Granada año a año

1986: El año en el que un trabajador resentido le mete fuego al Auditorio Manuel de Falla

Estado del auditorio Manuel de Falla tras el incendio Estado del auditorio Manuel de Falla tras el incendio

Estado del auditorio Manuel de Falla tras el incendio / Juan Ortiz

Escrito por

Andrés Cárdenas

Alguna vez lo he dicho. En muchas ocasiones recordamos los años no por la fecha que les ha asignado el calendario, sino por algo que pasó en ese tiempo que merece ser recordado. Uno de los años que está en la memoria de los granadinos con más vida es el 1951, que es cuando reventó el Darro. Pero también será recordado el 1986 porque fue el año en el que ardió el Auditorio Manuel de Falla. Había sido diseñado por el arquitecto José María García de Paredes y se decía que tenía un mecanismo automático contra incendios que se ponía en funcionamiento cuando detectaba en cualquier parte del edificio cierta temperatura. Pero el 11 de agosto de 1986, cuando las temperaturas marcaban en la calle los cuarenta grados, mire usted por donde, el mecanismo no funcionó. Total, cientos de millones de pesetas del erario público carbonizados. El chiste de Soria decía que el auditorio se había quemado mientras se interpretaba la famosa Danza del fuego del músico que lleva el nombre del auditorio. El autor del incendio había sido un conocido pirómano, antiguo trabajador del auditorio, que le metió fuego al sitio donde trabajaba porque lo habían despedido. Una venganza que hizo perder a los granadinos casi 500 millones de pesetas, tres millones de euros de los de ahora. ¿Y saben qué? El edificio no estaba asegurado. Su escenario y las principales salas de audición quedaron totalmente arrasados por las llamas. El humo se vio hasta el anochecer. Granada se conmovió ante el suceso y el Ayuntamiento declaró oficialmente el incendio como “catástrofe pública”. El auditorio pasaba por uno de los mejores de Europa en cuanto a calidad de audición.

Hubo un momento en que se creyó que se trataba de un acto terrorista. Pero no, no había atentado terrorista alguno, lo que había detrás era un loco resentido, como digo, que se había cabreado porque lo habían despedido. El pirómano se llamaba José Luis, tenía 27 años y era conocido como Caballo loco, que también se aficionó a quemar contenedores. Es el pirómano que más dinero ha costado a esta ciudad. Ha estado algunos años recluido en un psiquiátrico. Cuando le metió fuego al auditorio con cinco latas de gasolina que compró, el informe psicológico decía que actuó "afectado por un síndrome esquizofrénico, injertado en una oligofrenia Boderline de base con ideas obsesivas que dificultan la distinción entre lo bueno y lo malo". En la Edad Media hubiera sido condenado a la hoguera. Seguro.

La lengua de la tierra

En Olivares recordarán siempre 1986 porque fue cuando una lengua de tierra estuvo a punto de tragarse todo el pueblo. Durante muchos días la noticia estuvo en un lugar destacado de los noticiarios porque el deslizamiento de tierra no se paraba. Hasta el Ejército estudió la posibilidad de volar, por explosión controlada, varias viviendas ya desalojadas y a punto de ser arrasadas por el aluvión. La lengua de tierra llegó a alcanzar los dos kilómetros y movía unos 15 millones de metros cúbicos de material. Multitud de curiosos se desplazaron hasta Olivares para contemplar tan extraordinario fenómeno geológico. A los aldeanos se les ofreció la oportunidad de trasladarse a unas viviendas prefabricadas, pero ellos se negaban a abandonar las suyas. De alguna forma la catástrofe se convirtió en una especie de espectáculo en el que no faltaba el morbo y la tragedia. Máquinas excavadoras y multitud de camiones movieron la tierra desplazada para evitar que se tapara el cauce del río Velillos. Intervino el ejército para tratar de elevar dos pasarelas y para restablecer el suministro de energía eléctrica. La Diputación propuso declarar Olivares como zona catastrófica.

