Historia

El 1 de abril de 1939 en Granada: ante la Semana Santa más azul

  • Justo el día después del fin de la Guerra Civil comenzaron las procesiones

  • Franco visitó la capital días después y estuvo en la Virgen de las Angustias y la Capilla Real

Franco, en el Ayuntamiento, durante una visita.

Franco, en el Ayuntamiento, durante una visita.

El 1 de abril de 1939, hace 80 años, la moda en Granada era vestir con camisa azul. La capital estuvo en el lado vencedor desde el comienzo de la Guerra Civil hasta que llegó el fin oficial de la guerra con el famoso parte radiofónico: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares”.

La caída de Madrid llegó un sábado 1 de abril, justo cuando Granada se preparaba para celebrar la Semana Santa que comenzaba justo al día siguiente con el Domingo de Ramos.

No hubo una gran marcha de la victoria y en la provincia, los últimos combatientes en la zona Norte y Oriental, que había caído días antes, tenían sólo dos caminos antes sí: o tratar de llegar a Alicante para dejar España en un barco o pasar sin más preámbulo a una cárcel.

Como explica el historiador Claudio Hernández Burgos, autor del libro Granada azul (Los Libros de la Brecha), la fiesta de la victoria se retrasó hasta el 9 de abril en Granada, más allá de “manifestaciones espontáneas, como reflejaba la prensa de la época” hablando de la “liberación del yugo marxista”, según el vocabulario de la época.

Este retraso en las celebraciones oficiales tuvo que ver también con la previsión de que Franco iba a visitar Granada pocos días después en una tourné que realizó por Andalucía como culminación de la Guerra Civil.

Pero los días previos las autoridades aprovecharon la escenografía y el relato de la Semana Santa para comparar el triunfo del bando nacional con la pasión de Jesús y los episodios de pasión, muerte y resurrección, con un “marcado acento nacionalista de penitencia y de redención por los pecados cometidos por el enemigo”.

Con el alcalde Gallego Burín. Con el alcalde Gallego Burín.

Con el alcalde Gallego Burín.

Así que el 9 de abril, coincidiendo con el Domingo de Resurrección, se sacó a la Virgen de las Angustias a la calle para renovar el voto con la patrona que procedía del siglo XIX “por la protección que había brindado a Granada durante la Guerra Civil de caer bajo el dominio de las fuerzas republicanas”, según explica Hernández Burgos.

La visita de Franco días después fue la culminación de los días festivos en Granada, una visita con una fuerte carga simbólica y una visita a la Virgen de las Angustias, ante la que se hincó de rodillas para agradecerle la protección que Franco estimaba que había dado a Granada. Bajo su manto estaban las estrellas de los alférez caídos en combate por el bando nacional y Franco visitó posteriormente la Capilla Real para rendir homenaje ante la tumba de los Reyes Católicos, que serían después personajes clave para forjar su discurso nacional-católico.

A nivel económico la Granada del 1 de abril era una ciudad más empobrecida aún que en el 36. El alcalde era Gallego Burín en una capital donde cada victoria del bando franquista se había celebrado hasta altas horas y en la prensa se hablaba, por ejemplo, de “manifestaciones espontáneas” por la toma de Gerona. “Pero no se sabe hasta que punto eran espontáneas, no se sabe quiénes eran, aunque sí es curioso que solían tener recorridos parecidos”, afirma Fernández Burgos.

Deambulaban por la Acera del Darro, Fuente de las Batallas y pasaban por los viceconsulados alemán e italiano, porque eran los aliados del momento con el ministro Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco, abiertamente pronazi.

El viceconsulado alemán estaba en la cuesta del Progreso y después subían hasta el Realejo porque el viceconsulado italiano estaba en Vistillas de los Ángeles.

A partir de ahí bajaban por la cuesta Escoriaza en dirección al Paseo del Salón donde estaba la Cruz de los Caídos, “donde todavía quedan las cadenas en una pequeña plazoleta donde estaba una de las primeras cruces que se construyeron en España en el año 38 y que posteriormente trasladaron al cementerio de San José”.

Aquí Granada sí fue vanguardia por una vez, ya que en otras localidades no construyeron su cruz hasta bien entrada la década de los 40.

Por entonces Falange era el partido de la Guerra Civil ya que su apogeo venía del conflicto armado porque era un partido que “acogía todo el mundo sin pedirle su pasado político” y en muchos casos sirvió para maquillar anteriores veleidades políticas.

“Había muchas camisas azules, pero pocos camisas viejas,” que es como se conocía a los afiliados al partido de José Antonio Primo de Rivera antes de julio del 36.

También mucha gente que podía ser franquista, pero no falangista, caso del propio Gallego Burín, “que no dudó en aparecer con el uniforme de gala de la Falange pero que luego tuvo serios encontronazos porque él era ultra católico pero no fascista en el sentido de establecer un estado autoritario”, explica el autor de Granada Azul.

Granada celebró la victoria del bando nacional, pero al poco, los partes mensuales que enviaba el gobernador civil van dejando testimonio del hambre que comienza a apoderarse de la ciudad, del aumento de la mendicidad, de niños que mueren de hambre o la ingesta de alimentos no adecuados para el consumo humano...

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