Un estudio participado por la Universidad de Granada desvela que también "comer carroña nos hizo humanos"

Investigadores de la UGR toman parte en una investigación que muestra cómo esta práctica fue una estrategia de subsistencia complementaria a la caza

La investigadora de la Universidad de Granada Carmen Batanero, medalla de la Real Sociedad Matemática Española

Factores que influyen en el comportamiento de carroñeo en los humanos
Factores que influyen en el comportamiento de carroñeo en los humanos / Carmen Cañizares

Comer carroña nos hizo humanos, en una estrategia de subsistencia complementaria a la caza y la recolección que jugó un papel fundamental en los ecosistemas como un comportamiento alimentario más, según recoge un estudio liderado por el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos y participado por la Universidad de Granada.

Si hasta ahora se ha venido diciendo que "comer carne nos hizo humanos", también se podría decir que "comer carroña nos hizo humanos", ha sostenido Ana Mateos, científica del CENIEH y que junto a Jesús Rodríguez, del mismo centro, han liderado un artículo publicado en la revista Journal of Human Evolution que plantea un nuevo paradigma del papel de la carroña en la subsistencia de las poblaciones humanas a lo largo de su evolución.

Se trata de un trabajo de síntesis multidisciplinar en el que paleontólogos, arqueólogos y ecólogos del CENIEH, del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES), del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC-CSIC), del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), de la Universidad Miguel Hernández, así como de las Universidades de Alicante, Granada y Málaga, han revisado las ventajas e inconvenientes del consumo de carroña para un homínido.

Según los autores, la mayor ventaja del carroñeo radica en que requiere mucho menos esfuerzo para obtener el alimento que la caza; y en cuanto a las desventajas, siempre se ha dicho que es un recurso escaso e impredecible, que consumir cadáveres conlleva siempre un alto riesgo de adquirir patógenos, y el riesgo de ser atacado por un predador letal al tratar de acceder al cadáver de un animal.

Sin embargo, "los resultados de las investigaciones ecológicas dibujan un escenario muy diferente que dinamita estas desventajas que tradicionalmente se le han atribuido al carroñeo", han detallado desde el CENIEH este lunes en un comunicado.

Por un lado, la carroña es más predecible de lo que se pensaba y suele estar más disponible precisamente en las épocas del año en las que otros alimentos alternativos son más escasos, por lo que sería un recurso clave para superar los periodos de hambruna.

"Cuando mueren, los grandes mamíferos terrestres y marinos ofrecen toneladas de alimento fácilmente disponible que favorece el que muchas especies de carroñeros se toleren y se alimenten de forma simultánea", señala Mateos, primera autora de este estudio.

Por otro lado, los animales carroñeros muestran comportamientos que minimizan la probabilidad de contraer un patógeno al consumir carroña o entrar en contacto con ella.

Jesús Rodríguez ha explicado que "el lenguaje, incluso en sus inicios, nos permitió comunicarnos y organizarnos para buscar cadáveres de grandes animales o arrebatarle la presa a un gran predador, al que podíamos ahuyentar lanzando proyectiles (o simplemente piedras)".

"Incluso las lascas más simples permiten cortar la gruesa piel de los grandes mamíferos, acceder al interior y también rebañar eficazmente los restos de carne que quedan en un cadáver abandonado, mientras que el uso de piedras como martillos permite romper los huesos y acceder a la grasa y al tuétano de su interior", ha reflexionado.

Los autores concluyen que, más allá de ser una actividad fundamental para los primeros homínidos, los humanos siempre han recurrido al carroñeo regularmente como una forma más, y muy eficiente, de obtener alimento, complementaria a la caza y al aprovechamiento de recursos vegetales.

Han explicado que en la década de 1960 se hallaron en yacimientos africanos evidencias de que los primeros homínidos consumían carne, se desató un intenso debate sobre si los animales consumidos habían sido cazados por los propios homínidos o habían muerto por otras causas y fueron posteriormente carroñeados por ellos.

A partir de ese momento, los arqueólogos y paleoantropólogos se esforzaron en encontrar las pruebas más antiguas de que los homínidos eran capaces de cazar grandes presas.

Ello condujo a pensar en una evolución lineal del comportamiento humano, según la cual los homínidos abandonaron muy pronto el consumo de carroña, una vez adquirieron la capacidad tecnológica para cazar grandes presas.

"Hoy sabemos -añaden- que la carroña juega un papel fundamental en los ecosistemas y que todas las especies carnívoras la consumen, en mayor o menor medida. Más aún, muchos grupos humanos actuales de cazadores-recolectores siguen practicando el carroñeo, como un comportamiento alimentario más. EFE

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