Ayer y Hoy

El encantador de serpientes en el Corral del Carbón

  • En el Corpus de 1936 el moro Hassan fue a la huelga en el Corral del Carbón; pedía aumento de sueldo para alimentar a sus 8 mujeres y 22 hijos

  • Era descendiente del poeta negro Antar

El encantador de serpientes en el Corral del Carbón

El encantador de serpientes en el Corral del Carbón

Se anunciaba un magnífico programa de fiestas para el Corpus de 1936 coordinado por el entonces Presidente de la Comisión de Fiestas del Ayuntamiento republicano, el periodista Ruiz Carnero. Era alcalde el señor Fernández Montesinos.

Como en años anteriores hubo Tarasca, gigantes y cabezudos; la Pública salió del Ayuntamiento con sus timbaleros y alguaciles. El 11 de junio salía la procesión de la Catedral presidida por el Arzobispo Parrado (luego Cardenal); con la Banda Municipal del maestro Montero y la Guardia montada; hubo elevación de globos y fantoches; feria de ganado en el Paseo de San Sebastián y Ribera del Genil; la Orquesta Filarmónica de Granada sonó en el quiosco del Salón; festival de cante y baile en el Palacio de Carlos V organizado por el Centro Artístico; y en la nueva Plaza de Toros, Gitanillo de Triana alternando con Chicuelo y El Niño de la Palma.

El moro Hassan. El moro Hassan.

El moro Hassan.

Mientras, se inauguraba en el Corral del Carbón la II Exposición de Industrias Granadinas y Marroquíes organizada por el Centro Artístico con la asistencia del ministro de Industria y Comercio, al que le hizo carrera la guardia Jalifiana venida de Marruecos.

Una de las atracciones más populares fue la que montó el morito Hah-Hassan, el encantador de serpientes, a las que hacía salir de una caja tras emitir unos silbidos soplando una flauta. Hubo una sorpresa inesperada; en el momento en el que el público se congregó para ver el espectáculo, de repente Hassan cerró la caja y se negó a seguir la actuación advirtiendo que desde aquel momento “se declaraba en huelga”.

Sorprendidos sus compañeros marroquíes que ofrecían a los espectadores el clásico té moruno, quisieron sustituirle. Otro morito de apodo “el Amarillo” intentó hacer salir a los reptiles pero, desobedientes las cobras ante el nuevo encantador, se organizó un gran tumulto entre la gente cuando las bichas nerviosas empezaron a descontrolarse. Esos animalitos solo obedecían a su domador que afirmaba los tenía amaestrados desde pequeñitos.

El encantador de serpientes El encantador de serpientes

El encantador de serpientes

Protestaba Hassan exigiendo subida de sueldo; argumentaba que las 15 pesetas que le daban no eran suficientes para alimentar a sus 8 mujeres y a sus 22 hijos, por lo que exigía un aumento de dos pesetas más. Cuando otro de sus compañeros le recordó que ellos también ganaban lo mismo, Hassan le recriminó diciendo que él era nada menos que “encantador de serpientes” perteneciente a una casta superior, y eso era algo muy importante.

Estaban de moda las huelgas; por esos mismos días se declaraban en huelga en Granada los obreros del ramo de Limpieza, huelga que afectó sobre todo a la limpieza de los mercados de abastos. Esta circunstancia fue la que animó al encantador de serpientes Hassan a hacer su huelga particular alegando que él tenía el mismo derecho que los cristianos. Máxime cuando aseguraba provenir de un linaje noble y ser descendiente del célebre héroe y poeta Antar, el Homero negro relator de las historias de los beduinos errantes (siglo VI) al que se refiere Lamartine en su Viaje al Oriente.

Explicando su huelga Explicando su huelga

Explicando su huelga

El Comité Ejecutivo de la Exposición quiso compensarlo ofreciéndole los favores de una mujer; a lo que contestó que él ya tenía 8 y le sobraba cualquier otra. Solo pidió que además del dinero ofrecido le permitieran “pasar el pandero” al público asistente al finalizar la exhibición. Cuando los periodistas quisieron hacerle una entrevista para que explicase las razones de la huelga, no se le ocurrió otra cosa que meterse en la boca una bola de marfil para evitar pronunciar palabra. No sería extraño que con la preocupación de tantas mujeres y tantos hijos tuviera sus facultades mentales algo mermadas. Esto fue en 1936, pero, por si acaso, no hay que fiarse mucho de los encantadores de serpientes.

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