Uno de los grandes alicientes cada vez que un entrenador llega a un equipo está en conocer sus primeras decisiones a la hora de elegir tanto futbolistas como sistema de juego. Paco López se topó para su estreno en el Granada CF con un partido de Copa, lo que siempre modifica algo los planes de un técnico, mientras que para su debut en liga tuvo que hacer frente a algo aún peor: las temidas bajas, esas a las que tanto apelaba Karanka y que el nuevo preparador ha prometido no mencionar ni poner como excusa.

Es evidente que el elevado número de ausencias en el centro del campo alteró la idea que, seguramente, el preparador valenciano traía en su cabeza cuando llegó al equipo.

El hecho de disponer de un único medio centro sano provocó que Paco López repitiera ante el Albacete lo que ya hizo en Yecla, que es colocar a los suyos en un dibujo con sólo un pivote. Repitió el preparador en liga el 1-5-3-2 de la Copa, con Meseguer escoltado por Antonio Puertas y Melendo por delante y con Jorge Molina y Callejón como futbolistas más avanzados.

Se cubrió las espaldas el técnico con una zaga de tres centrales. Había pocas dudas en torno a que Carlos Neva y Ricard iban a ser los carrileros, mientras que sobraba un zaguero al estar disponibles los cuatro más habituales. El recuperado Miguel Rubio entró para acompañar a Ignasi Miquel y Víctor Díaz, por lo que fue Cabaco quien se quedó de inicio en el banquillo.

Sin embargo, había truco en el plan de Paco López, y era la posición de Víctor Díaz en ataque.  El central se mantenía en la línea de tres en tareas defensivas, pero cuando el Granada tenía el balón se incorporaba a la medular para convertirse él en el pivote defensivo y permitir a Meseguer tener libertad casi total.

Línea de cuatro atrás para atacar, mutando el equipo a algo parecido a un 1-4-3-3, con Callejón caído a la izquierda y Antonio Puertas a la derecha. Cuando el Albacete se quedó en inferioridad numérica, algo que ocurrió en el minuto 9, el capitán ya prácticamente nunca se metió en la línea de centrales, manteniéndose como un medio más.

El rival

Enfrente, Rubén Albés formó con su habitual 1-4-1-4-1, un dibujo con el que ha funcionado muy bien el cuadro manchego a lo largo del curso y que tuvo que modificar muy pronto por la roja a Boyomo. El Albacete varió a un 1-4-4-1, defendiendo cerca de su área y tratando de cerrar todas las posibles líneas de ataque del Granada, intentando no renunciar a la ofensiva cuando fuese posible, pero con Higinio demasiado solo arriba.

El Granada, pese a que pisó el área rival en el primer tiempo más que en la segunda parte de Oviedo, cuando también jugó con uno más, no encontró ni claridad ni continuidad en su juego, pese a que Ricard y Carlos Neva percutieron una y otra vez por su banda con peligro. De hecho, en las botas de los laterales estuvieron más mejores opciones del Granada en un acto inicial que acabó 0-0.

Los locales salieron con una marcha más en el segundo tiempo, tratando de jugar más cerca del marco rival. No tardó en llegar el gol en otra acción iniciada en la banda por Ricard, el mejor del partido. Ese 1-0 y la segunda expulsión visitante sentenciaron el choque y dieron paso a los movimientos desde el banquillo de Paco López.

Los cambios

Entró Alberto Perea por Víctor Díaz, manteniendo el Granada el dibujo, pero con Meseguer como pivote posicional. La posterior entrada de Bryan Zaragoza colocó a Perea como interior en el 1-4-3-3 que ya dibujó el Granada hasta el final.

El partido estaba para lo que ocurrió, el desequilibrio con espacios de Bryan, protagonista en los dos últimos goles del Granada. Cuando quedaban diez minutos agotó las sustituciones el técnico con la entrada al campo de Cabaco, Uzuni y Alberto Soro.

Lo más destacado a nivel táctico de esos instantes finales, con el choque ya totalmente sentenciado y el Granada pudiendo incluso marcar más goles, fue la posición del zaguero uruguayo como lateral diestro en el sitio de Ricard.