El cielo se abre en Alquife
Revitalización del poblado minero
Las minas, que se cerraron en 1996 y vivieron su mayor esplendor en los sesenta, tienen por delante una oportunidad de oro para revitalizar el municipio: ser el eje de un gran parque turístico y cultural.
Marcan y distinguen con su color rojizo el paisaje del Marquesado del Zenete. Las minas de Alquife, unas de las más grandes de Europa a cielo abierto, siguen siendo trece de años después de ser explotadas una ruina industrial que guarda vida en su interior. Aunque, cubierto por el agua, el corazón sigue latiendo en el enorme cráter de la mina. El alma, por su parte, reposa en cada una de las casas, en el estadio de fútbol, el cine, la iglesia, el economato, los clubes o las escuelas alzadas para dar servicio a los que en su día fueron los trabajadores de la Compañía Andaluza de Minas.
Porque en los años de esplendor –la década de los sesenta–, las minas contaron con un hermoso poblado minero formado por 150 casas, hoy en día deshabitadas, en el que vivieron más de 500 personas.
A pesar del abandono y del paso de los años, el encanto de este barrio no pasa desapercibido: ha sido reclamo publicitario de los coches Galloper o el escenario escogido por grupos como Apollo 440 para rodar sus videoclips. Ahora es, además, la gran apuesta de un grupo empresarial europeo que quiere ponerlo en valor.
A punto de celebrar el día grande sus fiestas, que tendrá lugar el próximo jueves, el municipio sabe que tiene por delante una oportunidad de ensueño: la conversión de las minas en un gran complejo cultural y turístico que apostará por el desarrollo sostenible y que dará empleo directo durante y después de su construcción a más de mil personas.
Eso es lo que tres sociedades de Luxemburgo, que compraron el pasado año la mina a su entonces propietario, Manuel Sánchez Ferrer, quieren hacer en esos 9,5 millones de metros cuadrados. El proyecto se denomina Complejo cultural y turístico Minas de Alquife y será presentado a la Junta en cuanto esté concluido el borrador.
Como los terrenos pertenecen a los municipios de Alquife, Aldeire y Lanteira, los técnicos tendrán que preparar el necesario Plan de Ordenación Intramunicipal (POI) para que la Administración autonómica, que tramita la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) de la mina, dé luz verde. De momento, la empresa ya tiene algunas ideas claras, como que una de las premisas será la conservación de la historia y la recuperación del patrimonio. Así, ya estudia qué edificios mantener y restaurar para conservar la tipología de las casas.
Se pondrá así en valor el poblado, alzado por la Compañía Andaluza de Minas a partir de los años cincuenta del siglo XX e ideado por el arquitecto constructor Ambrosio del Valle Sáenz. Durante una visita, uno de los antiguos mineros explica las zonas definidas en su trama urbana: las vías de Renfe que dividen el poblado en dos.
El proyecto contempla un parque temático atípico: diferentes barrios con la tipología de pueblos mineros en los que interpretar y contar la historia de Alquife. Uno de ellos será un barrio de un pueblo minero del Western en memoria de las películas que se rodaron desde La Calahorra hasta la mina.
De momento ya se puede observar cómo se acumulan en el suelo las tejas de algunas de la viviendas en mal estado para evitar que el deterioro sea aún mayor. Esto puede observarse nada más llegar al barrio alto, en la zona sur y sureste.
Limitada al norte por las vías del tren y al sur por el acceso principal al poblado –el camino que viene desde Alquife-pueblo– hay viviendas y edificaciones de servicios para la población que habitaba el poblado, como la guardería, la capilla construida en 1960, edificaciones cívicas, cocheras, una de las escuelas y el economato, en el que los habitantes hacían la compra, cuyo precio se le descontaba de la nómina mensual.
Más de un minero o hijo de minero recuerda aún el sabor del chocolate blanco que ofrecía esta tienda cuando el producto apenas se comercializaba en ningún otro lugar de la provincia. También recordará, a buen seguro, alguna de las películas proyectadas en el moderno cine, los partidos de fútbol, los baños en la piscina o las fiestas de la discoteca, la segunda que entonces había en Granada.
La zona central, formada por los edificios de la administración en su extremo más occidental –con las viviendas más antiguas–, luce en el centro el poblado antiguo (derribado y convertido en aparcamiento), donde se situaban las dos primeras escuelas, y por último las viviendas más recientes en el extremo más oriental.
La zona norte, además, estaba formada por el campo de deportes, el hospital, la subestación y la enorme escombrera de la mina que destaca sobremanera en el paisaje de Alquife. Entre estas zonas se ubicaban zonas verdes –ahora más reducidas– formadas por pinos, sobre todo al oeste de este plano general, entre las nuevas instalaciones industriales y las más antiguas viviendas del poblado. Estas zonas verdes eran una necesidad de contención del polvo de mineral de hierro que tanto molestaba a los habitantes del poblado.
Hay una parte industrial y de extracción de la mina (al sudoeste y oeste), con instalaciones de cribado, garajes, almacenes y parque de maquinaria, entre otras.
Desde el poblado se accede a la escombrera, donde el proyecto incluye la creación de un campo de golf que ya está diseñado, aunque que este deporte no será una de las iniciativas prioritarias, sino algo adicional, ya que, además, es posible que la tramitación de la licencia sea complicada.
Las vistas desde esta meseta, que tiene unas 300 hectáreas, muestran a la derecha todo el esplendor del Castillo de La Calahorra y la sierra, por detrás. Desde esta zona se observa El Puntal, cuya magnitud y situación se podrán aprovechar para instalar placas solares. Además, la empresa ha abierto un pozo para embotellar agua mineral al final de este paraje, aunque aún se tramita la pertinente licencia.
La posibilidad de hacer uso del enorme pantano de agua potable que se ha formado en la mina es complicada, aunque los arquitectos de la empresa están “estudiando qué se puede hacer allí”.
El proyecto
Apuesta por la cultura y el patrimonio. La empresa que gestiona al proyecto quiere crear rutas turísticas, unas dos al mes, en tren desde Guadix a la mina. La idea es hacerlas a través del antiguo ferrocarril, que ya ha sido restaurado, aunque la empresa aún tiene que contactar con Renfe para solicitar el uso de la red de vías que conecta ambos puntos. Por otra parte, el centro de interpretación de la mina que la Junta de Andalucía intentó –aunque sin éxito– proyectar, será ahora un museo al aire libre para que los visitantes conozcan cómo era la mina en su momento de máximo esplendor.
Hoteles, golf y energía renovable. Se construirán hoteles y, aunque de momento no es un objetivo prioritario, el proyecto incluye un campo de golf. La empresa apostará por la energía renovable para suministrarla al mismo proyecto: dispondrá de su propia energía solar instalando placas en la zona de El Puntal y, al final de este paraje, además, ya ha abierto un pozo para embotellar agua mineral, si bien ahora mismo se tramita la licencia correspondiente.
Proyectos culturales para recuperar el patrimonio. Está previsto que si el proyecto sale adelante, la Asociación Turística de la comarca de Guadix restaure y catalogue los bienes y documentos hallados en la mina. Asimismo, construirá un museo.
Centro de Alto Rendimiento. Se levantará un centro de alto rendimiento para deportistas y un centro de diagnóstico y de desarrollo medicinal de una empresa farmacéutica alemana que ha creado un medicamento contra el cáncer al que acudirán los pacientes que estén en terapia y que quieran comprobar los beneficios de la altitud de 1.500 metros de la zona.
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