Granada año a año
  • La mujer de Perón estuvo veinticuatro horas en Granada, en donde fue agasajada hasta la saciedad por las instituciones y el pueblo granadino

  • La actriz Lupe Sino, amante del diestro cordobés, recibió la noticia de la cogida mortal de su amado en el balneario de Lanjarón

1947: El año que nos visitó Evita y murió Manolete

Una multitud de personas recibió a Evita en El Fargue Una multitud de personas recibió a Evita en El Fargue

Una multitud de personas recibió a Evita en El Fargue / A. C.

Escrito por

Andrés Cárdenas

El año 1947 fue un tanto convulso y lleno de cambios en Granada. Nada más comenzar enero los periódicos daban la noticia del asesinato del coronel de Ingenieros Joaquín Milans del Bosch por parte de los guerrilleros de la partida de ‘El Clares’. Este militar estaba destinado a Granada y tenía una finca en Güéjar Sierra. Hasta allí fueron los maquis para acabar con su vida. Hasta ese momento los guerrilleros granadinos no habían tenido delitos de sangre en Granada, pero a partir de ahí – y del asesinato del industrial Romero de la Cruz a manos de los Quero- serán perseguidos con más saña por parte de las autoridades, ya dispuestas a acabar por las malas con todas las partidas que operaban en Granada. En marzo fueron abatidos los maquis Ramón Carrasco, José María Pardo y Antonio Montilla, que eran buscados por su implicación en el asesinato del coronel Milans del Bosh, cuyo cadáver fue trasladado el 10 de enero hasta Vitoria, su ciudad natal. Desde entonces la orden sería la de primero disparar y después preguntar.

Sin duda muchos granadinos ya provectos se acordarán de que en junio de 1947 vino a Granada Evita Perón, ‘La Perona’ como era cariñosamente conocida. Estuvo en la capital solo veinticuatro horas, pero dieron la impresión de que habían sido muchas más. Los mandatarios granadinos hicieron lo posible para que la pobre Evita no descansara ni un momento. Franco había dado orden al Ayuntamiento de que hiciera lo posible porque la esposa del presidente argentino Juan Domingo Perón se encontrara a gusto con nosotros. Sería una de las maneras de darle las gracias a Argentina por los barcos de trigo, huevos y de carne que nos enviaba durante la posguerra y sin hacer caso del bloqueo impuesto por la ONU. Argentina y Portugal fueron los únicos países que se pasaron por el forro de los pantalones el bloqueo económico a España que impuso la Organización de las Naciones Unidas. Por eso, para los españoles los argentinos eran esos amigos que nos estaban ayudando en las dificultades. ‘La mano de Dios’, que luego se personalizaría en Maradona.

Vino al fin Evita al aeropuerto de Armilla y desde allí se trasladó a la Virgen de las Angustias, en donde le rezó a la patrona de Granada. Ese día, el 15 de junio, Antonio Gallego Burín, recuerda Entrala, estuvo enfermo y le sustituyó en el cargo el teniente de alcalde José Méndez, quién le hizo los honores a la dama argentina. Vestía un traje de media manga rosa con lunares blancos. Evita, que contaba con 28 años de edad, tuvo un gran recibimiento por parte de los granadinos, que jalearon su nombre, el de su marido y, ya puestos, el de Franco. Una niña se le acercó para darle un ramo de flores y la mandataria argentina, conmovida por el gesto, sacó del bolso veinte duros y se lo dio a la pequeña. Se perdió Evita porque a partir de entonces fueron muchas las niñas que se acercaron para recibir los veinte duros de rigor. La esposa de Perón comió en el hotel Victoria, donde el Ayuntamiento le regaló un cuadro de Morcillo, “que quizás ande ahora por algún salón de la Casa Rosada en Buenos Aires o lo tenga a la venta algún anticuario platense”, dice José Luis Entrala. Por la noche visitó la Alhambra, donde el pianista Querol amenizó la velada. Al día siguiente visitó la catedral, la capilla real y por la tarde fue a la fábrica de pólvora de El Fargue porque quería tener un contacto con los obreros. Allí fue recibida como creían los granadinos que se merecía. Una gran multitud de personas se había congregado con el fin de dar gritos de exaltación a la ilustre visitante. Los obreros le regalaron una cajita de taracea con un mantón de manila blanco dentro. Cuentan las crónicas que a la mandataria argentina, que era de poco comer, le encantó la tortilla de Sacromonte que probó en la comida con la que fue agasajada en los jardines de la factoría. En todo el ajetreado día que estuvo en Granada Evita no habló públicamente, solo en El Fargue llegó a decir que estaba muy contenta. Sí se explayó el director de la Fábrica de Pólvora, el coronel Ernesto Llamas, que, según recogen las crónicas, llegó a decir: “Señora, por el bien al que habéis dedicado vuestra vida, por la verdad de vuestros hermosos sentimientos y por vuestra belleza moral que iguala a vuestra belleza física, sois el conjunto armonioso que hace exclamar ¡Eva Duarte de Perón, tú eres la paz!”. Eso lo dice hoy y es acusado de machista.

