Ya era historia viva del Granada CF antes del partido y, con el pitido final del árbitro, lo fue aún más. Antonio Puertas tiene escrito con letras de oro su nombre en los anales nazaríes.

El extremo del Granada jugó por el costado derecho, como de costumbre. Lo hizo en una posición algo más retrasada que su compañero por el otro flanco, Darwin Machís. Antonio Puertas se dedicó durante todo el primer tiempo a tratar de abrir el campo al pegarse a la línea de cal y, de esta manera, arrastrar al lateral izquierdo del PSV a zonas menos trascendentes del campo para que Yangel Herrera y Luis Milla tuviesen metros libres para llegar en segunda línea.

Trabajador

Ayudó de manera incesante a Dimitri Foulquier en tareas defensivas, permitiendo que el francés llegase a zonas ofensivas con relativa tranquilidad, haciendo evidente una vez más su imprescindible aporte sobre el césped. También, como de costumbre, se ofreció para recibir envíos en largo de Rui Silva, acomodando sobre su pecho el esférico o peinando de cabeza para segundas jugadas.

Diferencial

Su labor en la segunda mitad fue algo distinta. El ‘10’ del Granada CF saltó al Philips Stadion más liberado tras el descanso y no paró de intentar percutir en el área holandesa con diagonales o colgando constantes centros al área buscando remates de Jorge Molina o Machís. Buscó paredes con Milla y Yangel Herrera para, con desmarques de ruptura, llegar a línea de fondo y driblar a Boscagli, central del PSV, o Max, lateral izquierdo.

Cerca de la hora de partido marcó las diferencias al asistir, con la pierna derecha y al primer toque, un balón aéreo de Luis Milla que convirtió en asistencia con una sutil volea al segundo palo para que Jorge Molina hiciese el primer gol del Granada CF en la UEFA Europa League. No deja de dilatar su leyenda.