También comenzó a convertirse Olivares en un tema con el que los políticos podían pescar votos. Las elecciones autonómicas estaban a la vuelta de la esquina (se celebraban en junio) y los candidatos hacían ostensible su presencia ocupando los objetivos de los fotógrafos. Vino a Olivares el presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla, a explicar que se estaban tomando las medidas necesarias para paliar la amenaza. No hubo candidato que no pasara por el anejo en aquellos días con su fotógrafo incorporado. Por lo pronto fueron desalojadas 300 casas. Se instalaron en los alrededores casas prefabricadas para los vecinos que habían sido desalojados de sus viviendas. A las tres semanas aproximadamente la lengua de tierra se paró. Muchos vecinos que habían sido evacuados volvieron a sus casas y la prensa poco a poco fue olvidándose de lo que había sucedido en Olivares. Los políticos, pasadas las elecciones, ya no volvieron a ir por el pueblo. Hasta hoy. Ahora, cada vez que llueve mucho en Olivares, la gente que vivió aquella pesadilla mira a la montaña por si vuelve a andar otra vez. Los que no vivieron aquello, ni siquiera quieren saber lo que pasó.

El niño Lama

También en la Alpujarra recordarán ese año de 1986 porque fue cuando se dio a conocer que un lama famoso que había fallecido en Los Ángeles se había reencarnado en un niño de Bubión. Ni la presa de Rules habría podido abastecer con tinta a los millones de páginas de periódicos, revistas y libros que se escribieron sobre el caso. Allí existía –y existe- un centro budista al frente del cual había un francés llamado Francois Camus. La madre del niño, María Torres, vecina de Bubión, había iniciado una relación sentimental con Camus. Entre ellos tramaron que el lama Yeshe, un extrovertido monje tibetano que había estado durante toda su vida predicando por Occidente y que había fallecido de un ataque de corazón en Los Ángeles, se había reencarnado en Osel, el hijo de María. Hasta La Alpujarra vino otro importante lama, un tal Zopa, a corroborar, visiones oníricas incluidas, que la reencarnación era cierta tras someter al niño a varias pruebas. Después le vistieron de rojo azafrán, le pusieron un gorro amarillo y le llevaron a la India, al monasterio de Sera, para iniciar la formación adecuada y convertirse en el continuador de la tarea de Yeshe. Allí era adorado como una divinidad, además de educado en la disciplina monacal más férrea, dura y alienante.

El niño lama con sus padres El niño lama con sus padres

El niño lama con sus padres / Villena

El caso es que Osel comenzó a ser un infeliz y había escrito varias veces a su madre para que lo sacara de allí. A los ocho años el chaval grabó una cinta que envió a su madre: "¡Mamá, ven y sácame de aquí!". María fue hasta el monasterio, le quitó a su hijo la túnica, le puso unos pantalones vaqueros y se lo llevó a Bubión. Luego entendió que era una rabieta infantil y pesó más el budismo. En una reunión en Londres fue convencida por los dirigentes de la organización para que Osel siguiera en Sera. Durante un tiempo los medios de comunicación no dijeron nada de él, hasta que saltó la noticia de que Osel había alcanzado la mayoría de edad y quería vivir fuera del monasterio. Se dedicó unos años a viajar. Estuvo en Ibiza, en Canadá, en Estados Unidos y finalmente en Madrid, donde quería estudiar cine. De sus gastos parecía que se ocupaba una organización internacional que tiene por objetivo dar a conocer y preservar el budismo mahayana tibetano. De alguna manera esta organización esperaba que Osel reconsiderara su actitud, pero no la reconsideró. Hoy es un hombre que se gana la vida sin tener que vestirse de budista.

