Aromas y sabores

Cómo se clasifican los vinos en función de su edad

  • Selección. Al probar un vino, poder descubrir su envejecimiento o crianza es clave. Y resulta sumamente sencillo poder diferenciarlos a través de los sentidos

Barricas El roble del vino donde se realiza la crianza.

Barricas El roble del vino donde se realiza la crianza. / Margarita Lozano

En muchas ocasiones, ver en una determinada etiqueta de vino su calificación hace que nos despistemos y nos asalte la duda: ¿qué es mejor, crianza o reserva? Una pregunta que solemos hacernos, en muchas ocasiones, para entender hasta qué punto este apelativo distingue a unos vinos de otros y, sobre todo, en qué marca su diferencia.

El mosto se convierte en vino tras la fermentación alcohólica. A la llegada de la uva a la bodega el bodeguero y el enólogo han comprobado la calidad de la materia prima. Es el primer paso para saber qué tipo de vino vamos a hacer y cuánto tiempo de estancia o paso por madera va a ser el ideal. Es decir, un vino se elabora para ser bebido más joven o después de largos años de longevidad. Pero para esto último solo se necesita una materia prima excelente.

Tras la crianza en barrica es también importante la crianza en botella, el tiempo que dejamos reposar el vino antes de sacarlo al mercado para que todos los elementos se ensamblen y los aromas se estabilicen y se mezclen.

Así, según el tiempo que pasa el vino en barricas de roble, se establece la siguiente clasificación, aunque ciertas de estas menciones no están reconocidas en ciertas Denominaciones de Origen:

Vinos catados. Vinos catados.

Vinos catados.

Vino joven: Estos vinos han pasado directamente de sus depósitos de fermentación a la botella sin pasar por barrica. Son, por tanto, destacables los aromas primarios procedentes de la uva. Suelen ser golosos y frescos.

Vino Roble: los vinos roble han conseguido cambiar el panorama vitivinícola español, sobre todo en la Ribera del Duero, la tierra donde nació esta categoría. Un roble es un vino joven que tiene un ligero paso por barrica. Bajo este prisma, podría considerarse un semi crianza, lo cual explica en sí mismo muchas de las bondades de este vino: tiene todo de lo atractivo de los vinos jóvenes, pero también un puntito de madera que los hace más bebibles y ligeramente más complejos. Lo que sí es importante es entender que el tiempo en barrica puede variar entre una bodega u otra, encontrando vinos robles de 3, 6 ó 9 meses en el mercado. Obviamente, cuanto más tiempo de envejecimiento tenga el vino, más se parecerá a un crianza y menos a un vino joven. No se hace envejecimiento en botella.

Vino Crianza: tienen un envejecimiento no inferior a 24 meses, de los cuales, al menos 12 han de ser en barrica de roble). Tras este año en barrica envejecen en botella hasta ser comercializados por la bodega.

Vino Reserva: tienen un envejecimiento no inferior a 36 meses, de los cuales, al menos, 12 han de ser en barrica de roble. En los vinos blancos el envejecimiento ha de ser no inferior a 24 meses, de los cuales, al menos, 6 han de ser en barrica de roble.

Vino Gran Reserva: Tienen un envejecimiento no inferior a 60 meses, de los cuales, al menos, 24 meses han de ser en barrica de roble, y 36 meses en botella. Estos vinos sólo se producen en añadas con uvas de gran calidad.

El mejor momento de madurez del vino tiene siempre un cierto carácter subjetivo

El momento óptimo de la madurez de los vinos para obtener de ellos el máximo disfrute posible, como es fácil suponer, tendrá siempre un cierto carácter subjetivo porque no existe ninguna máquina de medir el ciclo de vida del vino y también porque (como ocurre con las carnes a la brasa) dependerá del gusto de cada persona o de la ocasión: un vino sin terminar de madurar los taninos puede ser ideal para armonizarlo con algunos platos que precisen esa astringencia y, en cambio, podría resultar agresivo para otras que requieran una superior delicadeza.

Salvando estas limitaciones o cuestiones subjetivas, se intentan esbozar a continuación algunos aspectos, llamemos teóricos (que en ocasiones son de sentido común) que pretenden indagar en los factores que determinan este punto de madurez ideal. Y este momento dependerá de las diversas causas responsables de sus características compositivas, entre otras: su origen geográfico y varietal, su proceso de elaboración y la añada (cosecha) de procedencia en su caso. Es resumen: la calidad de la materia prima y el trabajo que con ella se hace en la bodega.

Hay algunos factores que determinan el punto de madurez ideal

Para descubrir estas diferencias y aprender cuál es, en realidad nuestro estilo de vino favorito, el pasado jueves día 24 se celebró una cata en el Restaurante Mercado Central en la que pudimos degustar un vino de cada categoría.

Como vino joven catamos La Pinosa (DO Ribera del Duero) de Bodegas Viñabuena, con un fuerte peso de aromas primarios de la propia uva, destacando las frutas del bosque, los mentolados y los sabores golosos.

El roble elegido fue Vallarín, también de la DO Ribera el Duero, de las bodegas homónimas, donde ya junto a los aromas frutales encontramos recuerdos de aroma de caja de puros y de vainilla.

El crianza que catamos fue un Tempranillo riojano, Viore, de Bodegas Riojanas. Un crianza con entrada suave, mucho peso de fruta en el paso por boca, aromas de moras y frambuesas muy maduras, vainilla y maderas nobles.

Siguiendo el orden de menor a mayor crianza, catamos un clásico donde los haya: Viña Ardanza, un reserva riojano que si bien es un clásico como hemos dicho, ha ido evolucionando con el gusto de los paladares y tiene público de todas las edades. Por cierto, también ha cambiado su etiqueta a partir de la cosecha 2010 que es la que está a punto de salir al mercado.

Y terminamos con un Protos Gran Reserva, también de la Ribera del Duero. Aquí dominan desde el principio los aromas terciarios, es decir, los que aporta la crianza en barrica y botella. Bosque umbrío (tierra húmeda, hojarasca), humo de chimenea, especias (pimienta negra, vainilla), y muchos más que iba apareciendo según el vino se oxigenaba en copa.

Lejos de existir una generalidad, es necesario dejar claro que no hay una máxima universal que paute qué es mejor, crianza o reserva, ya que esto depende del productor pero, también, de otros factores como el proceso de envejecimiento o, incluso, de los gustos personales de cada paladar.Si es usted un amante de los vinos, es importante conocer qué implica cada categoría de vino antes de elegir uno para un determinado momento. O, incluso, el mero hecho de saber distinguir qué vino es mejor, crianza o reserva; ayudará a disfrutar todavía más de los matices de cada uno de ellos en la copa.

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