Cómo promover la sobriedad en un país etílico

Los jóvenes aseguran que si se prohibe beber en el entorno de Hipercor buscarán otro sitio pese a las restricciones Expertos alertan sobre los riesgos de los 'atracones de alcohol' tan de moda

Cómo promover la sobriedad en un país etílico
Cómo promover la sobriedad en un país etílico
L. Mingorance

21 de junio 2015 - 01:00

El ejemplo no cunde y eso sin duda redunda en el ocio de los adolescentes granadinos. Los más jóvenes tienen como modelo a una sociedad donde los éxitos se celebran con una copa, y las penas también. Así, no es difícil que pronto quieran introducirse en un mundo de sabores de lo más etílico. En Granada lo tienen bastante fácil. La existencia del polémico botellódromo les permite disfrutar de unas copas sin temer a unas normas que no se aplican en el resto de la ciudad. Un limbo legal que, siendo realistas, también saben saltarse quienes no viven en una ciudad con botellódromo. Si un joven desea pegarse un 'lingotazo' va a hacerlo ya sea en un recinto creado para tal fin, en el parque donde se corta la luz a partir de las doce de la noche o en el piso de un tal Juan, cuyos padres se han ido de viaje y lo han dejado solo en casa pensando que su hijo es un angelito. Artimañas que muchos adolescentes han utilizado desde siempre para cumplir su deseo de beber y, en definitiva, de imitar eso que "hacen los mayores". En Granada el botellódromo es el lugar perfecto para hacerlo. En general, se podría decir que la ciudad está dividida en varias zonas para salir de fiesta y sin duda este recinto es el espacio favorito por los más jóvenes. Tanto de los que tienen edad para beber alcohol como los que no. Todos comparten aquí sus primeras copas compradas en la mayoría de los casos en los establecimientos asiáticos que quedan cerca y que se saltan dos prohibiciones diariamente: La de vender alcohol a menores de edad y la de vender alcohol -en general- a partir de las diez de la noche. El pasado viernes, por ejemplo, fue uno de esos días donde el recinto -ubicado al lado del Hipercor- estaba lleno de adolescentes. La mayoría presumían de tener la edad mínima para beber, 18 años, e incluso lo justificaban repitiendo las fechas de sus cumpleaños como discos rallados. Sin embargo, siendo realistas y atendiendo a su rostro, no todos tenían los 18. "Esto está lleno de niños", explicaba Cristina Campos que se encontraba sobre las doce en la cuesta que baja hacia el botellódromo. Ella había ido con un compañero para repartir unos flyers con publicidad y quedó asombrada ante la gran cantidad de adolescentes que andurreaban cargados de bolsas y botellas por la zona. Muchos de ellos, llevaban hasta tres bolsas con los conocidos como 'packs de botellón' que traen, por el módico precio de diez euros, una botella de alcohol, una de refresco, vasos y hielo de una calidad cuestionable. "Bebemos mataratas", reconoció una joven que ese día estaba tomándose un tinto de verano con sus amigas. Tanto ella, como el resto del grupo acababan de terminar los exámenes de Bachillerato y se dispusieron a pegarse unos tragos en el recinto. Sobre su posible cierre, encontraron solución casi de inmediato: "Sabemos dónde escondernos para que no nos pillen", explicaron casi entre risas.

En otro punto del botellódromo, Cristina Morales consideró que si lo cierran los jóvenes, con total seguridad, protestarán o irán a otro sitio. "No todos los días queremos estar en el bar o en las discotecas", explicó esta chica que cree que en verano es agradable tener una plaza o un espacio donde poder reunirse con los amigos". El problema es que siempre hay alguien que se desmadra: "En general no hay peleas pero a veces hay alguien que se le va de las manos y monta un follón", explicó. En ningún momento nadie en todo el recinto parece ser consciente de los otros peligros que entraña beber. "Hasta el que quiere quitar el botellódromo seguramente ha bebido", dijo otro joven que se encontraba con un grupo de amigos de alrededor de 20 años. Ellos no suelen acudir mucho al botellódromo porque estudian en otras ciudades andaluzas pero cuando vuelven a casa aprovechan para salir y beber algo.

En los últimos años algunos establecimientos, incluso, han intentado promover el botellón en su interior. Ese fue el caso de la Botelleka o el pub Kubic donde los jóvenes podían acceder con sus propias botellas. También hay quien ha optado por servir en sus establecimientos el alcohol de la peor calidad a precios muy reducidos. Pero claro, ninguna de estas medidas estaba pensada para acabar con el problema real: erradicar la práctica "binge drinking" o atracones de alcohol que tan de moda está entre los jóvenes y que se puede llevar a cabo con total facilidad en Granada ya que, según explicaron algunos de los asistentes al botellóderomo nunca les han pedido el DNI. Los principales riesgos de esta moda de beber a marchas forzadas antes de salir, según explican los profesionales del Centro Tibbon especializado en tratamientos contra las adicciones, son la pérdida de control que deriva en intoxicaciones etílicas, accidentes de tráfico, violencia, enfermedades de transmisión sexual, suicidios, pancreatitis aguda, coma o incluso la muerte en los casos más extremos. Pero también aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, problemas de concentración, atención y memoria, enfermedades cardiovasculares… y el riesgo de desarrollar dependencia al alcohol o adicción". Así lo han explicado en su página web donde han subido una reflexión acerca del programa de La Caja emitido por la Cadena Cuatro sobre la Fiesta de la Primavera. Para ellos, las alternativas están claras: "Dejar de considerar un botellódromo un lugar de ocio, convertir ese espacio en un lugar para los jóvenes donde puedan disfrutar de actividades como fotografía, cine o pintura pero también que sean los jóvenes quienes reclamen ese ocio alternativo".

Aunque para todo eso, también es imprescindible, según ellos, que la sociedad se conciencie de "que el alcohol es una droga que hace mucho daño y deje de pensar que para divertirse siempre hay que emborracharse", remarcan. Una tarea ardua, la de promover esta concienciación, en un país donde el vino y la cerveza son protagonistas cada día en la mesa y las bodas son mejores si tienen 'barra libre'. Será cuestión de tiempo y de trabajo. El de todos...

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