Granada

Villa Astrida: Lo que queda de una época dorada

  • Polémica en torno a la propiedad inmobiliaria que sirvió de residencia de verano de la familia real belga en Playa Granada La finca podría ser aprovechada para atraer a turistas interesados en la figura del rey

La residencia veraniega en España de la familia real belga ubicada en Motril ha saltado al primer plano de la prensa internacional porque en el Registro de la Propiedad 1 de dicha ciudad figura como propiedad de la reina Fabiola, cuando tenía que rezar como un bien cedido a una fundación creada en España en 1999 para promover la memoria de su marido. El escándalo lo destaparon los periódicos de Sudpresse, que publican en el área local de Valonia y Bruselas, en contra de lo que que aseguraba la Casa Real belga.

El asunto del palacio motrileño lo puso el propio primer ministro de ese país, Elio Di Rupo, en manos del Ministerio de Exteriores para su investigación y anunció que presentará en breve propuestas para reformar el sistema de dotaciones de la monarquía, sobre todo, tras la polémica desatada el pasado enero en torno a la fundación belga de Fabiola.

Sin embargo, no se trata de la única 'nebulosa' que envuelve la mítica residencia de los reyes de Bélgica, como ha sido conocida durante años. Motril, una ciudad con una relación especial con el fallecido Balduino y con Fabiola, se plantea ahora la "utilidad" de un patrimonio que cumplió una función de promoción de la población durante años y de admiración mutua, pero que ahora tan sólo supone para vecinos y visitantes cuatro paredes cerradas a cal y canto.

Para la mayoría de los motrileños no sólo supone un misterio lo que hay dentro de esas instalaciones, en las que se adivinan a vista de pájaro magníficos jardines, sino numerosas cuestiones, como su titularidad, por qué aterrizaron los reyes aquí o la posibilidad de que la propiedad pudiera revertir a Motril en caso de que se trate de una concesión. Y, en este caso, ¿sería temporal o definitiva? También circulan numerosas dudas en torno a dicha propiedad, que la mayoría desconoce si está construida sobre suelo público o privado, como si está exenta de impuestos o si le cuesta a día de hoy un euro a las arcas municipales. Pero no sólo las incógnitas son de tipo administrativo, sino que además la población se pregunta: ¿sigue viniendo alguien de la familia real? ¿y en concreto, la reina?.

Este periódico trata de desenmascarar algunos de los bulos que giran en torno a la villa, para intentar arrojar algo de luz sobre la confusión que se cierne -voluntariamente o no- sobre dicha construcción que cuenta con medio siglo de vida. En concreto, Balduino se prendó en los años 60 de la Costa Tropical en un viaje en helicóptero desde Sierra Nevada hasta Motril. El carácter de los vecinos de la ciudad le hizo decidirse: Ellos podían hacer una vida normal, sin que nadie les molestase. En la mente colectiva figura la imagen de Fabiola con un pañuelo en la cabeza recorriendo las tiendas del centro, o la del rey corriendo por la vega acompañado de un coche de seguridad, o su participación cada año en los oficios religiosos en la iglesia de las monjas, o cuando acudían al Club Náutico... El respeto y cariño que se profesaban mutuamente hizo que en aquel entonces todos cerrasen filas en torno a apoyar su presencia en Motril. Además, se convertía en destino de primer orden para personajes como los Reyes de España o figuras internacionales que venían a visitarles.

La creencia popular afirma que la villa en honor a la madre de Balduino, Astrid, se edificó en un terreno municipal. Primer error. Según los técnicos municipales, nunca esas tierras fueron propiedad del Ayuntamiento, entonces regido por Juan Antonio Escribano Castilla, sino que se trató de una adquisición y, por tanto, es una propiedad privada.

