La herencia de Carlos Cano queda libre de sospechas tras siete años de litigio
Rosales de Angulo será absuelto tras justificar el destino de los 480.000 euros del patrimonio del cantautor que reclamaba la familia
Siete años de litigios resueltos en una vista de tres minutos. El exabogado de Carlos Cano, José María Rosales de Angulo, apenas estuvo sentado unos segundos en el banquillo antes de que la fiscalía y la acusación particular que ejercía la familia del artista anunciaran que retiraban los cargos por apropiación indebida y administración desleal. Como telón de fondo estaba el destino de 480.000 euros de la sociedad Dalur, creada por el artista para gestionar sus bienes, que Rosales de Angulo justificó mediante nuevas pruebas periciales en conceptos como la grabación de los dos discos póstumos del creador de La murga de los currelantes, trabajos que contaron con la participación de formaciones como la Orquesta Filarmónica de Praga.
Según fuentes cercanas a la defensa, entre las facturas presentadas por el amigo y albacea también se encuentran conceptos como el seguro del coche o una tarjeta de compra de unos grandes almacenes de una de las hijas del cantautor. Entre las nuevas pruebas aportadas por Rosales de Angulo también figura la participación en la herencia de Carlos Cano de su hijo Pablo, fruto de una relación posterior del artista con la sevillana Eva Sánchez.
"Todo está resuelto, estoy satisfecho porque con las nuevas pruebas periciales aportadas se ha demostrado que nunca ha habido ningún delito, estoy libre y fuera de todo asunto de tipo penal", resaltó Rosales de Angulo a la salida de la Audiencia. A continuación subrayó que no ha llegado a ningún tipo de acuerdo previo con las acusaciones particulares -planteadas por la familia del cantante y por la sociedad Carlos Cano Producciones- para que retirasen la demanda mediante una compensación económica. "He sido injustamente acusado", concluyó el decano emérito del Colegio de Abogados y miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Granada. Según su defensa, ejercida por el abogado Jorge Aguilera, la familia puede haber llegado a un acuerdo con alguna de las aseguradoras, pero en ningún momento el abogado Rosales de Angulo ha desembolsado cantidad alguna "porque estaba más que seguro de su inocencia".
En este sentido, el abogado de la viuda de Carlos Cano y sus hijas, Eliseo M. Martínez, señaló que la familia retiró la demanda porque no quería "hacer daño". "No se desea ningún mal al señor Rosales porque había un riesgo evidente como consecuencia de la acusación del ministerio fiscal con una petición de dos años de cárcel, así que se ha decidido poner fin a esta historia", señaló el letrado, que recalcó que se han "satisfecho" las pretensiones de la familia de Carlos Cano, aunque no quiso entrar en detalles sobre el acuerdo previo a la celebración del juicio.
Según fuentes consultadas por este periódico, estas reclamaciones económicas podrían haber sido satisfechas después de llegar a un acuerdo con las compañías aseguradoras que consignaron 600.000 euros en el juzgado para asegurar el hipotético pago por responsabilidad civil del exdecano de los abogados. "El señor Rosales ha pasado por este proceso sin pena y, a juicio de la familia, sin gloria", concluyó Eliseo M. Martínez.
En todo caso, la fiscalía también retiró la acusación al considerar que la documentación aportada por la defensa justifica el destino de los 480.000 euros que sentaron en el banquillo al letrado y amigo íntimo de Carlos Cano. "Las cuentas estaban mal, pero eso no es delito, otra cosa es demostrar el destino de ese dinero", subrayó tras la vista la representante del ministerio fiscal, que aludió al "laborioso" trabajo de estudiar las facturas y extractos bancarios presentados por la defensa.
La resolución del breve juicio contra Rosales de Angulo será absolutoria cuando se dicte sentencia y se pondrá fin a un litigio que ha durado siete años después de que la familia fuera al banco en 2005 para comprobar el dinero que les quedaba en la cuenta. Fue cuando se tropezaron con la incómoda realidad de que no había fondos.
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