Los ríos de Granada, colapsados de turistas: el deshielo y los influencers contribuyen a la saturación de entornos protegidos

Ecologistas en Acción pide que los parajes del Área Recreativa del Río Dílar y Los Bolos del río Dúrcal, del Parque Natural de Sierra Nevada, tengan control de aforo

Ecologistas en Acción Granada denuncia el "mal uso de agua" en el Parque Natural de Sierra Nevada

Imágenes grabadas por Ecologistas en Acción sobre la situación

Los ríos de Granada y sus entornos naturales en el Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada están viviendo este verano una invasión que pone en peligro su ecosistema. Cada fin de semana, cientos de personas saturan sus cauces e invaden por completo tramos a lo largo de varios cientos de metros, lo que se está convirtiendo en un problema real para el medioambiente. Ecologistas en Acción ha denunciado este miércoles esta problemática, y ha pedido a las administraciones públicas que tomen cartas en el asunto, antes de que esta saturación acabe afectando de manera irreversible a la flora y la fauna de los arroyos granadinos.

Esta situación se repite cada vez más en ríos como el Dílar o el Dúrcal, que en su nacimiento y en su curso discurren por el Parque Natural y Nacional de Sierra Nevada, pero que este 2025 se ha visto incrementado debido a dos factores principales: el deshielo y los influencers, dejando escenas como las que acompañan a esta noticia. Cientos de personas que buscan rutas de senderos naturales para desconectar y reducir la sensación de calor veraniego, ríos que aun en julio bajan cargados de agua gracias a la gran cantidad de nieve que se acumuló durante el invierno en la montaña -lo que aumenta la espectacularidad y también la peligrosidad del paseo- y colapso potenciado por la publicidad y el reclamo conseguido desde redes sociales, sobre todo Instagram y TikTok. Un cóctel perfecto que pone en riesgo la integridad de estos espacios naturales.

Ante esta problemática, Ecologistas en Acción ha asegurado que los parajes riparios del Área Recreativa del Río Dílar y Los Bolos del río Dúrcal, del Parque Natural de Sierra Nevada, deberían estar controlados y tener un aforo. "Entendemos que, como cualquier paraje natural, máxime si está declarado como protegido, cuando se alcanzan niveles de saturación debe de regularse a tiempo su acceso y visita, ya que de lo contrario sufrirá deterioro y daños en sus valores naturales".

"Esta regulación precisa de una evaluación previa sobre cuánta gente cabe físicamente en estos tramos de río con el menor impacto para los ecosistemas y el mayor nivel de satisfacción posible de los visitantes. Porque al final, el recurso que atrae a los visitantes muere por el grave impacto provocado por la saturación y por el excesivo número de personas. No hay espacio natural que resista estas masificaciones por un tiempo tan prolongado. Los propios visitantes quedan insatisfechos con la experiencia, principalmente los que buscan un contacto más íntimo y respetuoso con la naturaleza, no tanto las personas que sólo buscan un día de baño sin importarles el entorno. Esta situación ya ha cambiado el perfil del visitante, la mayoría no lo hace motivado por conocer y valorar el paraje protegido en sí mismo, probablemente ni saben que están en un Parque Natural", ha denunciado la plataforma ecologista.

La organización asegura que, sobre todo durante los fines de semana, estas zonas se llenan de visitantes, en una tendencia iniciada antes de la pandemia que se ha vuelto insostenible. "Esta gran afluencia de personas, que ha ido aumentando año tras año y que se disparó tras la pandemia del Covid-19, ha llegado a unos niveles preocupantes, sin que las administraciones tomen cartas en el asunto. En estas fechas, principalmente en los fines de semana, se ha hecho habitual ver cómo cientos de personas invaden por completo tramos de ríos a lo largo de varios cientos de metros", han relatado.

Hamacas abandonadas o perros sueltos

Según han denunciado, en el Área Recreativa del Río Dílar, tramo donde habita la trucha común, una especie autóctona catalogada como "en peligro de extinción (EN)" en el libro rojo de los vertebrados amenazados de Andalucía, "los visitantes construyen presas para el baño, transformando el lecho del río, y ya se ha hecho habitual ver tumbonas dentro del agua sin que estas prácticas se sancionen".

"Fuera del agua, la ribera y las márgenes están completamente compactadas y desprovistas de vegetación a consecuencia de las pisadas constantes. Y por si fuera poco, es frecuente ver perros sueltos y descontrolados dentro y fuera del agua", han alertado los ecologistas.

Por otra parte, el otro foco de masificación se ubica en el tramo del río Dúrcal hasta llegar al paraje de Los Bolos. Aquí los visitantes se desplazan en masa siguiendo el río, afectando a la fauna acuática del lecho y a la vegetación de su ribera y márgenes. "Este paso constante de personas durante todo el verano ahuyenta a la fauna, principalmente a las aves de ribera, provoca compactación del terreno y calvas de vegetación y, en general, ocasiona alteración de los ciclos biológicos y de reproducción de la flora y la fauna y que la degradación de este tramo de río se precipite".

"Estas zonas no son las únicas de Sierra Nevada con esta problemática, pero sí son las que requieren una actuación más urgente. Desde Ecologistas en Acción nos preguntamos hasta cuándo va a esperar la dirección del Parque Natural y Nacional de Sierra Nevada para regular el número de visitantes y el baño, sin olvidar que tanto la Conferencia Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) como las Cuencas Mediterráneas dependientes de la Junta son competentes en esta materia. Es decir, tres instituciones que hacen dejación de funciones en cuanto a gestión de nuestros ríos", han denunciado.

Pero este fenómeno no se limita al ámbito del Parque Natural y Nacional de Sierra Nevada. Otros enclaves de alto valor ambiental, como el Barranco de Luna (Saleres), Los Callejones (Albuñuelas), Río Verde, el Río Castril o el río Lanjarón sufren impactos similares. En Río Verde, de hecho, se ha documentado la desaparición de poblaciones de sapo partero, probablemente por la misma causa.

"Los parques naturales y nacionales no son parques urbanos ni piscinas. Son un auténtico patrimonio vivo, donde la fauna y la flora y su biodiversidad constituyen dicho patrimonio expuesto. Como tal, deben ser gestionados con responsabilidad para que las futuras generaciones puedan disfrutar de su riqueza y belleza tal como lo hemos hecho nosotros", han concluido desde Ecologistas en Acción.

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