Evita, a su llegada al aeropuerto de Armilla Evita, a su llegada al aeropuerto de Armilla

Evita, a su llegada al aeropuerto de Armilla / A. C.

Cerveza y penicilina

Ese año de 1947 los granadinos celebraron dos acontecimientos que harían de sus vidas más placenteras y duraderas. El primero fue la posibilidad de beber cerveza, pues su consumo había estado restringido durante un tiempo. La cebada que se cultivaba o la que mandaban los argentinos no podía utilizarse para otra cosa que para comer. Eso sí, se podía beber a 1,5 pesetas la caña. Un dineral para los bolsillos de entonces. Un sitio en donde se podía tomar esa caña era el popular bar Aliatar, que abre sus puertas ese año, esperando al paso de la Borriquilla, que procesionó en 1947 por primera vez.

El otro acontecimiento fue la aparición en Granada de la penicilina, que ya se estaba utilizando en otros países desde 1944. El 10 de enero de 1947 comenzó a funcionar en Granada el servicio de prestación urgente de este medicamento. El enfermo podía obtenerla el mismo día que la necesitaba y en un espacio de tiempo de unas horas. Granada llegó a tener en depósito diez millones de ampollas de penicilina de la marca Speke. Cada unidad costaba 17 pesetas, como unas diez cañas de cerveza. Durante la época del estraperlo se llegó a pagar hasta cien pesetas por ampolla en el mercado negro. Quién las tenía se podía curar y el que no, liaba el petate y se iba al otro mundo.

El 6 de julio se celebró en Granada el referéndum por la llamada Ley de Sucesión, que pretendía convertir a Franco en regente vitalicio de España y le daba poder para elegir a su sucesor. No hace falta decir el resultado del referéndum.

Habíamos dicho que 1947 había sido un año de cambios. Así es. Se nombra un nuevo gobernador civil (a Fontana se lo quitan de en medio) y viene un nuevo arzobispo a cubrir la ausencia definitiva del cardenal Agustín Parrado. El nuevo gobernador será Servando Fernández-Victorio y Camps y en el arzobispado estará el leonés Balbino Santos Olivera, curioso personaje que saludaba a la romana y que en su corto mandato de poco más de seis años se crearon 42 nuevas parroquias, recorrió toda la diócesis en visita pastoral, intensificó la devoción a la Virgen de Fátima (promoviendo la construcción del santuario dedicado a esta advocación en Lancha de Cenes) y publicó más de cincuenta pastorales. Su preocupación social se materializó con la recaudación de fondos para los más necesitados mediante tómbolas benéficas y con la entrega de viviendas sociales promovidas por la Constructora Benéfica de la Virgen de las Angustias, que presidía, en colaboración con el Instituto Nacional de la Vivienda. Buen hombre, este Balbino.

En cuanto a don Servando, era un conocido falangista catalán (curiosamente por aquella época todos los gobernadores civiles que nos mandaban procedían de aquella parte de España) que estuvo en la División

Azul y que fue el jefe provincial de la FET y de las JONS en Granada hasta 1956. Tal vez lo más destacable de su mandato es que puso en marcha el proyecto para construir la estación de esquí de Sierra Nevada. Una magnífica idea.

Muere Benlliure

En 1947 muere Mariano Benlliure, autor de la famosa estatua de Colón y de Isabel la Católica que hay al comienzo de la Gran Vía. Precisamente ese año el Ayuntamiento libró una partida de 217.607 pesetas para trasladar el monumento, que en un principio estuvo en la confluencia del Paseo del Salón y la Carrera del Genil, donde hoy está la Fuente de las Granadas. Se inició una polémica en la ciudad por considerar excesivo el gasto en dicho traslado (que al final se llevaría a cabo en 1963) hasta el lugar en donde está hoy. Aunque nada que ver con la sonada polémica que se registró en la inauguración del monumento con motivo del cuarto centenario del Descubrimiento de América en 1892. Estaba previsto que viniera a su inauguración la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, que según se había anuncia llegaría a Granada con su hijito Alfonso XIII. Como al final no vinieron ni uno ni otro, en la ciudad se lío un follón tremendo que terminó con incendios (se les metió fuego a los arcos ornamentales preparados para la ocasión), disturbios varios y barricadas. El periódico El Defensor de Granada (por entonces de marcado cariz liberal y republicano) alentó a las revueltas callejeras con un duro editorial “en el que ponía a bajar de un burro a todos los implicados en tamaño desaire de la Casa Real para con esta provincia. Ya no se quería ver a nadie del Gobierno por aquí”, dice Gabriel Pozo. El editorial del periódico tenía el título de “Que no vengan”. Y no vinieron. La regente ni siquiera se disculpó.

Manolete y Lupe Sino. Manolete y Lupe Sino.

Manolete y Lupe Sino. / A. C.

