Investigación

Los investigadores de la Universidad de Granada que 'traducen' el lenguaje de los volcanes

  • Un grupo interdisciplinar de la UGR desarrolla un sistema mediante Inteligencia Artificial para predecir erupciones

El catedrático de la UGR Jesús Ibáñez.

El catedrático de la UGR Jesús Ibáñez. / Antonio L. Juárez (Photographerssports)

La conquista del salvaje Oeste, la caída del Imperio Romano, la Revolución Francesa. Todos estos fenómenos, singulares y modeladores de la historia, tienen un elemento en común. Las erupciones volcánicas. Los hitos históricos acaecieron después de estallidos que provocaron cambios en el entorno tan trascendentales que fueron capaces de modificar el curso de la humanidad. Por cierto, la supervivencia de la especie se vio seriamente comprometida, precisamente, por una erupción volcánica, la del Toga, que mermó a un 90% de la población hace miles de años y a pique estuvo de dejar el fenómeno evolutivo de la humanidad en simple anécdota.

Así lo explica el catedrático de la Universidad de Granada e investigador del Instituto Interuniversitario Andaluz de Geofísica y Prevención de Desastres Sísmicos Jesús Ibáñez. El experto trabaja desde hace años con tres equipos científicos de la UGR con el fin de dar voz a los volcanes, protagonistas de los fenómenos naturales más extremos de los que se tiene constancia y que, por sus características, son predecibles. Precisamente en esa línea trabajan en la UGR, predecir para evitar daños. Una predicción “útil” como la que permitió salvar entre 10.000 y 15.000 personas en 1991, antes de la erupción del Pinatubo, en Filipinas. Útil como para evitar las 28.000 muertes que provocó el Nevado del Ruiz, en Colombia, en 1895. Los técnicos avisaron, pero “por cuestiones políticas y económicas no se evacuó a la población”.

Los terremotos no se pueden predecir. Los volcanes sí. Precisamente son los primeros los que dan pistas sobre el comportamiento de los segundos. “Esto es un hecho”, destaca el catedrático del Departamento de Física Teórica y del Cosmos del Área de Física de la Tierra de la Facultad de Ciencias. En base a ese hecho en la UGR hay un grupo multidisciplinar que trabaja en distintos volcanes para desarrollar modelos que permitan alertas tempranas. Uno de los grupos es el del Física, otro de Teoría de la Señal, Telemática y Comunicaciones, de la catedrática de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática y Telecomunicaciones (ETSIIT) Carmen Benítez, y el tercero del Departamento de Didáctica de Ciencias Experimentales de la Facultad de Ciencias de la Educación, liderado por Francisco Javier Perales Palacios.El proyecto, bautizado como Female, tiene como objetivo analizar las señales sísmicas y la información que facilita el volcán a través de Inteligencia Artificial. Se trata de que los sistemas informáticos aprendan a analizar las señales para predecir qué va a ocurrir. “Cuando un volcán está cercano a erupcionar, genera una serie de señales. No todas están vinculadas a la erupción”. Los científicos trabajan en ‘depurar’ las señales que sí serían útiles para sistemas de alarma. Ibáñez lo explica de forma muy didáctica. “En los volcanes hay fluidos. Esos fluidos generan señales sísmica. Pasa igual en la cocina. Puedes entrar con los ojos cerrados y saber si el grifo está abierto”. El cerebro sabe interpretar que el grifo está abierto aunque no lo vea por las señales.

“Cuando se trata de una única señal, es fácil”, apostilla el investigador. “Cuando hay múltiples señales no tenemos capacidad” de analizarlas para conocer el mensaje que envía el volcán, “pero sí podemos entrenar a un sistema para caracterizar esas señales”.

Un volcán, antes que se produzca la erupción, puede mandar señales durante días, semanas o años. Justo mientras Granada suma temblores dentro de la serie sísmica que arrancó el pasado mes de diciembre, en La Palma se ha registrado otra serie, vinculada a los volcanes de la isla canaria. “Necesitamos afinar en los tiempos para que nuestro sistema de alerta sea útil”, destaca Ibáñez. En la práctica, no es eficiente movilizar una población durante meses, la cuestión es afinar hasta el punto de que sea lo más eficiente posible el aviso.

Estas alertas no están únicamente enfocadas a la evacuación de ciudades o pueblos. “En el caso del Etna, la predicción sobre todo ayuda al tráfico aéreo”. “Ya hemos conseguido reconocer evidencias cinco horas antes de la explosión”, prosigue el catedrático, que destaca que en otros volcanes se ha llegado a predecir lo que iba a ocurrir con diez minutos de antelación. “La idea es afinar” para tener información 24 horas antes de que el volcán explote.

“La gente piensa que el volcán tira piedras “, pero son fenómenos que van más allá. El Laki, en 1783, produjo una hambruna que duró años. El Tamborá , en 1816, produjo un año sin verano. En 2010, el Eyjafjallajökull, colapsó el tráfico aéreo durante semanas. “Si la erupción del Laki se produjera ahora, se paralizaría el tráfico aéreo en el hemisferio norte durante dos años y se perderían las cosechas de Europa durante dos años”, describe Ibáñez, que destaca la necesidad de elementos para predecir estos fenómenos para ayudar a su gestión.

Para desarrollar el sistema en el que trabaja la UGR se recopilan datos desde hace años de volcanes tipo en Argentina, Europa, Japón, Rusia, Estados Unidos y la Antártida. Una vez desarrollado, se ofrecerá “en abierto para la comunidad internacional, no se va a patentar”.

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