Ya han vuelto las oscuras golondrinas
ciencia abierta
La presencia de golondrinas y aviones ya anuncia que el buen tiempo está cerca
Son especies que vienen a pasar el verano
Las aves han sido desde siempre el grupo zoológico que más ha atraído la atención de los naturalistas, ya sean profesionales o aficionados, y esto se debe, probablemente, a que dominan el medio que ha sido más difícil de conquistar para nuestra especie: el aéreo. Es corriente encontrar aves en fábulas y leyendas, como aquella tan famosa en la que un halcón salva la vida a Gengis Kahn, al prevenirle de consumir agua envenenada por el cadáver de una serpiente. Otra leyenda, no tan conocida, al menos en esta parte del mundo, es muy bonita y nos ofrece una explicación al curioso hecho de que la mayoría de los pájaros carpinteros tengan la cabeza roja (como nuestro querido, y endémico, pito real ibérico): según creían los mayas, este color rojo es una mancha de sangre, proveniente de una herida que el pájaro carpintero se hizo en la cabeza cuando intentaba escarbar en las rocas buscando el maíz que los dioses habían escondido bajo tierra a los humanos.
Encontramos otra curiosa muestra de lo que quiero decir en los nombres vernáculos, que reflejan, a su vez, esta fascinación por las aves, algunas de ellas consideradas miembros de la realeza; aquí tienen algunos ejemplos llamativos: la garza real, cuya envergadura de 1,70 metros es semejante a la altura de un hombre adulto, es una habitual en lagunas y embalses; el halcón sacre, de distribución más oriental, no lo contamos entre la fauna ibérica; y por supuesto, nuestra querida, y también endémica, águila imperial ibérica.
Pero centrando la atención en el objetivo de este artículo, hoy es 14 de marzo, y como cada primavera, la presencia de golondrinas y aviones ya nos ha anunciado que el buen tiempo está cerca. Pero si estas especies vienen a pasar el verano con nosotros, cabe preguntarnos ¿hacia dónde huyen en invierno? La respuesta es bastante sencilla, hacia el Sur; en el caso que nos ocupa en particular, hacia África. La tendencia general es que las aves se muevan hacia el Norte en la época de cría (primavera-verano) y hacia el Sur en otoño. A este fenómeno espectacular por el cual un pajarillo que apenas pesa unos veinte gramos se cruza el mundo, literalmente, atravesando tanto el estrecho de Gibraltar como el desierto del Sáhara, lo llamamos migraciones. Pero esto de las aves migradoras suena muy exótico, nadie se imagina a las alegres golondrinas de su pueblo arriesgando su vida de esa forma para irse a pasar el invierno a Sudáfrica, ¿o sí? Pues eso es exactamente lo que hacen.
Muchas especies de aves (no todas) son migratorias, y algunas de ellas son nuestras vecinas en ciudades y pueblos. Aunque no están bien vistos los favoritismos, debo reconocer que a mí la que más simpatía me causa es la golondrina, pero no es la única. No se le puede quitar el título de ave urbana migradora por excelencia a la cigüeña, que aparece hasta en el refranero popular ("por San Blas la cigüeña verás"). Pero como no es muy habitual en nuestra provincia, prefiero enfocar la redacción hacia los que sí vemos todos los días. Y por ese motivo, de aviones y vencejos quería hablarles también hoy.
Golondrinas y aviones se parecen tanto en el plumaje que son primos hermanos, como se suele decir, aunque se diferencian, entre otras cosas, en que los aviones no tienen las "horquillas" en la cola, que son esas dos plumas largas y finas en los extremos de la cola de la golondrina. Los biólogos clasificamos estas dos especies dentro de la misma familia, la de los hirundínidos (no se preocupen que ese nombre no hay que aprendérselo). Hirundo significa "golondrina" en latín, y también "tragar o deglutir", por lo que este nombre probablemente sea una referencia al modo de alimentación de estas aves, que cazan insectos al vuelo con su pico abierto. La familia incluye otras especies, pero no a los vencejos, que se encuentran dentro de otro grupo, en concreto en el orden Apodiformes, cuyo nombre significa "los que no tienen pies". No es que los vencejos no tengan pies, naturalmente sí los tienen, pero sus patas son muy cortitas, como habrán podido comprobar quienes hayan encontrado en alguna ocasión un polluelo de vencejo caído de un nido, algo que ocurre con cierta frecuencia. Y es que los vencejos se caracterizan por no posarse en tierra, pasan la mayor parte de su vida en el aire y solamente se posan para poner y cuidar sus huevos y polluelos, forman sus nidos en los edificios, en huecos o bajo una cornisa.
También los aviones y las golondrinas toman prestados nuestros edificios con fines reproductivos, usando los aleros de los tejados para construir, a base de barro y saliva, sus nidos en forma de taza. Curiosamente, además, estos nidos nos permiten determinar la especie: si es uno solo y está situado a poca altura (digamos la planta baja de una casa), probablemente se trate de la golondrina; si hay varias de estas "tazas" asociadas y están bastante altas (como en un segundo piso), podremos decir que se trata de los nidos del avión común.
De manera que ya han vuelto las oscuras golondrinas pero, ¿y si un día no vuelven? ¿Y si un año llega el verano y no aparecen por aquí? Igual ese día no está tan lejos: la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) calcula que en una década hemos perdido el 30% de nuestras golondrinas, la palabra que mejor define este escandaloso descenso esalarmante. Las aves urbanas quizá no se tengan tanto en cuenta a la hora de desarrollar proyectos y políticas de conservación, como aquellas que viven en el campo, pero lo cierto es que también merecen nuestra atención, y se enfrentan a las mismas amenazas y desafíos, del mismo modo que las especies forestales o palustres, en las ciudades se ven afectadas por el cambio climático o los pesticidas.
Se dice que cuando una golondrina elige una casa para construir su nido trae buena suerte a su dueño, y quizá sea verdad, a fin de cuentas, hacen algo más por nosotros que cantar sin descanso: consumen ingentes cantidades de insectos, incluyendo moscas y mosquitos, probablemente considerados indeseables a juicio de la mayoría de los lectores. Las aves urbanas también forman parte de nuestro patrimonio natural, así que esperemos que se cumpla el anuncio de Bécquer, y cada primavera, vuelvan las oscuras golondrinas a colgar sus nidos de nuestros balcones, y podamos escucharlas gorjear muchos veranos más.
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