Granada año a año

1970: El año en el que mueren a tiros tres albañiles frente al sindicato vertical

Un momento de la protesta de 1970. Un momento de la protesta de 1970.

Un momento de la protesta de 1970.

EL año 1970 aparece en la vida granadina cubierto de sangre. A principios de verano se llevaba a cabo la negociación del convenio de la construcción. Como no se llegaba a un acuerdo, los albañiles salieron a protestar por las calles. Lo que comenzó como una concentración pacífica, derivaría en un duro enfrentamiento entre los manifestantes y las fuerzas del orden, los llamados grises. El resultado no pudo ser más trágico: tres obreros perdieron la vida. Hubo también varios heridos y numerosos detenidos. Los fallecidos por las cargas policiales fueron el marmolista Cristóbal Ibáñez Encinas y los peones de albañil Manuel Sánchez Mesa y Antonio Huertas Remigio.

Monumento en La Caleta en recuerdo de las víctimas de 1970. Monumento en La Caleta en recuerdo de las víctimas de 1970.

Monumento en La Caleta en recuerdo de las víctimas de 1970.

El Gobierno Civil se apresuró a dar una nota explicar lo que parecía inexplicable. ¿De quién partió la orden de disparar contra los manifestantes? El gobernador civil Antonio Gómez y Jiménez de Cisneros fue cesado y lo sustituiría Alberto Leiva Rey, otro que tal. La patronal y la prensa del Movimiento llegaron a culpar a la Iglesia de lo sucedido por darles alas a los obreros. Particularmente se mostraron contrariados por el hecho de que el arzobispo Benavent Escuin exigiera canales de negociación a través de los cuales los trabajadores pudieran presentar sus reivindicaciones. Tras la muerte de los albañiles, el arzobispo publicó una pastoral en la que condenaba la represión policial y defendía a los curas que apoyaron el movimiento sindical, algo inaudito en muchas mentes conservadoras de Granada.

La jornada siguiente transcurrió con normalidad. El entierro de las víctimas no dio origen a ningún acto de violencia y, finalizado este, un numeroso grupo de obreros, con mujeres y niños, se encerró en la catedral. El paro en la construcción fue total. Tras el encierro en la catedral, el conflicto duró hasta el 29 de julio. Unos días más tarde, el 5 de agosto, se firmó el convenio colectivo con algunas concesiones de la patronal: el salario del peón se fijó en 175 pesetas, el del oficial de primera en 195 pesetas y una jornada laboral de 48 horas semanales. Se conseguía así así uno de los mejores convenios colectivos de España, superando a los establecidos en Madrid o en Sevilla. Nunca se supo de donde habían salido los disparos que acabaron con la vida de los tres albañiles.

En la Universidad los estudiantes se manifestaban casi a diario. Era raro el día en el que había clases, sobre todo en algunas facultades como la de Filosofía y Letras, en donde la petición de libertades estaba más arraigada. Los estudiantes hacían sentadas, pegaban carteles y colgaban pancartas contra el franquismo que duraban lo que tardaba en aparecer la Policía. El desalojo de aulas era moneda de cambio en ese año aún inmerso en el estado de excepción que había decretado un año antes el Gobierno.

El arzobispo Benevent Escuin visitando una humilde vivienda. El arzobispo Benevent Escuin visitando una humilde vivienda.

El arzobispo Benevent Escuin visitando una humilde vivienda.

1970 es el año en el que Joaquín Sabina es arrestado por su propio padre, que era comisario de Policía en Úbeda, por haber participado en alguno de los muchos altercados que provocaban los estudiantes universitarios que pedían la extinción del franquismo. Al cantante se le acusó de pertenecer a una pequeña cédula estudiantil que lanzó varios cócteles molotov sobre la fachada del Banco de Bilbao de Granada. Sabina había pedido su afiliación al PCE, pero este partido era reacio, según ha escrito Gabriel Pozo, "por ser hijo de un comisario de Policía y hermano menor de otro inspector". Para no hacer la mili, el cantante se fue a vivir a Inglaterra.

Ese año, Paco Portillo, responsable del PCE en Granada fue arrestado por asociación ilegal y reparto de propaganda. El fiscal pidió para él nada menos que 20 años de cárcel.

El gobernador civil recién nombrado, Leiva Rey, se declara, tras su nombramiento, un auténtico seguidor de la doctrina de José Antonio Primo de Rivera. En una de sus primeras declaraciones, dirá: "Queremos, hoy como ayer, una España más clara, más rica, más justa, más limpia y más alegre. Queremos, hoy como ayer, la España exacta y digna que José Antonio soñaba". Sin duda iba con el paso cambiado.

