Valencia-Granada CF La crónica

El Granada CF cae en Valencia (3-1) y la situación ya es insostenible

  • Pese al aceptable primer tiempo del equipo, en el que marró varias ocasiones claras, los tres goles recibidos a balón parado al inicio del segundo acto provocan una nueva derrota y complican mucho el futuro en el banquillo del técnico Robert Moreno

Carlos Neva se dispone a golpear el balón ante Racic

Carlos Neva se dispone a golpear el balón ante Racic / Agencia LOF (Valencia)

El Granada CF va cuesta abajo y sin frenos. Camino del precipicio sin que haya, por ahora, nada ni nadie que lo impida. Este sábado perdió por 3-1 en Valencia para sumar nueve jornadas sin ganar y seis derrotas en los siete últimos partidos.

Aún no ha caído a los puestos de descenso, lo que parece un milagro con estos números, porque hay tres equipos peores. Eso sí, se acostó este sábado con sólo tres unidades de renta sobre los tres últimos, que se reducirán a uno si este domingo gana el Cádiz en casa al Rayo.

La nueva derrota hace que la situación se antoje insostenible y que el futuro del técnico Robert Moreno se complique más que nunca. 

El equipo dirigido por el preparador catalán no hizo un mal partido en Mestalla. Mejoró sus prestaciones respecto a pasados choques, pero en las áreas es un desastre. En las dos, la propia y la ajena.

No marca cuando puede, que en Valencia como en los choques ante el Real Madrid o la Real Sociedad fue cuando el duelo iba 0-0, en una primera parte más que digna; y después concede muchísimo atrás.

Y también hay que tener en cuenta al rival que tenía enfrente: un Valencia con muchas bajas y de resaca tras meterse el miércoles en la final de Copa. Ni con esas. De hecho, y no es la primera vez que pasa, dio la sensación de que el oponente ganó sin necesidad de apretar el acelerador.

En estos momentos, y es duro decirlo, da igual a qué rival se mida el Granada. Tiene pinta de que no es capaz de ganarle a nadie. Pese a que en Mestalla, en algunos momentos del primer acto, parecía que sí. También parece intrascendente quiénes formen el once inicial o cómo juegue el Granada.

A nivel defensivo, lo del Cádiz fue una raya en el agua. Al cuadro de Robert le hacen gol con suma facilidad. El Valencia, con dos faltas y un penalti, le marcó tres casi seguidos al inicio del segundo tiempo. Y adiós muy buenas. Ahí acabó el partido.

Primer tiempo

El inicio de duelo fue bastante loco, y ambos equipos pudieron marcar en ese ajetreado comienzo.

Lo rozó Carlos Soler con una falta directa que se marchó fuera por centímetros y también el Granada con dos claras ocasiones seguidas en las que casi aprovechó el desconcierto local por la lesión de Lato.

En la primera el centro-chut de Luis Suárez acabó en córner, mientras que en la segunda no encontró portería el acrobático remate de Uzuni, que junto a Montoro y Carlos Neva fue el mejor del equipo en Mestalla.

El 1-4-1-4-1 recuperado por Robert Moreno funcionaba mejor que los dibujos de pasadas jornadas. Pese a la desesperación que producía cada fallo absurdo del Granada en el pase, daba la sensación de que podía pasar algo interesante cuando entraban en juego Montoro o Luis Milla, interiores por delante de Petrovic, aunque con libertad para recibir y aparecer casi por cualquier parte.

El madrileño, llegando desde atrás, mandó al limbo un envío desde la derecha de Antonio Puertas que había tocado en un rival. Apenas se había jugado un cuarto de hora de partido y el Granada ya había tenido tres claras, sobre todo esta última.

El Valencia vivía de las apariciones de Guedes y de las pérdidas de balón visitantes. Un par de ellas de Petrovic y de Víctor Díaz pudieron costar caro.

Pese a unos minutos de claro dominio che, acabó bien el Granada el primer tiempo comandado por Montoro.

El medio valenciano puso un balón de dulce que no remató nadie y después lo intentó con un remate en plancha que se marchó fuera. Montoro dio la razón a aquellos que piensan que en este equipo tiene que ser titular sí o sí.

Pisó el Granada mucho el área local. Luis Milla culminó con un mal taconazo cuando estaba en franca posición, Pizarro Gómez se olvidó de pitar una falta clara a Petrovic cuando el serbio se metía en zona peligrosa y Jaume sacó el remate de Uzuni, que no estaba en fuera de juego pese al banderín arriba del asistente.

Los ‘Maxis’ aparecieron justo antes del descanso. El valencianista Maxi Gómez para rematar en plancha y el meta luso para atrapar el esférico sin apuros.

El desastre

El loco inicio se repitió en el segundo tiempo, pero esta vez con goles, hasta cuatro en un cuarto de hora. El Valencia se colocó 2-0 en un abrir y cerrar de ojos, con dos remates de cabeza tras sendas faltas botadas por Carlos Soler.

En el minuto 48 marcó Guedes tras tirar un desmarque que vio toda España menos la zaga rojiblanca, y en el 51 lo hizo Maxi Gómez libre de marca. Con lo que se está jugando el equipo no se puede defender así el balón parado. Es inadmisible y tiro no en el pie, sino en pleno corazón.

Afortunadamente, un jugadón de Uzuni por la izquierda acabó con un incompresible autogol de Jaume poco después (56’). Parecía que había esperanza, pero iba a ser que no.

Como la alegría dura poco, o nada, en la casa del pobre, en el minuto 62 llegó el 3-1, marcado por Carlos Soler de penalti, en una doble jugada polémica.

Primero porque si no hay fuera de juego de Maxi Gómez es por milímetros y porque el que tira las líneas igual estaba en el bar en lugar de en el VAR. Además, es dudosa la pugna entre el uruguayo y Torrente que da lugar a la pena máxima.

Pero claro, con Pizarro al silbato, lo único que puedes esperar es que te perjudique si eres rojiblanco. No influyó su arbitraje en la derrota del Granada, mas demostró un día más que es muy malo.

Robert Moreno trató de arreglar el desaguisado dando entrada a Machís y a Jorge Molina por Antonio Puertas y Montoro.

Ya estaba el partido echado. Alguna ocasión en cada área, pero ninguna clara, y la fe nazarí ya por los suelos, sabiendo que el duelo era irremontable.

Luego entraron, ya en el último cuarto de hora, Matías Arezo, Rochina y Quini. Daba igual. El 3-1 pesaba como una losa, como las nueve jornadas sin ganar.

El fin de semana que viene, otra final en casa. Ante el Elche. Los dirigentes decidirán en los próximos días si con Robert Moreno en el banquillo o no. Su futuro está más complicado que nunca. La situación, pocos lo dudan, es insostenible.

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