El 'cementerio' de toallitas de Granada mide casi dos kilómetros y está en el río Genil
Medio ambiente
Granada/La imagen de la vergüenza que pesará a los dirigentes de la ciudad y la provincia, pero también a los ciudadanos por su falta de conciencia medioambiental. Si hace unas semanas Córdoba abochornaba a España entera al aparecer una isla de toallitas y lodos en mitad del río Guadalquivir, después de un descenso del caudal, a su paso por la ciudad califal, no es que en Granada haya aparecido de la nada: es que ya estaba ahí. Millones de toallitas y otros residuos se acumulan en los márgenes del río Genil en su tramo de salida de la capital. Y no en un punto concreto, sino durante al menos dos kilómetros río abajo.
Taludes de más de un metro donde las toallitas han sedimentado, pequeñas isletas donde estos residuos han aprovechado el agarre de rocas y vegetación fluvial para pegarse dejando una imagen casi viscosa, cañaverales y otras plantas completamente arrasadas por riadas donde se acumula cientos de estos elementos textiles ya usados que dejan una imagen fantasmagórica, e incluso toallitas que cuelgan de ramas de árboles incluso varios metros por encima del agua del río Genil.
Esta imagen dantesca puede verse con especial virulencia y alarma en un tramo de cerca de dos kilómetros río abajo a partir de la glorieta de la carretera GR-3303 de Churriana de la Vega, y donde se inician la calle del mismo nombre del municipio de Granada capital y la carretera GR-3305 que discurre hacia Vegas del Genil. Se trata de un lugar muy transitado por deportistas y es usado como sitio de ocio por muchas personas de todas las edades, y conocido por tener cerca una vaquería, una depuradora de aguas, el Centro Hípico de Granada o los antiguos campos de entrenamiento de Antonio Sánchez del Granada CF. Es el punto donde la contaminación por toallitas es más alarmante. Más allá del vado del Genil hacia el Camino de Purchil se repite la imagen, pero ya sin tanto impacto visual aunque siga habiendo estos residuos, y donde estos dejan paso a otros escombros desde plásticos a sacos de tierra procedentes del cultivo ilegal de marihuana.
Según ha podido saber esta redacción, las competencias sobre la limpieza del cauce del río Genil corresponden al "organismo de cuenca", según documentación consultada por este diario, lo cual significa que esa atribución es para la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG). A la Empresa Municipal de Abastecimiento y Saneamiento de Granada (Emasagra) tan solo le compete el tramo urbano del río y el segmento en cuestión se encuentra a las afueras de la ciudad. Sin embargo, la CHG, con quien trató de ponerse en contacto ayer esta redacción sin éxito, puede firmar convenios puntuales con otras administraciones en diferentes materias. Por eso fue la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía quien abordó el pasado 25 de enero la limpieza y desmontaje de la isla de 15 metros cúbicos de lodos y toallitas que apareció en el río Guadalquivir en Córdoba.
El de las toallitas húmedas de baño, que no se pueden tirar por el váter mientras no sean biodegradables, es uno de los grandes problemas medioambientales de los últimos años y los grandes perjudicados son los ríos de numerosos puntos de España. Las campañas de concienciación ciudadana se han repetido desde todas las administraciones, en especial las realizadas por Emasagra para evitar que los habitantes de la ciudad arrojen estos residuos por los inodoros. De hecho, llegó a bautizar una de ellas con el lema 'Monstruo de las toallitas' por su implicación en el atasco de las tuberías particulares y que puede poner en serio peligro el funcionamiento del sistema general de evacuación, como las toallitas u otros elementos que se tiran por el váter, y que acaban formando atranques en las redes de alcantarillado. Por eso insiste en la importancia de no utilizarlo de papelera. En el año 2017 la empresa municipal retiró más de 130 kilos solo de toallitas de la red de alcantarillado de la ciudad, que además requiere de un aparataje específico y costoso para abordar su limpieza.
La organización Greenpeace también ha advertido de la problemática de estas toallitas en diversas ocasiones, detectando además un incremento de su uso sobre todo a partir de la pandemia. La organización avisa de que "no son biodegradables, aunque se anuncien como tal, ya que están fabricadas con microplásticos y, algunas, con microfibras de celulosa. Contienen, por lo tanto, fibras sintéticas y sustancias que impregnan el tejido como son conservantes, surfactantes e hidratantes, empleadas para inhibir la acción de las bacterias responsables de la descomposición de estos materiales".
De esta manera, "se van desintegrando en microplásticos y terminan directamente en nuestros cauces, ríos y mares. Allí, las fibras plásticas de estas toallitas pueden tardar más de 100 años en degradarse en fragmentos aún más pequeños". Según la organización, unas 700 especies de organismos marinos se ven afectados por contaminación plástica. Sin embargo, no solo se ven afectadas estas especies sino que muchas aves se ven perjudicadas ya que estas toallitas pueden quedarse anudadas a picos y patas.
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