Los malos españoles

Pero lo ocurrido en la manifestación del sector de la construcción y la lucha estudiantil no era el reflejo de una Granada muy apegada al régimen, por lo menos así lo expresa cada vez que hay ocasión. En abril de 1970 cerca de 5.000 granadinos van a participar en una misa al Valle de los Caídos para exaltar al Gobierno. Y el 22 de diciembre de ese mismo año una enorme manifestación recorre las calles céntricas de Granada para "expresar su repulsa por los turbios manejos de los enemigos de España, las falaces y amañadas informaciones de fuera de nuestra Patria, al servicio del separatismo torpe y criminal justificación de crímenes y desafueros cometidos por los malos españoles". Los malos españoles eran los obreros y los estudiantes. Unos días antes de la manifestación, el tres de diciembre, se había celebrado el proceso de Burgos en el que Franco firmó varias penas de muerte contra etarras que habían matado a tres personas. Las movilizaciones populares y la presión internacional lograron que las condenas a muerte impuestas a seis de los encausados no llegaran a ser ejecutadas, siendo conmutadas por penas de reclusión.

Portada del periódico Patria relatando la manifestación en favor de Franco_ Portada del periódico Patria relatando la manifestación en favor de Franco_

Portada del periódico Patria relatando la manifestación en favor de Franco_

Aparte de la política, la vida cotidiana transcurre con la normalidad que permiten los tiempos. Granada comienza la década con casi 200.000 habitantes y el Área Metropolitana no era ni muchísimo menos lo que es ahora. En los pueblos de la Vega el producto estrella es la remolacha, aunque también abundan los secaderos de tabaco. Junto a las Islas Canarias, somos los más grandes productores de esta planta que si se mezcla con nicotina se convierte en vicio.

Los barrios de Granada van creciendo, pero sin mucho sentido urbanístico, como le pasa al Zaidín. Un periodista de Ideal escribe: "Para aprovechar un solar no es que ya se construyan bloques de siete o más plantas, con ático y voladizo, sino que tales bloques se colocan a muy poca distancia los unos de los otros en amontonamientos de verdadera colmena, donde los vecinos casi pueden darse la mano". La prolongación de Recogidas no tiene plazas, ni fuentes ni espacios verdes. El barrio de los Doctores también crece sin ton ni son. Comienza el desarrollismo más agresivo porque lo que importa es hacer viviendas, aunque sea sin planificar. Los esfuerzos del alcalde Pérez-Serrabona por controlar las construcciones no son suficientes para que en la ciudad se destruyan edificios históricos y se construyan mamotretos como el del Banco de Santander al final de la Gran Vía, que tantos comentarios creó posteriormente sobre lo que urbanísticamente no se puede hacer en una ciudad. El proyecto de crear un edificio de diez pisos y con las dos primeras plantas acristaladas, presentado en 1970, le gustó al Consistorio, que le dio el visto bueno. Lo original estaba en que en la tercera planta iba una especie de plaza con jardín que sería de propiedad municipal. También le dio el visto bueno la llamada Comisión de Monumentos. Pero el resultado fue muy criticado en tabernas, tertulias y toda clase de foros ciudadanos. "Se cambió la fisonomía modernista de la desaparecida calle de Méndez Núñez por la estética espantosa de un edificio de diez plantas y ático, con dos primeras plantas acristaladas, jardín-mirador que nunca fue y siete plantas más para viviendas, enjauladas con el peor gusto del que se pueda hacer gala en nuestra ciudad, tan sufrida en actuaciones dañosas a su hermosura", ha escrito César Girón.

Por cierto, el alcalde Pérez Serrabona, tenía fama de ser un conversador empedernido. Era de los que le gustaba hablar. Hay una anécdota en la que un periodista le pregunta a Andrés Segovia cuántas horas diarias le dedicaba a la guitarra. "Si no me encuentro con Serrabona: siete", dice el artista.

En 1970 se decide que todos los taxis de Granada lleven una banda verde (había muchos que la llevaban amarilla), se inician las obras del anhelado aeropuerto, es declarada en ruinas la Casa de la Lona y se inaugura la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado. En 1970 aparece la primera discoteca, una de las más populares y recordada: la Janforjai, una sala pequeña situada a las espaldas del teatro Isabel la Católica, en la calle Moras. Muchos granadinos se citan en dicha calle para tomar una copa o quedar con los amigos. Allí también se abre el bar Chivas y enfrente de la Janfor, como era popularmente conocida, se abre el bar Paco’s, con genitivo sajón incorporado, cuya coctelera se hizo famosa. Durante algunos años de esa década los lugares para quedar estaban en la calle Moras. Para ir de tapas estaba, recuerda José Luis Ramos, el bar Los Mariscos de la calle Escudo del Carmen, en el Sevilla o en Los Manueles, por entonces en la calle Zaragoza, lindando con Reyes Católicos. Y por la noche otras opciones eran las cuevas flamencas del Sacromonte o la sala de fiestas Rey Chico, frecuentadas por los más trasnochadores.

