¿Qué sucedió en aquellas cuevas de Galera? Las claves del asesinato de Paco y el "eslabón más débil" de la red de narcos del Norte de Granada
La Guardia Civil, que confirma que la causa de la muerte del desaparecido fue por arma de fuego, relata los detalles de la operación Almonta
Ingresan en prisión los nueve detenidos en Huéscar como miembros de una red de narcotráfico vinculada a un homicidio
Granada/Es la pregunta que se hace la Guardia Civil, el juez de Huéscar, y en el fondo, todos en el Norte de la provincia de Granada. ¿Qué pasó en aquellas cuevas en las que Paco estaba haciendo trabajos de fontanería y electricidad? ¿Vio algo que no debía? ¿Y por qué lo asesinaron? Estos serán los siguientes pasos de la investigación para depurar las responsabilidades judiciales de las diez personas detenidas, y ya puestas a disposición de la ley, en la operación Almontas, que este fin de semana desarticuló una organización criminal dedicada al tráfico de cocaína en el Norte de la provincia. De las cinco personas que están ya en prisión, aparte del delito de tráfico de drogas que abarca a todos, a cinco se les suman los delitos de blanqueo de capitales, y a tres por asesinato. La Guardia Civil ha confirmado, asimismo, que la muerte de Paco se produjo por arma de fuego, y que este no tenía ningún vínculo con la red desarticulada.
El jefe de la Comandancia de Granada, el coronel Francisco Javier Arteaga, acompañado por jefe de la Policía Judicial de la Guardia Civil, Miguel Ángel López, y el subdelegado del Gobierno, José Antonio Montilla, ha reconstruido los pasos seguidos en la investigación sobre la desaparición de Francisco Jesús el pasado septiembre, y de cómo de las pesquisas de los agentes del Instituto Armado lo que empezó siendo una ausencia de casa terminó en que esta fue forzada, a que se hubiera tratado de una muerte, violenta para más señas, y que luego derivara en una operación contra el tráfico de drogas.
La furgoneta abandonada
Todo comienza el 8 de septiembre del año pasado, cuando salta la alarma en Huéscar de que Francisco Javier no aparece. Sin embargo, la denuncia de la familia no se produce hasta dos días después, una vez la Guardia Civil encuentra la primera evidencia de que algo extraño estaba sucediendo. La furgoneta de la empresa del desaparecido es hallada en un remoto paraje de la población de Castilléjar, en concreto en el barranco de La Monja, un lugar escarpado y de difícil acceso. Se trata de una Peugeot Expert, de color blanco, con rótulos de fontanería y electricidad, a lo que se dedicaba el hombre de 39 años. La Policía Judicial acude y en la primera inspección ocular los agentes de la Guardia Civil hallan "distintos cartuchos y vainas" procedentes de "armas de fuego", en palabra del coronel Arteaga. Sin embargo, no aparece "ningún resto de sangre en el interior de la furgoneta", lo cual hace pensar que Francisco Javier está con vida, y con esa idea se inician batidas de búsqueda a las que se incorpora un helicóptero, además de unidades del Sperona, el Sereim, servicio Cinológico, Protección Civil y hasta voluntarios.
Pero no hay resultado y se pasó a la siguiente fase de la investigación: saber cómo ha llegado hasta ese sitio el coche y los últimos contactos de Francisco Jesús, conocido como Paco por toda la comarca. Haciendo un rastreo de cámaras, los agentes dan con que el día antes, el 9 de septiembre, la víctima desayunó en un restaurante de Huéscar con el que entonces ya se convirtió en el principal sospechoso. Según explicó el jefe de la Policía Judicial, Miguel Ángel López, ambos tenían "una relación de amistad y aparte una relación laboral", ya que había sido contratado por el sospechoso para "hacer la instalación de fontanería y electricidad" de unas cuevas propiedad de este. La investigación empezó a ceñirse sobre él, sobre todo cuando tras una primera toma de declaraciones, "entre diez y quince personas" que incurrieron en "contradicciones", la Guardia Civil determinara que la desaparición era "forzosa". Fue cuando entró también de lleno el grupo de homicidios.
El eslabón débil
Con la "implicación absoluta" del juez de Instrucción de Huéscar, los agentes de la Benemérita realizaron inspecciones oculares en diversos sitios: naves industriales, vehículos, pero sobre todo en las cuevas y los parajes cercanos donde "supuestamente iba a hacer esa obra Paco". Cuando parecía que todo iba a concluir sin resultados, unos de los perros del servicio cinológico especializado en buscar restos de personas encontró un rastro biológico en una pieza de una retroexcavadora. Un resto casi imperceptible para el ojo humano pero que logró hallar el can con su olfato. Ahí empezó a deslizarse la hipótesis de que esa pieza, una pala, "pudiera ser utilizada para esconder el cuerpo o trasladarlo", matizó López.
