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La Universidad de Granada cierra su 'cambio de hora': Siete años de debate para un único calendario

  • La UGR aprueba hoy el calendario para el próximo curso académico, el primero en el que posiblemente todos los centros se rijan por la modalidad de cuatrimestres cerrados

Imagen de archivo de la biblioteca del Hospital Real.

Imagen de archivo de la biblioteca del Hospital Real. / R. G.

Hace unos días, la rectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda, hizo referencia a que la Universidad de Sevilla iba a comenzar el cambio de su calendario académico, con el fin de eliminar septiembre y adelantar el inicio de curso. “Les puedo pasar los apuntes”, comentó en tono distendido. Más que apuntes, la rectora posiblemente tenga varios tomos de ese proceso, que ha sido largo y ha estado cuajado de críticas y momentos tensos ante los que el equipo de gobierno nunca se mostró tibio en sus intenciones.

En la UGR el cambio de calendario comenzó con una experiencia piloto, transitó por un mar de polémicas, bregó con protestas estudiantiles y, posiblemente hoy, el proceso culmine en la sesión de consejo de gobierno que debe aprobar el calendario del próximo curso universitario. No es una cuestión menor. De la vida universitaria se nutren negocios, dueños de pisos y residencias. Cada universitario se deja en la ciudad 6.500 euros de media cada curso.

La primera vez que en este siglo se habló de adelantar el calendario fue en 2003. Fue una de las propuestas del candidato a rector Victoriano Ramírez. No fue elegido y ni David Aguilar ni su sucesor, Francisco González Lodeiro, plantearon cambiar el modelo de décadas de exámenes en septiembre e inicio de las clases casi en octubre.

Pilar Aranda, en la campaña para la elección de 2015, propuso el cambio.Se contaba con la experiencia iniciada en 2013/2014 en el grado de Bioquímica, un proyecto piloto impulsado por los responsables del grado que arrojó buenos datos en lo académico. La tasa de rendimiento y de éxito mejoraron cuatro puntos. Aranda fue elegida rectora y en noviembre de 2015 varias facultades se mostraron a favor de cambiar el calendario “a modo de prueba” para el curso 2016/2017. Eran Bellas Artes, Medicina y la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Informática y Telecomunicación.

En 2017 la propuesta era ya firme y el equipo de gobierno de la rectora avanzó en el cambio de modelo: adiós a los exámenes de recuperación después del verano y hola al inicio de clase a primeros de septiembre. No fue un camino de rosas. Cada uno de los centros pidió que se tuviera en cuenta sus particularidades, la necesidad de realizar prácticas, los tiempos necesarios para evaluar... Se presentaron dos propuestas, la de calendarios cerrados –con exámenes de recuperación a los pocos días de realizar la evaluación ordinaria– y la de semestres abiertos, con las recuperaciones, las del primer y las del segundo cuatrimestre, en julio.

La línea de defensa de la necesidad de cambiar el calendario se basaba, fundamentalmente, en que apenas el 3% de los que se presentaban en septiembre lograba aprobar. Se quería adelantar todo el procedimiento administrativo con el fin de mejorar los programas de movilidad y cerrar el curso académico antes de las vacaciones estivales. No todos estuvieron de acuerdo. En marzo de 2017 un grupo de estudiantes se encerró en la biblioteca de Ciencias. Una de sus quejas era el cambio en el calendario. Tardaron siete días en irse. En mayo de ese mismo un grupo de estudiantes irrumpió en el Hospital Real, donde se celebraba el consejo de gobierno que debía aprobar el nuevo calendario. La Delegación General de Estudiantes, en momentos convulsos, aprobó en votación secreta –signo de la tensión– pedir que se mantuviera septiembre.

La complejidad de la situación –y la imposibilidad de llegar a un acuerdo– llevó a acordar que cada centro contara con su propio calendario. Se podía elegir entre el modelo abierto –por el que optaron facultades del peso de Ciencias de la Educación, Económicas y Empresariales, Derecho y Filosofía y Letras– y el cerrado. Las clases en el curso 2017/2018 comenzaron el 13 de septiembre, algo inédito en Granada.

En estos años, la situación ha cambiado y de los centros que eligieron semestres abiertos de primeras (nueve), este año son cinco,Ciencias de la Salud, Económicas y Empresariales, Relaciones Laborales y Recursos Humanos, Derecho y Trabajo Social. El próximo año previsiblemente todos pasarán a tener calendario con semestres cerrados, como ya se ha anunciado.

En datos, según la Unidad de Calidad, Innovación y Prospectiva, la tasa de éxito –relación entre créditos examinados y créditos aprobados– en la UGR en el curso 2015/2016 era del 86,18%. En el 2018/2019, del 87,46%. La de rendimiento –relación entre créditos matriculados y créditos aprobados– ha pasado del 77,01% en 2015/2016 al 76,32%, mientras que la tasa de eficiencia –relación entre créditos matriculados y número de créditos en los que debería estar matriculado– estaba en 2016/2017 en el 96,87% y en el 2018/2019 se fijó en el 96,56%.

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