Muere Agustín Lara

En enero de 1970 nace la Caja Rural de Granada. Se registra en el Banco de España e iba a formar parte del Grupo de Cajas Rurales de España. Con el tiempo se convertiría en una importante sociedad de crédito en la provincia y un revulsivo para la economía granadina. Ese año muere Julio Moreno Dávila, unos de los fundadores de Ideal y columnista que diseccionaría en sus comentarios la vida de Granada. También muere en México Agustín Lara, el compositor que nos había visitado en 1964 y que había dejado dicho que en su tumba echarán un puñado de tierra de Granada. El día 8 de junio los granadinos que leen los periódicos se enteran de que ha muerto uno de sus paisanos ilustres: Manuel Gómez Moreno, que acababa de cumplir los cien años. El pintor, arqueólogo y profesor granadino recibió un homenaje por parte de la Academia de Sam Fernando, en la que ese mismo año ingresaría Andrés Segovia.

Pero ya que estamos de óbitos, en 1970 el Ayuntamiento concede un terreno y un mausoleo a perpetuidad para que fuera enterrada en el cementerio granadino la actriz Pepita Serrador, madre de realizador de televisión Chicho Ibáñez Serrador. Ella no era de Granada, pero había expresado en varias ocasiones que quería ser enterrada aquí.

En 1970 llegan a Granada, desde Burgos y Sevilla respectivamente, los periodistas Esteban de las Heras y Juan Bustos. El primero para trabajar en Ideal, en donde llegaría a ser subdirector, y el segundo para trabajar en Radio Granada y sustituir a Pepe del Real, que se jubilaba tras estar 37 años hablándole por la radio a los granadinos. También viene a Granada, aunque solo para unas horas, el general De Gaulle, que visita la capilla Real y la Alhambra. El general francés se había entrevistado en Madrid con Franco y había iniciado una vista a Jaén y Granada. En la calle era reconocido por su gran estatura y fueron muchos los granadinos que se acercaron para estrecharle la mano. El general que había liderado la Francia libre, moriría un año después.

Cartel de la película 'Agáchate maldito', rodada en la comarca de Guadix. Cartel de la película 'Agáchate maldito', rodada en la comarca de Guadix.

Cartel de la película 'Agáchate maldito', rodada en la comarca de Guadix.

Ese año se terminará el embellecimiento del Campo del Príncipe con el adecentamiento de la explanada del Cristo de los Favores y la concesión de permisos para las terrazas de los bares que desde entonces tantos buenos momentos han dado a los granadinos. También ese año se expone en el Centro Artístico la maqueta y el proyecto del Serrallo, que se construirá años después en el Barranco de la Zorra. El proyecto era mucho más ambicioso (incluía cines, restaurantes y hoteles) pero, como estamos en Granada, siempre viene después el tío de las rebajas. Ese año el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, es nombrado mayordomo mayor honorario de la Cofradía del Cristo de los Gitanos, por lo que el homenajeado mueve los hilos para que un gran número de profesionales y de cámaras de televisión se desplacen a Granada para retransmitir la Semana Santa. El joven Pedro Macía era el presentador. Pero aquí ponemos un circo y nos crecen los enanos. El Jueves Santo y Viernes Santo las cofradías no pudieron salir porque se puso a llover.

En 1970 de nuevo Sergio Leone y su equipo vuelven a Guadix y sus alrededores para rodar la película Agáchate maldito, una producción que iba a tener un coste de 2,5 millones de dólares. Estaba interpretada por James Coburn y Rod Steiger. Numerosas escenas de esta película serán rodadas en La Calahorra, estación de Gor, Alquife y la antigua azucarera de San Torcuato. Para rodarla se hicieron falta cientos de extras. En estas películas "la figuración la hacían los gitanos y la gente del campo, que acudían en masa a los rodajes buscando un sueldo muy superior a las peonadas del campo, hasta el punto de dejar de recoger cosechas en momentos puntuales", dice Carrasco Soto.

Algunos extras hasta se creyeron ser personas importantes dentro del mundo del cine. Y aquí viene a cuento esa anécdota que he contado alguna vez que otra de ese gitano que hacía de indio sioux y que estaba en el descanso del rodaje de la película. Era medio día y su mujer le llevó un puchero con un guiso de patatas como almuerzo. El gitano abrió la olla y a continuación le dio una patada al tiempo que, indignado, le decía a la gitana: "¿¡Tú te crees que esto es comida para un artista!?".

Durante las semanas que duró el rodaje de Agáchate maldito, Sergio Leone estuvo alojado con su familia en el Hotel Meliá de la calle Ángel Ganivet. Dicen que salía muy poco y que, si lo hacía era para comerse un helado en los Italianos. No era tonto el director de cine.

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