Reencuentro entre dos pacientes que superaron el coronavirus y los sanitarios del Virgen de las Nieves de Granada

"Empezó a dolerme mucho la cabeza, como si me tirasen muy fuerte del pelo"

  • María José Olivo y David Rodríguez, dos supervivientes al Covid-19, exingresados en el Hospital Virgen de las Nieves; cuentan su experiencia

"Empezó a dolerme mucho la cabeza, como si me tirasen muy fuerte del pelo"

"Empezó a dolerme mucho la cabeza, como si me tirasen muy fuerte del pelo" / A. L. Juárez / Photographerssports

Han pasado ya unos cuantos meses desde que comenzó el gran brote mundial de coronavirus, y aunque ya parece verse la luz al final del túnel, todavía quedan algunos contagiados. Pero no solo son esas personas las que se tienen en cuenta, sino también las que a día de hoy siguen recuperándose. Este es el caso de María José Olivo y David Rodríguez, expacientes del Hospital Virgen de las Nieves.

María José, que trabajaba cara al público antes de que explotase la pandemia, recuerda aquel día con amargura. Comenta que todo empezó con la muerte de su padre, a quien ingresaron días antes de caer ella enferma.

Comenzó sintiendo dolor de pecho y dificultades respiratorias, lo siguiente que recuerda es verse encamada en una habitación de hospital, junto a dos compañeras más. No le faltan las palabras de agradecimiento por su parte a todo el equipo médico, pero en especial a Concepción Morales García, de Neumología; que además, también le facilitó la consulta con Psicología.

Y es que, la muerte de su padre y la sensación de muerte que se apoderó de su cuerpo, le hizo entrar en depresión. “El no saber qué iba a pasar conmigo, que podría morirme y dejar aquí a mi marido y a mi hijo… fue muy duro. Además, se unió a la muerte reciente de mi padre y eso provocó que se incrementase la depresión”, dice   María José.

Pero por suerte, topó con un equipo que supo estar a la altura de las circunstancias. “Yo recuerdo que estaba muy asustada y siempre había alguien para cuidar de mí, para darme ánimos. Ni si quiera cuando me dieron el alta y sufrí un bajón, dejaron de atenderme. Cogía el teléfono, llamaba, y en seguida me ingresaban de nuevo”. “Había un chico con unos zancos rojos, que se encargaba de que me comiese toda la comida, era importante estar bien alimentado pero es que con el tratamiento se te quitan las ganas de todo”.

El reencuentro. El reencuentro.

El reencuentro. / Photographerssports

Prosigue relatando las secuelas que el tratamiento acarreaba, el principal eran las ganas de vomitar continuamente y un estado de debilidad constante. “Cuando por fin me recuperé, venía una de las peores partes, la de volver a casa. El miedo de seguir teniendo el virus y de que me pillase en casa… Era insoportable. Sentía que no podía moverme, había perdido mucha masa muscular… Y es que yo ingresé un 31 de marzo y salí un 10 de abril, pero tuve que volver el 14 de abril hasta el 17”. Afirma que fue cuando le hicieron las pruebas de anticuerpos y el TAC que se quedó más tranquila, porque dio negativo en el virus. “Ahora ya estoy mucho mejor, y de verdad que no habría sido posible sin la ayuda de todas y cada una de las personas que han trabajado en este hospital”.

Termina su historia con positividad y esperanza, sigue al dedillo la medicación y busca la manera de mantenerse fuerte. Aún no ha podido retomar del todo su vida normal y sigue pasando consulta, para revisiones; pero nota como su cuerpo y su estado anímico, van saliendo a adelante y poco a poco, renaciendo.

Algo parecido narra David Rodríguez, arquitecto técnico de profesión y con una vida muy activa. Pero su caso se inició de manera diferente, pues él acudió hasta en cinco ocasiones al servicio médico privado, al que pertenecía por medio de su lugar de trabajo.

“Empezó a dolerme mucho la cabeza, como si me tirasen muy fuerte del pelo y lo arrancasen. Después, sentía que la dentadura me molestaba, mis dientes hacían presión”. Repetidas veces, desde su centro médico, le diagnosticaban faringitis y similares. Hasta que un día, comenzó a expulsar sangre de su organismo y su cuerpo se trabó inmóvil.

“Vi que eso ya no era normal, y no había acudido antes al hospital público precisamente por miedo a contagiarme. Me encontraba débil, conocía la situación de urgencias en esos momentos. Tenga en cuenta que fue durante el primer brote, había sensación de caos. Pero al final acudí y tuvieron que llevarme incluso en silla de ruedas”. “¿Sabe lo que es que le digan que por dos días podría haber muerto? No alcanzaba a comprender qué clase de profesionales había en el otro centro”.

Coincide con María José en que la atención adquirida en el Hospital Virgen de las Nieves fue perfecta. “Estaba todo bien estructurado, cada uno arrimaba el hombro cómo podía. Sabían incluso cuando comía y cuando no. Quedaba alucinado cada vez que entraba algún enfermero o enfermera y me enumeraba qué cosas había dejado en el plato”.

David está al tanto de la situación y sigue las novedades que las investigaciones acerca del virus, facilitan. Prolongaba su historia razonando, que quizá sea cierto que los síntomas puedan responder al grupo sanguíneo. Por lo visto, su pareja tan solo sufrió pérdida de olfato; y él, siendo del grupo A, sufrió todo lo más grande.