El hijo del entonces alcalde de la ciudad, Juan José Escribano, detalla que la promotora de la urbanización Pueblo del Chirimoyo, que fue el germen de las actuales urbanizaciones turísticas de la ciudad, cedió el terreno a los reyes para promocionar la zona. "En ese mismo tiempo la familia Agrela tiene dadas las tierras a colonos y deciden hacer el principio de lo que ahora es Playa Granada. Por razones de parentesco con Fabiola, le vende a un bajísimo precio el terreno. Lo único que hace mi padre, previendo que podía ser en el futuro una zona residencial, es dar todas las facilidades que podía dar un ayuntamiento".

Precisamente, ésta es otra de las cuestiones que preocupan a algunos grupos políticos, como Izquierda Unida, que nunca ha estado a favor de esta residencia y que incluso sugiere su actual expropiación. Felipe Villa, portavoz de esta formación a nivel local, pone encima de la mesa la "barbaridad" que supone que se construyera tan cerca del mar, en un terreno que pertenece al dominio público marítimo-terrestre y pregunta si está exento de impuestos. Este partido también quiere saber si el Ayuntamiento se hace cargo del mantenimiento de los jardines.

Estas dos cuestiones también son desmentidas desde el Consistorio, que afirma que sus propietarios se comportan como cualquier dueño de un dominio privado, que hacen sus correspondientes liquidaciones y que en ningún caso el Servicio de Mantenimiento cuida unos jardines que posee maravillas como plantas traídas del Congo belga, sin duda, lo más preciado del lugar que los que lo han visto definen como "sobrio". Sin embargo, el Ayuntamiento expresa su intención "desde el respeto a una propiedad privada, de buscar vías de colaboración" y de llegar a un acuerdo con la familia real belga para, por ejemplo, a cambio de la prestación de servicios, que dicho equipamiento fuera aprovechable para la ciudad, aunque también admiten la dificultad de contactar con ellos, porque cuando vienen lo hacen de incógnito. De hecho, antes los representantes municipales visitaban la finca cuando llegaban, pero ahora hasta desconocen cuando están ahí. La última vez que se vio a Fabiola fue en la inauguración del Festival de Música Sacra Rey Balduino en 2008, pero su edad -85 años- hace intuir que viaja poco.

Ya lo intentó Luis Manuel Rubiales cuando fue alcalde de la ciudad. El ex regidor relata que incluso se plantó en Bruselas a comer con la reina Fabiola para decirle frente a frente sus planes de que, una vez fallecido Balduino, se pudiera ubicar en la residencia un museo que pudieran disfrutar vecinos y visitantes. "Se trataba de devolver a Motril parte de lo que Motril les dio", recuerda.

Este argumento coincide con las afirmaciones que la propia monarca belga realizó a la familia Escribano, a la que visitaba como amiga con frecuencia. La idea que tenía era levantar un museo y una capilla en medio de los jardines en memoria de su marido con el retablo que tenían en otra finca en Zarauz. Pero nunca se llegó a un acuerdo.

A buen seguro, este proyecto se convertiría en destino de peregrinaje de sus súbditos, que querían saber cómo era aquel lugar que saltó a la actualidad internacional por ser donde murió su rey, unas circunstancias en las que también se han mezclado ficción y realidad. Lo que ocurrió en realidad aquel 31 de julio de 1993, es que el personal de servicio encontró su cuerpo sin vida junto la piscina, con un libro entre las manos, cuando le avisaba en torno a las 8 de la tarde para cenar. El cardiólogo local Carlos Aguado, que estaba en Playa Granada, certificó su fallecimiento por ataque cardíaco.

Muchos de los belgas han querido conocer a lo largo de estos 50 años cómo era el paraíso en el que se 'perdían' sus reyes, pero cuando han venido se han encontrado tan sólo con una pared. Motril, por tanto, pierde así la oportunidad de contar con un importante recurso turístico.

Una vez que Balduino no está y Fabiola no puede venir, la mayoría de los grupos políticos y los ciudadanos coinciden en que la función de Villa Astrida se acabó, pero que se podría aprovechar de alguna manera su pasado, ya que ese edificio fue testigo de una época dorada para Motril.

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