Jérémie Boga acapara violines y tambores

El franco-marfileño lidera la estadística ofensiva de los suyos y guía a los rojiblancos hacia el triunfo

Boga fue el jugador más desequilibrante del choque de ayer. / Álex Cámara
Víctor Olivencia

Granada, 04 de diciembre 2016 - 02:36

Marsellés de nacimiento y marfileño de origen, Jérémie Boga fue ayer el principal artífice de que el Granada CF estrenase su zurrón de victorias de la 2016-2017. El fabuloso '10' granadinista acaparó el peligro de su equipo ante el Sevilla FC. Prácticamente, todas las apariciones sorpresivas y amenazantes de los rojiblancos pasaron por las rubíes botas del habilidoso futbolista, que concluyó el duelo como el máximo percutor de los de franjas horizontales -con tres disparos de los nueve totales de los suyos- y como adalid de la imaginación ofensiva local. Y, además, dio la asistencia de la primera diana.

En cifras vacías, los de Nervión fueron superiores. Pero los números, una vez más, contradicen el aura del choque. Con 2-0, el tercero de los rojiblancos era la opción más predecible sobre el verde. Alcaraz, que llegó como improvisado bombero a Los Cármenes, superó tácticamente a un Sampaoli que reconoció que su escuadra no supo jugar con la posible ansiedad granadina. El trabajo táctico de los filipinos se impuso, por mucho que las 26 llegadas al área de Ochoa de los hispalenses, que sus 13 tiros o que sus 8 saques de esquina puedan parecer, a priori, otra cosa.

Fue un encuentro de cierta alternativa, mas el Granada CF dominó el tempo la mayoría de ocasiones. Mejoró notablemente sus porcentajes de vanguardia -dirigió hacia el arco de Sergio Rico más de un 66 por ciento de sus chuts- y controló a un Sevilla FC que, excepto una del lateral Mariano Ferreira en el 40', apenas tuvo claras. Pese a todo, fue una cita intensa en la que se cometieron un total de 33 faltas entre ambos contendientes. Hasta en agresividad aumentaron sus prestaciones los granadinistas. Sólo es un triunfo, pero el rival y el momento pueden ser claves para un club que depende siempre en demasía de su estado anímico.

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