Encontronazo en las instituciones

1986 es un año en el que las instituciones de Granada se dan muchos encontronazos. El alcalde Antonio Jara critica abiertamente la gestión realizada en la Alhambra por Mateo Revilla, recién nombrado director del patronato. Dijo Jara sentirse preocupado por el “celo excesivo” que el nuevo director había puesto a la hora de preservar el monumento nazarí. Para Jara, Mateo Revilla había dictado unas normas demasiado estrictas a la hora de visitar el monumento y eso había ido en perjuicio del turismo y de la vida de la ciudad. “Si para preservar la Alhambra hay que cerrarla, no estoy de acuerdo. La cultura es para la vida; se debe dirigir a los ciudadanos, incluso a los que no conocen en profundidad el arte musulmán”, declaró Antonio Jara.

También hubo un encontronazo importante entre Alfonso Medina, presidente de la Caja General de Ahorros de Granada (¿se acuerdan los granadinos que teníamos una entidad con ese nombre?), y Julio Abad, director de la entidad. El primero creía que Abad estaba haciendo una gestión muy personalista y que estaba acumulando más poder que el que se permitía. Se había entablado una lucha de poder en toda regla. Además, estaba por descubrirse un agujero de unos 13.000 millones de pesetas en la entidad. El pulso lo gana el director general, que pone como presidente a Antonio Palacios Lafuente, hombre más cercano a su gestión.

Ese mismo año a Julio Abad le da un infarto, pero no le impide estar un año más en la Caja. Dimitirá en diciembre de 1987 y se llevará 70 millones de pesetas de indemnización. Luego se descubrió que se había gastado, con dinero de la Caja, claro, más de 800.000 pesetas mensuales en la seguridad de su domicilio particular.

En 1986 el Ayuntamiento de Granada compra por 200 millones de pesetas el Teatro Isabel la Católica, que había sido reconstruido en 1952 e inaugurado unos días antes de que arrancara el I Festival de Música y Danza. Allí daría dos recitales inolvidables Andrés Segovia. Se levantó en el antiguo Casino y después de una etapa languidez en el que fue utilizado sala de cine, lo compra el Ayuntamiento y lo convierte en un espacio escénico de cierta categoría.

En 1986 Sierra Nevada es declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO, se reinaugura el Carmen de los Mártires tras unas obras de restauración y nace la empresa Ingenieria Ambiental Granada S.A. (INAGRA), que se constituye con los socios fundadores de la anterior concesionaria municipal dedicada a limpiar la ciudad: SERCONSA. También nacerían el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra y Aquaola, el primer parque acuático abierto en Granada. Hoy es un establecimiento fantasma dominado por los matojos y los grafitis.

Luto en la Costa

En la Costa el año 1986 lleva ribetes de luto. El día 15 de octubre cayó una tromba de agua en el litoral granadino que causó la muerte a tres personas. El súbdito belga Jean-Pierre Quinsat, de 40 años de edad, fue arrastrado cuando intentaba salvar de la riada su automóvil en la rambla del río Seco, en el término municipal de Almuñécar. Dos vecinos de Salobreña, Joaquín Nocete Fernández y Juan Villa Jerónimo murieron al ser arrastrado unos dos kilómetros en la rambla de Molvízar el turismo que ocupaban. Sus cadáveres fueron encontrados en el lodazal a más de medio kilómetro del lugar donde se encontraba el vehículo. En la mayor parte del litoral granadino se recogieron unos 50 litros por metro cuadrado de lluvia durante la hora y media de caída más intensa. Se produjeron numerosas inundaciones en Torrenueva y Salobreña. En Motril y Almuñécar se averió el suministro eléctrico y de modo intermitente el telefónico.

Y ya que estamos en la Costa, Los habitantes de allí también fueron protagonistas ese año de una gran manifestación que se celebró en Motril. El día 5 de marzo casi 30.000 personas del litoral granadino se manifestaron en contra del trasvase del Guadalfeo a Almería.

