Una estudiante de la UGR estrena el plan de visitas a las Cuevas de Altamira

La joven, elegida al azar en un sorteo, disfrutó de 37 minutos en el interior de este espacio considerado la Capilla Sixtina del arte rupestre Los visitantes quedaron impresionados por el color de las pinturas

Una estudiante de la UGR estrena el plan de visitas a las Cuevas de Altamira
Agencias Santander

28 de febrero 2014 - 01:00

Una estudiante de la Universidad de Granada ha sido una de las cinco personas elegidas por sorteo para participar en la primera visita experimental a la Cueva de Altamira. Se trata de Carolina Pardo, una joven malagueña estudiante de Derecho en Granada que tuvo ayer la oportunidad de contemplar de primera mano las este enclave de gran valor junto a otro grupo de personas seleccionadas aleatoriamente. La visita, que tuvo una duración de 37 minutos, permitió que el público accediese por primera vez a la cueva que llevaba cerrada a las visitas desde hace 12 años.

Carolina Pardo fue seleccionada aleatoriamente entre los visitantes del Museo de Altamira, junto a Álvaro San Miguel y Javier Ors, ambos periodistas, y a dos santanderinos, Andrea Vicente y Antonio Díaz. El sorteo se realizó sobre las 11:15 horas, cuando dos empleadas del museo sacaron las cinco papeletas de la urna en la que los visitantes de la neocueva habían introducido sus datos.

Este tipo de visitas se desarrollarán hasta el mes de agosto, fecha en la que está previsto finalice el Programa de Investigación para la Conservación Preventiva y Régimen de Acceso de la Cueva de Altamira puesto en marcha en 2012, bajo la dirección científica del experto Gaël de Guichen. De Guichen,recordó ayer en declaraciones a Europa Press, que la continuidad o no de las visitas las decidirá el Patronato de Altamira, que se reunirá el 31 de agosto para analizar "varias posibilidades", entre ellas que la cueva continúe abierta al público.

En este sentido, el conservador insistió en que se trataría de visitas como las actuales, de grupos limitados de cinco personas, pero en ningún caso masivas, ya que las Cuevas de Altamira, como todo el patrimonio, es "un enfermo", cuyos parámetros hay que analizar para cuidar su salud.

Así, para el acceso el programa ha definido unos protocolos que establecen una duración de la visita de 37 minutos y un itinerario con tiempos de permanencia definidos para cada estancia. Además, antes de entrar los visitantes conocerán los detalles de su participación en este programa científico y la forma de proceder en el interior de la cueva donde será necesario vestir monos desechables, gorro, mascarillas, así como un calzado especial. Todos ellos, elementos que facilitará el Museo, que tampoco permitirá el contacto con la roca y la toma de imágenes.

Durante la estancia en el interior de la cueva se controlará la temperatura del aire y de la roca, la humedad relativa del aire, la contaminación microbiológica, las aguas de infiltración, el radón y el CO2, entre otros. En el exterior, se controlará la temperatura del aire, la del suelo, la humedad relativa, o la microbiología.

Se prevé que hasta agosto 192 personas participen en el estudio ya que el objeto de estas visitas es analizar el impacto que la presencia humana puede ocasionar sobre la conservación de este bien Patrimonio Mundial.

En el programa de investigación para la conservación preventiva y régimen de acceso de la Cueva de Altamira participan diversas instituciones como el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), el Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC, la Universidad de Cantabria, la Universidad del País Vasco, el Museo de Altamira y la Subdirección General de Museos Estatales del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, entre otros.

La Cueva de Altamira está considerada la Capilla Sixtina del arte rupestre. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985, su conjunto pictórico pertenece a los periodos magdaleniense y solutrense. En ella llama sobre todo la atención el realismo de las figuras representadas. Fue descubierta en 1879, y se convirtió en un punto de partida para la investigación del arte del paleolítico. Se cerró al público entre 1977 y 1982. A partir de ese año se volvió a abrir, aunque con un régimen restrictivo de visitas, hasta septiembre de 2002, que quedó definitivamente vetada al público.

Un año antes, no obstante, se había abierto ya la réplica de gran calidad situada cerca y que desde entonces ha recibido unos tres millones de visitantes.

El Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIF) se pronunció en su día de forma crítica con la apertura al público del lugar. "La entrada continuada de visitantes provocaría un nuevo cambio microambiental y nuevos aportes de nutrientes que podrían conducir a una fase de proliferación" de microorganismos que pueden dañarla, indicó en un informe en 2010.

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