Los burros de Granada

Sin ánimo de ofender, los burros han estado muy unidos a Granada; los usaron los moriscos, los tertulianos de La Cuerda, el Padre Manjón, los arrieros y 'aguaores', hasta una burra entró en la UniversidadExistía en Plaza Nueva una especie de parada de burro-taxi regentada por Pepica allá por el año 1900

José Luis Delgado / Granada

23 de mayo 2011 - 01:00

Son de Ruiz de Alarcón estos versos en boca de un arriero de su obra Las paredes oyen: con mi albarda y mi burro / no envidio nada / que son coches de pobres / burros y albardas. Desde siempre se ha considerado a este modesto animal como el símbolo de la humildad, la paciencia y el coraje; otros lo identifican con la ignorancia; y es que a veces al humilde lo creen tonto y al paciente, ignorante.

Aparece en nuestras letras más preclaras: era el Rucio de Sancho Panza, el burro Lucero de Alarcón en su viaje por las Alpujarras, el Platero de Juan Ramón Jiménez y el Lucero de Cela en La Alcarria.

Sin ánimo de ofender, el burro ha estado muy unido a la ciudad de Granada. La especial orografía de la ciudad lo hacía imprescindible sobre todo en el Albaicín y el Sacromonte; era el animal típico de los habitantes de las cuevas gitanas; y muy frecuente entre los areneros del Genil y aguadores del Avellano. Ya en la Granada morisca del siglo XVI eran los arrieros los que pasaban mercancías y servicios secretos para defenderse de los cristianos. Dicen que los componentes de la tertulia La Cuerda Granadina subían a la Alhambra como en procesión a lomos de burros.

Hemos leído en El Defensor que existía en Plaza Nueva una especie de parada de burro-taxi regentada por Pepica, la de las burras, allá por el año 1900; su misión era alquilarlos por unos céntimos para facilitar la subida al Albaicín. Los viajeros eran acompañados por unos niños que luego bajaban el burro al trote por la cuesta del Chapiz.

UNA BURRA EN LA UNIVERSIDAD

El burro granadino tiene también su bonita historia unida al Sacromonte. Sabemos que el prestigioso catedrático Don Andrés Manjón conservaba en las caballerizas del Ave María por lo menos cuatro jumentos: Purchila, Paloma, Longaniza y Morena, que es en la que bajaba a Granada. Cuenta él mismo que fue una de estas burras la primera en entrar en la Universidad. Dicho así, daría la impresión de que el obediente animal no sería tan burro o de que para entrar en tan prestigiosa institución no hay que ser muy listo.

Y es que resulta que, en un muy lluvioso día del mes de abril de 1900, era tal la cantidad de agua que caía que el Padre Manjón no quiso dejar su burra en la calle; optó por meterla en el recinto universitario y buscarle mejor cobijo.

Es la primera noticia que tengo de que la Universidad haya servido de protección a un burro. La primera, no la última. Aunque cuando murió la burra Morena por poco le levantan un monumento.

No fue sólo Manjón el único canónigo que viajaba en rucio; yo llegué a conocer a Don Luis Gómez, profesor de Ciencias, que también bajaba a Granada en burra, allá por 1960; su habitación en el Sacromonte era un auténtico laboratorio de Ciencias Naturales. Alfonso Colodrón, alumno que fue de Don Luis, en sus preciosos comentarios sobre la obra del pintor y poeta granadino Torres Morenilla, dejó escrito esto: "Don Luis era además un científico de los de antes, a veces en las clases nos hablaba de sus descubrimientos de laboratorio. Su habitación parecía un zoológico. Siempre en burra y con su manto, a los gitanillos les daba caramelos", al tiempo que les decía: "para que os endulcen la vida, que bien amarga es".

Esta otra aventura tiene también como protagonista a un catedrático de nuestra Facultad de Medicina, y no a un burro sino a unos caballos. Se trata del doctor José Martín Barrales, padre de la poeta Elena Martín Vivaldi. Cuentan que cuando el médico sacó la cátedra era conducido a las clases por su propio padre que era cochero. Dicen que al pasar por la calle Mesones gritaba, con afán de ser oído por todos los viandantes: ¡apartad, apartad, que llevo a mi hijo que es catedrático!

Van desapareciendo pero todavía quedan algunos burros en Granada; y algunos muy burros, aunque bien protegidos.

4 Comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último