El dominguero reinventado

La moda veraniega vive su máximo esplendor en todas las playas del litoral andaluz

Dos jóvenes protegen sus ojos con las gafas de sol de moda de este verano.
Pilar Larrondo

playas tendencias, 19 de julio 2015 - 01:00

Atrás quedaron los domingos de neverita azul, moños de andar por casa en la cabeza y bañadores de la época en la que las mujeres iban a la playa tapadas hasta las orejas. Una nueva etapa estilística comienza para los veraneantes y para los domingueros reformados cargada de glamour y sofisticación. En materia de indumentaria, la playera ha sufrido toda una revolución en los últimos años. Se ha pasado de bajar con lo primero que se pillaba en el armario a lucir looks de lo más sofisticados.

El uso del biquini, tan extendido desde los años 60, ha experimentado un aumento de usuarias gracias a que muchas mujeres de más de 50 años han decido que el bañador estiliza, sí, pero que las barrigas hay que enseñarlas. Los diseños se han diversificado, aunque a la hora de la verdad casi todas las féminas tienden a usar los mismos. Si el año pasado no había rincón en la playa donde no se viese un biquini de flecos, este verano son los biquinis de neopreno los que se han multiplicado como los panes y los peces. Los hay monocromáticos, bicolores y en el clásico black&white, pero siempre con algún motivo en flúor que los hace diferenciarse del resto.

Acostumbrados a cargar con millones de bártulos, aunque a veces sean completamente innecesarios, salvo la protección solar, encontrar un buen bolso que soporte las toneladas de libros que no se leen, pareos que no se usan y palas con las que no se juega, resulta tarea difícil. Hay que dar con el recipiente que, además de práctico, vaya acorde con las nuevas necesidades estilísticas playeras. Y, como la moda es cíclica y ya no se va a inventar nada que no haya existido antes, recurrir a los míticos canastos de mimbre en los que las madres de medio mundo metían las toallas de toda la familia y también las del vecino, resulta la mejor opción. Pero es moda, y copiar está bien siempre y cuando se le dé un nuevo toque para poder llamarlo vintage y que así los comercios hagan el agosto -nunca mejor dicho-. Por eso, desde la más pequeña hasta la más anciana, no hay mujer que ponga su pie en la arena y no lleve uno de esos canastos con gran variedad de diseños. Por un lado están los más clásicos que sólo añaden a su diseño algún motivo para adornar, como una estrella o una inicial, y por otro los más arriesgados -por aquello de volver a casa con media playa incrustada en el canasto- que son de lentejuelas, ya sean lisas o de colores.

Si en los canastos de las madres cabía hasta el socorrista y todos aprovechaban para echar sus chismes allí, con el nuevo milenio eso ha cambiado. Ahora cada uno lleva su propio bolso, incluidos los chicos. En los últimos años los hombres han llegado a la conclusión de que si quieren llevar sus efectos personales a la playa tienen que cargar con ellos ellos mismos, nada de endosárselos a la novia, la madre o la hermana. Por eso, y como también se han vuelto un poco presumidos, los chicos recurren a las mochilas de tela y cordones pero en lugar de llevarla de propaganda se gastan unos eurillos y se compran las de las marcas del momento o algunas con diseños originales.

Y como la moda no está reñida con la salud, el uso de gafas de sol sigue estando en auge. Por el litoral andaluz se siguen viendo modelos clásicos, como las gafas de aviador o las wayfarer, pero dejando paso a las gafas polarizadas que ya hicieron una tímida aparición el verano pasado para coronarse como las reinas de la playa este año. Ya sea por su original diseño, montura monocromática con cristales reflectantes en colores flúor, o por lo económicas que resultan, no hay playero que haya sido capaz de resistirse a sus encantos. Siguiendo con la salud, un accesorio que ha cobrado mucha fuerza en los últimos años y que puede considerarse como una prenda estrella, son los sombreros. Borsalinos, pamelas, con lazo o de cowboy, son los modelos con los que las mujeres siguen cubriendo sus cabezas.

Lo que sí sigue estando un poco descuidado es el uso de las chanclas. Los chicos cogen las primeras que ven en los chinos y las chicas no invierten en unas desde el verano del 97. Pero, como en los pies sólo se fijan los envidiosos, aquel que baje a la playa con todos estos accesorios habrá conseguido sobrevivir al verano con estilo y glamour, aunque el domingo haya bajado con su nevera azul, sus dos tortillas de patatas y sus litronas fresquitas.

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