Fue un hecho casi decisivo, que dio el siguiente paso en diciembre del año pasado. Era casi Nochevieja cuando la Guardia Civil se jugó, literalmente, la operación. Ya entonces se había puesto el cerco en que había una "organización criminal" dedicada al tráfico de cocaína en las comarcas del Norte de Granada, que hacía acopio de la merca en Alicante y que llegaba mediante un "correo" desde la ciudad levantina, con un patrimonio estimado por la Guardia Civil de cerca de 800.000 euros. Pero al parecer, al cabecilla de la organización le escamaba el asesinato de Francisco Jesús, y de que alguien de su organización dejara algún cabo suelto. Y fue cuando "el líder ordenó asesinar a uno de los miembros de la estructura organizativa de la organización criminal", el "eslabón más débil", calificó Arteaga.
"Creemos que se deshizo de algunas pertenencias, incluso del automóvil que tenía Francisco. Ellos creían que la Guardia Civil se está acercando mucho a esta persona. De hecho, hemos llegado a identificarlo como un trabajador del principal sospechoso. Y deciden que, si llegamos a él, posiblemente "cante" y delate la trama", detalla el jefe de la Policía Judicial e instructor de la diligencia del caso. Era un momento delicado para los agentes, porque sabían de la orden del líder y sabían que la diana estaba sobre el que podía ser su principal fuente, a pesar de que se ponía en riesgo la investigación. Pero no quedaba otra que detenerlo y se hizo por el delito de encubrimiento, Se decretó además el "ingreso inmediato" en prisión para " su protección" e "incomunicación". Por poco, relata López: "Incluso hacen un movimiento de acercamiento a localizarlo. Pero cuando van a por él, para ejecutarlo, se dan cuenta que la Guardia Civil lo ha detenido". "Salvaguardamos su vida", sentenció el coronel Arteaga.
En el último pueblo de Granada
El pasado 13 de marzo se precipitan el resto de acontecimientos. La Guardia Civil tiene constancia de la llegada a la zona de un "correo de droga o dinero" procedente de Alicante y se decide su intercepción. En efecto, el vehículo presenta un doble fondo. Están cerca. Se procede a registrar en ocho lugares, dos naves industriales, además de cuatro en Huéscar, uno en Galera y otro en Puebla de Don Fadrique. Los agentes se hacen con más de un kilo de cocaína, balanzas de precisión y herramientas de corte. La merca iba a distribuirse por toda la comarca. Nueve personas son detenidas, incluidas el "eslabón débil", además del "correo" y el cabecilla de los narcos de Alicante. Y entre los objetos decomisados, aparece también una escopeta recortada. Quedaba por resolver qué había pasado con Paco.
Almaciles está a pocos kilómetros de Puebla de Don Fadrique. Es el último de Granada. El Camino de las Pedrerías de la Junquera ni siquiera aparece en los mapas virtuales. Hay que conocerse el sitio. Es el último confín de la provincia, casi en la frontera con Murcia, y a muy pocos kilómetros del borde con Albacete, de pinos que a duras penas crecen entre las rocas calizas. Allí el viento no sopla, aúlla. En un montículo escondido, antinatural, los agentes de criminología de la Guardia Civil excavan con cautela. El domingo era oscuro y no solo por el tiempo. "Y aparecen los restos de Paco", termina de relatar el coronel. Allí les habían llevado dos de los tres detenidos relacionados con el asesinato, tipo penal que responde a las características de lo que en principio se iba a investigar como homicidio, y que subió de categoría por su "premeditación" y "alevosía".
"Toda la investigación nos lleva a que posiblemente el lugar de desaparición fuera donde iba a realizar el trabajo, en esas cuevas de Galera, y que algo sucedió. Desconocemos que podía haber ocurrido, pero se aprovecharon las circunstancias para ocultar el cuerpo. En ese estado de la investigación ya sí sospechamos que Francisco pudiera estar fallecido. Hasta ese momento creíamos que pudiera estar en esas cuevas. Se proceden a las detenciones, se vuelven a hacer las entrevistas policiales correspondientes con todos los detenidos y vuelve a haber contradicciones entre ellos. Todos estas errores llevan a un momento en el que, en el acorralamiento de ellos mismos en su mentira, uno de ellos cede, se derrumba y decide llevarnos hasta el lugar en el que supuestamente estaba. Evidentemente, nadie se esperaba que estuviera tan lejos, casi en la provincia de Murcia, y mucho menos en cómo lo enterraron o cómo lo depositaron", concluye Miguel Ángel López. Aún quedan preguntas por responder. La principal: ¿Por qué=
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