Se cumplen 20 años de su desaparición

Los padres de María Teresa: "La esperanza es lo que nos mantiene vivos y nos ayuda a seguir luchando"

  • La familia de la joven motrileña desaparecida en el verano de 2000 confía en que alguien pueda dar "un testimonio valioso, una pista real que podamos seguir" para esclarecer lo ocurrido aquel día

Los padres de María Teresa pasan en su casa con un retrato de su hija desaparecida.

Los padres de María Teresa pasan en su casa con un retrato de su hija desaparecida. / Alba Feixas / Efe

Para la familia de María Teresa Fernández, la joven motrileña desaparecida en el verano de 2000, "todos los días son duros". "Hoy es para nosotros incluso más duro porque han pasado 20 años", reconoce Antonio Fernández, el padre de María Teresa, al otro lado del teléfono mientras espera una visita en su domicilio. Aquel 18 de agosto, su hija iba a ver un concierto de Café Quijano junto a su novio en la feria de Motril. Antonio la dejó a escasos minutos de una céntrica parada de autobús del municipio granadino para cogerlo y encontrarse con su pareja. Aquí se perdió la pista de la muchacha hasta hoy.

¿Qué recuerdos se os vienen a la cabeza estos días? "Siempre pensamos: "Hoy la llevé a tal sitio, hoy hice esto con ella". Hay recuerdos más especiales, más puntuales, que nos rondan. La llevamos siempre en nuestra mente y en nuestra alma", responde. La idea era organizar una concentración en recuerdo de su hija dos décadas después de lo ocurrido aquel fatídico día, pero a causa de la pandemia lo han cancelado. "Lo hemos pensado bien y no queremos poner en riesgo a nadie. Imagina que alguien fuma o se quita la mascarilla", declara tajante Antonio.

Antonio describe a su hija como "una niña muy viva, muy alegre, campechana, siempre riendo y gastando bromas a los suyos". "Era un torbellino de felicidad sin maldad ninguna. Amiga de los animales. No podía ver en la calle ni un perro abandonado. Iba a buscarlo y lo cuidaba", recuerda emocionado. De mayor, María Teresa quería ser profesora de idiomas o veterinaria porque le encantaban los animales. "No hemos podido saberlo porque estaba todavía en el instituto (cuando desapareció). Era su intención", asegura con la voz quebrada.

Otra imagen de Teresa Martín y Antonio Fernández en el dormitorio de su hija. Otra imagen de Teresa Martín y Antonio Fernández en el dormitorio de su hija.

Otra imagen de Teresa Martín y Antonio Fernández en el dormitorio de su hija. / Alba Feixas / Efe

Aquel dicho de "la esperanza es lo último que se pierde" casa perfectamente con los ánimos de la familia de la joven 20 años después de su desaparición. "Si no fuera por la esperanza ya estaríamos más que muertos. La esperanza es la que nos tiene con vida y la que nos ayuda a seguir luchando, investigando. Fuerza y esperanza nos da dios. Por eso seguimos tirando de la vida, para poder encontrarla", se sincera. A lo largo de estas dos décadas, Teresa Martín y Antonio Fernández han pasado por muchas crisis, pero siempre las han superado juntos. "Si yo me caigo, mi mujer me levanta y viceversa. Nos damos ayuda el uno al otro. Hay que seguir luchando hasta que la encontremos", zanja. 

"No quisiéramos morirnos sin saber qué pasó"

La familia de la joven motrileña confía en que alguien pueda dar "un testimonio valioso, una pista real que podamos seguir" para averiguar qué paso aquel 18 de agosto de 2000. "Ya vamos para mayores y no quisiéramos morirnos sin saber qué ha pasado con nuestra hija. Que nos digan una respuesta, que la encontrásemos fuera como fuera", reclama.

Hasta el momento las líneas de investigación no han permitido aclarar el paradero de la joven y sólo han podido aportar algunos datos nuevos de lo que se sabía en un primer momento. El inspector jefe de la Comisaría de Motril, Francisco Pérez Polo, que lleva algo más de 17 años en la investigación, indica que es un suceso con muchos interrogantes que aclarar y que espera que en cualquier momento "se pueda resolver". Pese a que el "tiempo va en contra" ya que cada vez es "más complicado que alguien se acuerde del pequeño detalle que falta" para averiguar el paradero de María Teresa.

De todas formas, en el último mes se ha retomado una de las primeras líneas de investigación que se realizó por lo que ha vuelto a tomar declaración en el juzgado y en la comisaría a algo más de diez personas para ver si mantienen sus manifestaciones o aportan algo nuevo. Igual que los padres, el inspector encargado del caso dice que nunca se debe caer en el desánimo, y puntualiza, sin dar datos que "ahora estamos centrados en elementos que figuraban en el sumario y que podrían dar luz sobre lo ocurrido".

¿Se ha avanzado en alguna de las investigaciones? "Ha habido muchas, pero todas desgraciadamente han acabado en nada. Precisamente hablé con Polo la semana pasada. Le pregunté. Esta última investigación no ha llegado a buen puerto. No hay nada en concreto", contesta sin aspavientos. El padre de María Teresa cree que "tiene que haber alguien o varias personas que vieran algo" aquel día. "No se por qué tienen miedo a hablar y a qué tienen miedo. Aunque se crean que es un detalle absurdo, nada relevante, para la policía puede ser el camino para encontrar a mi hija. Pido que hagan ese esfuerzo de memoria y si saben algo que lo pongan en conocimiento de quien quieran", pide amablemente.

"La única cura que tiene es que aparezca"

"Si alguien nos escucha o nos ve, o nos lee en periódicos, y se acuerda de algo de ese día que por favor lo diga. Lo estamos pasando muy mal. Esto es una enfermedad y la única cura que tiene es que aparezca. O la muerte. Una de los dos. Le agradeceríamos de corazón si alguien tuviera una pista. El mero recuerdo es valioso. Esto es como un puzzle, cualquier pieza sirve", exclama el padre de María Teresa, que agradece a todos los ciudadanos, autoridades y medios el apoyo recibido a lo largo de los años. "Que dios nos ayude", se despide entre lágrimas. Ojalá sea cierto.

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