Pero es que 1986 fue en general un año revoltoso en la provincia. En Guadix hubo muchos momentos de tensión entre los habitantes de la zona y la Guardia Civil debido a las numerosas protestas para reivindicar un hospital comarcal que dependiera sanitariamente de Granada y no de Baza, en donde la reforma sanitaria sí preveía la construcción de un hospital. En febrero comenzaron las protestas que duraron varios meses con cortes de carretera día sí y el otro también. En abril casi un centenar de mujeres se encerraron primero en el ambulatorio clínico y después en la catedral. La intervención de la Guardia Civil que quiso desalojarlas, provocó una pequeña batalla campal en la que resultaron heridas 16 personas, 11 de ellas guardias civiles. La madrugada del 5 de febrero nacía en el ambulatorio de Guadix una niña. El parto se produjo en Guadix después de que la ambulancia que llevaba a su madre a Granada se volviese desde Diezma. El derecho a dar a luz en Guadix se había convertido en una de las principales reclamaciones de la población y terminó convertido en uno de los lemas más famosos por aquellos tiempos: "Queremos parir en Guadix". A la niña se le puso Victoria porque aquella lucha tuvo su recompensa en 2007, cuando se inauguró el hospital accitano.

Una de las manifestaciones de los accitanos pidiendo su hospital. Una de las manifestaciones de los accitanos pidiendo su hospital.

Una de las manifestaciones de los accitanos pidiendo su hospital. / G. H.

Los cortes de carretera en aquellos tiempos era el método de presión más utilizado por los que protestaban por algo. En aquellos años salías a la carretera y rezabas antes diez padrenuestros para que la carretera por la que ibas a circular no estuviera cortada por una manifestación. Los vecinos de Zagra, que querían la independencia de Loja, provocaron cortes de carretera, manifestaciones y la ocupación del Ayuntamiento lojeño, para demandar la aceleración de un nuevo expediente de autonomía local de los dos pueblos. Los zagreños estaban pidiendo la independencia de Loja desde los tiempos de Primo de Rivera. En 1982, durante el gobierno de UCD, se formó el Ayuntamiento zagreño, pero un año después el Tribunal Supremo observó defectos formales en el expediente de segregación y decidió anular la independencia hasta tanto no fueran subsanados a través de una nueva solicitud. Y ahí se formó la marimonena. Un año más tarde se consiguió la segregación. Esa lucha forma hoy parte de la historia de este pueblo

El año Lorca

En enero de 1986 se constituye la comisión conmemorativa del 50 aniversario de García Lorca. Se desarrollaría un ambicioso programa en el que sería llamado ‘Año Lorca’ que culminó con la inauguración de la Casa Museo del poeta en Fuente Vaqueros a finales de julio, con un concierto de Manuel Cano. Ese año Bardem rodó una película sobre Lorca y en Alfacar, en el mes de abril, se inauguró un parque con el nombre del poeta.

En el deporte, los granadinos se llevan ese año la alegría del ascenso a la máxima categoría del baloncesto el equipo de Oximesa. En aquella época para ver los partidos del Oximesa había que ir a Albolote. Permanecería en la ACB hasta la temporada 1991-92, cuando el Ayuntamiento de Granada adquiere los derechos del equipo y cambia el nombre por Baloncesto Granada. Tras la temporada 1992-93, en la que volvió a jugar en la Primera B, desaparecería.

En cuanto al Granada C.F., durante varias temporadas estará navegando entre la Segunda División B y la Segunda División. Ese año de 1986, siendo Joaquín Peiró el entrenador y presidente Alfonso Suárez (el ‘tío de las tragaperras’ y verdadero paganini de las deudas del club) deja la Segunda División B. Los hombres que salvaron la temporada, entre otros, fueron Ignacio, Pedro, Del Moral, Lina, Salva, Choya, Castillo, Salvador, Trigueros, Ramón y Manolo. Manolo, por cierto, fue pichichi con sus 31 goles. Todo fue un espejismo. En junio de 1988, un nuevo descenso dejaría al club sumido en una profunda crisis. Una más.

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