La ciudad está llena de polvo y barro. La calima que desde ayer se posa sobre Granada dejó primero los restos del polvo del sáhara que ha arrastrado la borrasca Celia y con la lluvia se ha transformado en barro. Aceras, coches, semáforos, señales de tráfico, bancos, papeleras, fuentes, edificios... todo está sucio y con los restos marrones de este fenómeno inédito en la ciudad en estas proporciones.

Por eso el área de Medio Ambiente tiene ahora un trabajo ingente por delante de limpieza de la ciudad, hecho incluso que se ha comentado hoy en comisión municipal entre concejales, señalando todo lo que hay que limpiar.

El responsable del área, Jacobo Calvo, ha explicado a este periódico que desde ayer ya están trabajando por seguridad en la limpieza de los elementos que puedan ocasionar peligros para los peatones o los vehículos, como pueden ser por ejemplo los semáforos y toda la señalización vertical. Hay sitios, según la orientación del elemento y su exposición, en los que se han quedado totalmente cubiertos de una capa marrón que atenúa su mensaje. 

Dispositivo especial

Además, desde ayer se trabaja también en las zonas donde se detecta una mayor invisibilidad para garantizar la seguridad, con dos baldeadoras, dos fregadores y 4 hidros dedicadas a esta limpieza.

Ahora, con el barro ya en las calles tras la lluvia, se suman las brigadas de riego porque habrá que recurrir a las mangueras y el agua a presión para quitar todo lo que se ha asentado sobre la ciudad.

Con todo, el concejal confía en que llegue en estos días "lluvia limpia" que pueda arrastrar un poco ese barro sin dejar nuevos residuos y ayude a devolver a la ciudad a su estado habitual eliminando esa pátina de polvo que se respira desde el martes.