en el avión. Desembarcaron en Le Havre a finales de abril de 1960. Con un coche alquilado rebosante de maletas y animales, cruzaron la frontera y llegaron a España. Eligieron como lugar de retiro para escribir el libro, Truman pensaba que le llevaría un año, el pueblo pesquero de Palamós. En su vuelta al mediterráneo encontró el sitio para poner orden y así relatar uno de los crímenes más famosos de la historia de la literatura contemporánea. Aquella tranquilidad solo era rota por las pesadillas en torno al crimen, unas apariciones que le acompañarían a lo largo de toda su vida, al igual que su afición desmesurada al alcohol y a las drogas. Trabajaba por la mañana y se divertía por la tarde. Fueron varios los amigos que se trasladaron hasta la Costa Brava para visitar a Truman en su retiro español, lo que molestaba enormemente a Jack, hombre solitario y de pocas palabras. En junio cambiaron de residencia, a una más espaciosa y con playa particular. Llegó el invierno y decidieron trasladarse a la localidad suiza de Verbier, dada la afición al esquí de Jack. Durante su estancia creativa en Europa, pasaron la primavera y el verano en Palamós, y el otoño y el invierno en Verbier. Truman había trabajado más que nunca, levantándose a las tres o las cuatro de la mañana, y las tres cuartas partes de A sangre fría estaban terminadas a principios de 1963. Ahora sólo cabía esperar a las ejecuciones, y decidieron volver a Nueva York. Truman había pasado parte de los transcendentales años de redacción de su más afamada novela en las costas españolas. Capote fue un maestro en la 'vampirización' literaria de sus vivencias y las de otros.

stats