El 10 de noviembre de 2019, día de las últimas elecciones generales en España, Macarena Olona, que entonces era candidata de Vox por Granada, logró su escaño en el Congreso de los Diputados con 99.928 votos, un 20% de todos los escrutados aquel día en esta circunscripción electoral. Frente a este único asiento en la Cámara Baja, el Partido Popular obtuvo dos gracias a unos pocos miles de votos más (105.192 y 22% de los apoyos). Por otra parte, hubo otra candidatura, la formada por Podemos-IU, que con sólo 59.331 y un 12% del voto total, logró un representante en Cortes. Es decir, el mismo resultado práctico que el entonces partido de Olona, pese a haber logrado 40.000 votos más. 

Pedro Honrubia, el todavía diputado de Podemos-IU por Granada, obtuvo en aquella cita electoral de 2019 el escaño más barato que se ha asignado a la circunscripción granadina en la historia de la democracia española. Hasta entonces, ese mismo logro había correspondido a Luis Salvador, que fue diputado de Ciudadanos por esta provincia en 2016 con 65.603 votos y 13% de los apoyos totales. Todo esto siempre referido a la obtención del primer representante, ya que, como siempre se reitera, la asignación de segundos, terceros y sucesivos escaños es cada vez menos costosa en número de votos totales conseguidos. Lo más difícil es alcanzar el primero. 

Esta extraña desigualdad en miles de votos para que distintos partidos y formaciones políticas consigan el mismo resultado, que es un primer diputado, se produce también entre las distintas provincias españolas, ya que el reparto de escaños varía por cada circunscripción y la aplicación de la ley d'Hondt (el sistema por el que se reparten los diputados) tiene como consecuencias grandes variaciones en número de apoyos necesarios para obtener los asientos en el Congreso.

También varía mucho en función de la convocatoria electoral y el número de fueras políticas con apoyo significativo que se presentan en cada caso. Es decir, que depende mucho de la dispersión del voto, un factor que históricamente ha abaratado los primeros escaños. Un ejemplo significativo de esto puede ser el diputado obtenido por Ciudadanos en 2019 por la provincia de Cádiz. Sólo necesitó 55.490 votos, que en esta circunscripción suponía el 9% del voto. Requirió menos apoyos absolutos y relativos que Pedro Honrubia en Granada, una circunscripción donde nunca un partido ha conseguido representación en el Congreso con un resultado por debajo del 10%. 

Con todos estos datos en la mano, cabe preguntarse qué puede pasar en las elecciones de este domingo, 23 de julio de 2023. El antecedente más claro (aunque no se puede tomar al pie de la letra por el distinto cariz electoral) es el de las municipales de mayo, donde PP y PSOE se repartieron el voto mayoritario en la provincia de Granada y el resto de formaciones volvieron a esos números improductivos de la larga época del bipartidismo en la que ninguna formación conseguía los apoyos necesarios para lograr alguno de los siete diputados en juego. 

Con sus 29.684 votos conseguidos en toda la provincia el 28M pasado, Vox no su acercaría ni de lejos al logro de mantener el escaño que tras la marcha de Macarena Olona heredó Onofre Miralles. Ahora es uno de los candidatos llegados desde fuera, Jacobo González-Robatto, el que pelea por mantener el escaño de su partido en Granada. El CIS, en el sondeo de principios de julio donde incluyó resultados provinciales, sí le daba un representante a Vox, pero se trata de un barómetro muy cuestionado, que marca una dirección bastante divergente a la del resto de encuestas realizadas por empresas privadas. 

Ese mismo estudio del organismo público de investigaciones sociológicas daba a Sumar otro escaño de los siete granadinos a pocos días del inicio de la campaña electoral. Esta agrupación, con la dirigente de Podemos Martina Velarde como candidata por esta provincia, pelea estos días por ser la tercera fuerza política, después del PP y el PSOE y por delante de Vox. Con independencia del puesto que ocupe tras la escrutinio, lo que realmente tendrá efecto es saber si consigue superar el exigente porcentaje de voto  necesario para conseguir el escaño en el Congreso. Igual dará que quede por delante o detrás del partido de derechas si ninguno de los dos consigue representante y al final son PP y PSOE los que se reparten toda la tarta, como en épocas pasadas. 

Según los resultados de las municipales, en las que Podemos e IU separaron sus fuerzas en la mayor parte de los municipios de la provincia, los votos obtenidos también serían insuficientes, incluso si los sumáramos. Apenas alcanza los 36.000 votos en conjunto. 

La extrapolación de las municipales es un ejercicio poco fiable (solo sirve como mero indicador de tendencias), dado que el electorado se mueve por distintas inercias en función del poder que esté en juego. Para el votante de Vox, por ejemplo, no es lo mismo votar al candidato de su municipio que a Santiago Abascal. Pero también hay que tener en cuenta que, sobre todo en la última semana de campaña, los mensajes de los principales partidos se han centrado en la apelación al voto útil, como forma de evitar pactos del mismo bloque o del contrario. Esto puede apuntalar más la tendencia al reparto de los siete diputados granadinos entre el PSOE y el PP. 

¿Qué ocurre entonces con opciones como la de Macarena Olona, que opta a la presidencia de España desde la circunscripción de Granada? La ex de Vox es consciente de la dificultad de lograr un asiento en el Congreso esta vez, ya que compite contra su antigua formación y es conocedora de la necesidad de superar al menos la horquilla del 10-15% del voto emitido. Lo que sí puede ocurrir es que su bolsa de electores reste apoyos a otros partidos políticos que por un estrecho margen pierdan la posibilidad de acceder al Congreso.