Aunque 1947 es para toda España el año en que murió Manolete. En este recuento de historias no voy a hablar de él porque todo el mundo sabe que murió a consecuencia de una cornada que le dio un toro llamado Islero en la plaza de Linares, agravado por la decisión de hacerle una transfusión sanguínea en vez de cortarle la pierna. Voy a hablar de su amante Lupe Sino, que estaba en el balneario de Lanjarón intentándose curar de una enfermedad de riñón que padecía cuando recibió la noticia de la cogida mortal de su amado. Manuel Rodríguez ‘Manolete’, esa figura mítica que supo grajearse el afecto del público durante la postguerra española, conoció a la guapa actriz Lupe Sino en Madrid. Se la presentó Pastora Imperio y desde entonces se hicieron amantes. Él era feo de narices, pero tenía pasta suficiente como para convertir ese defecto en una virtud.

Manolete y Lupe iban a casarse en octubre de ese año de 1947, a pesar de la oposición de la madre del torero, que no le gustaba la actriz como pareja de su hijo. En esas diez interminable horas que estuvo en la antesala de la muerte el diestro, a la actriz le dio tiempo a llegar a Linares cuando estaba su amado aun vivo. Al llegar a la habitación donde Manolete estaba aún consciente, su apoderado José Flores ‘Camará’ y el rejoneador Álvaro Domecq le vetaron la entrada, temerosos de que se celebrase un matrimonio in artículo mortis y que la gran fortuna del torero cayera en manos de la actriz, a la que su cuadrilla, allegados y su propia su madre, Angustias Sánchez, aborrecían. ‘La víbora’ le llamaban.

En 1947 nacen José Heredia Maya y Luis Habichuela, dos gitanos que tendrán mucho que decir

Lupe Sino quedó destrozada. Consciente del odio que suscitaba en España, se marchó a México, donde rodó alguna película y conoció a un abogado también llamado Manuel Rodríguez, con el que contrajo un matrimonio que apenas duró el año. De regreso a España, en 1959, cuando circulaba en su descapotable por Madrid con el actor Arturo Fernández, entonces un guapo treintañero, sufrieron un accidente que probablemente desencadenó el derrame cerebral que causó su muerte en 1959. Tenía tan solo 42 años de edad. Lupe Sino ya no quiso volver a Lanjarón por los amargos recuerdos que tenía de ese sitio.

En 1947 nacen en Granada José Heredia Maya y Luis Habichuela, dos gitanos que tendrán mucho que decir en el mundo de la cultura y el espectáculo. Ese año muere en Granada Melchor Almagro Martín, escritor y diplomático español que fuera el miembro más joven de la conocida Cofradía de la Fuente del Avellano. Trabajó en El Defensor de Granada y fue amigo de Ortega y Gasset. Viajó por todo el mundo antes de dedicarse a la política activa. En la Wikipedia se dice de él que en Viena abordó sexualmente a un soldado y éste lo denunció por espionaje, lo que provocó un conflicto diplomático que terminaría costándole la carrera y valiéndole la marginación entre sus compañeros. En 1919 abandonó su trabajo víctima de la caza de brujas a la que fue sometido por su homosexualidad. Prosiguió sin embargo su carrera política: en 1936 fue elegido diputado a Cortes por un partido de derechas en Granada, aunque la orden de repetir las elecciones en la ciudad le hizo abandonar posteriormente. Durante parte de la Guerra Civil se exilió a Buenos Aires. Murió de diabetes en Madrid en 1947, abandonado y pobre.

En cuanto a José Heredia Maya, que había nacido ese año en Albuñuelas, fue el primer catedrático de la Universidad de Granada de etnia gitana. Se licenció en Filología Románica y tuvo un éxito impresionante con su obra de teatro Camelamos Naquerar. La obra, realizada junto al bailaor Mario Maya, constituye un retrato de la opresión sufrida por los gitanos a lo largo de los siglos. Durante un tiempo se marchó a vivir a Madrid, tras aparecer en la primera página de Ideal esposado, tras ser detenido, acusado de ser receptor de obras de arte robadas en el carmen municipal de Los Mínimos. En 1996 fue condenado a un año de prisión por ese delito. La desagradable experiencia le sirvió para conocer quiénes eran sus auténticos amigos. Y fueron muchos, me consta, los que pusieron la mano en el fuego en defensa de Heredia Maya. Se marchó durante un tiempo a Madrid y allí escribió Experiencia y juicio, una obra en la que, de alguna forma y según algunos críticos, contaba la injusticia que se había cometido con él. Una cruel enfermedad acabó con su vida en 2010. La Universidad de Granada le había hecho un homenaje un año antes. Sin duda se lo merecía.

Y al terminar el año se puso en marcha el primer automotor entre Granada y Sevilla, que se inauguró el 9 de diciembre. Estaba dotado con dos motores de ciento cuarenta y cinco caballos y podía alcanzar los 120 kilómetros por hora. Digo ‘podía’ porque nunca los alcanzó. Tenía 26 asientos de primera y 66 de segunda, además de un servicio de cafetería, cuarto de aseo y lavabo. Todo un lujo para la época.

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