Conversaciones post-covid. Conversaciones post-covid.

Conversaciones post-covid. / A. L. Juárez / Photographerssports

Y como le sucedió a María José, al conseguir el alta no se sentía con fuerzas ni ánimos para hacer nada. Intentaba hacer ejercicios de musculación pero sus brazos no respondían, decía que la impotencia era enorme. No obstante, con paciencia va recuperando la normalidad. Acude a bares, ya que puede en esta nueva etapa, pero muy alerta. No deja de usar la mascarilla, no solo por el recuerdo que le ha dejado esta vivencia, sino porque siente que puede contagiar a alguien y es algo que le preocupa –a pesar de que ya esté recuperado-. “He salido de este pasaje de mi vida habiendo aprendido muchas cosas.  Obviamente, las cosas que me preocupaban antes de entrar en este hospital, no son ni remotamente las mismas que ahora. Pero la verdad, ahora me encuentro optimista, sé que ya las cosas van a ir a mejor”. “Miro las puertas de este hospital y bueno, podrá imaginarse todo lo que me pasa por dentro… Solo puedo agradecer todo lo que han hecho por mí. Prácticamente, me han salvado la vida”. Se despide  así de la plantilla antes de levantarse y caminar hacia su revisión.

Así mismo, no se debe quedar en el tintero el testimonio prestado por el equipo médico que desde el inicio, ha liderado la lucha contra el virus en este hospital de Granada. No quieren personalismos, por eso una sanitaria habla en nombre de todos. “El primer paciente llegó un viernes por la tarde a Urgencias, ingresó en la planta destinada para ello, le atendió la enfermería más experta y, poco a poco, fuimos adquiriendo todos los conocimientos y destrezas necesarios para darles la mejor atención. La mayoría tenían tos, falta de aire, fiebre, dolores musculares y debilidad generalizada. Habían perdido el apetito, el olfato e incluso el gusto en algunos casos”. Explicaba una de las miembros de la plantilla.

“Algunos llegaban al inicio de la enfermedad, cuando los síntomas predominantes eran los producidos por la infección viral y eran cuadros más leves. Otros, habían estado aguantando en casa desde hacía días y venían con una enfermedad más avanzada en la que destacaba la inflamación pulmonar, con síntomas más graves, que en ocasiones requirieron ingreso en UCI”.

Entonces fue que se puso en marcha un grupo de trabajo multidisciplinar, conformado por neumólogos, internistas, especialistas en enfermedades infecciosas, médicos de urgencias e intensivistas, que fue ampliándose a medida que el número de ingresos lo requería; confesaban que nunca se había formado un grupo tan grande de médicos, todos voluntarios, todos queriendo ayudar. Añadía esta profesional, que organizaban reuniones dos veces al día para tomar decisiones a cerca de cada paciente, y para compartir la experiencia que iban adquiriendo por ellos mismos o proveniente de otras regiones –China, Italia, Madrid, Galicia, Valencia…-. “Creamos un grupo de whatsapp para mantener una comunicación continua a cualquier hora del día (o de la noche), permanentemente informados de lo que iba ocurriendo, de lo que otros hospitales nos iban transmitiendo”.

Así, reconocen que el éxito no se habría alcanzado sin el apoyo del equipo directivo del hospital, que pidió entrar en ese grupo de WhatsApp y también asistir a las reuniones del equipo asistencial COVID. De esta manera, las necesidades de los trabajadores y pacientes, eran cubiertas al momento. “La información fluía entre el equipo asistencial y el directivo de una forma muy estrecha, lo que contribuyó al éxito de la organización: no colapsamos, incluso teniendo más pacientes que otros hospitales siempre hubo camas libres en la planta y en la UCI.”

Mediante este procedimiento, lograron pasar la fase más dura con sensación de haber hecho las cosas correctamente. Por lo tanto, decidieron abordar la fase de recuperación siguiendo los mismos pasos. “Concebimos la puesta en marcha de consultas de seguimiento en las que se atendieran a los pacientes de forma integral por los distintos especialistas que, pensábamos, requerían sus secuelas, no solo pulmonares sino también psicológicas; necesitaban rehabilitación, habían estado confinados en su habitación de planta o de UCI, sometidos a tratamientos, separados de sus familias, y había que ayudarlos a retomar su vida, a olvidar su enfermedad y a sentirse curados”. Ahora ya no valía con la consulta telefónica, debía hacerse con los médicos al lado y haciendo sentir en todo  momento al paciente que no estaba solo. “Empezamos a revisar pacientes por orden riguroso de alta, más o menos al mes de ésta. Y están contentos, se sienten atendidos, confían en sus médicos y notan nuestra preocupación e implicación para conseguir su curación”. Esa atención de la que hablaba la especialista que atendió al periódico para aclarar todo lo acaecido estos meses, es la que precisamente han agradecido y repetido tanto María José como David. Las circunstancias requerían medidas muy específicas y lograron dar en el clavo.

Con todo ello, ha quedado una mañana intensa, llena de palabras de sufrimiento pero con un final dulce. La intención es dar ánimos a toda la sociedad, haciendo hincapié en aquellos sectores que siguen haciendo frente al virus. Se ha demostrado una entereza y una concienciación social que continúa a día de hoy, tratando de perder el temor y de recuperar la cotidianeidad. Aunque la primavera ha pasado sin que nos demos cuenta, ahora espera un verano en el que podremos dar lo mejor de nosotros.

 

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