Leganés - Granada | La crónica

Una temporada resumida en un gol (1-0)

  •  Un jugador cedido por el Granada al Leganés, Machís, marca el gol que casi manda a Segunda al equipo del que es propiedad. La sombra de Jémez y Piru planea sobre esta derrota l Sólo un tiro de los rojiblancos en 90 minutos

Jémez inicia la jugada cortando el mal pase de Lombán, Piru conduce la acción y asiste a Darwin Machís un gol que le puede servir para jugar en Segunda la próxima temporada. El venezolano marca para salvar al equipo para el que juega y para bajar al que tiene sus derechos. No hay mejor metáfora para la temporada del Granada que la derrota encajada ayer en Leganés, la gran final por la permanencia, el partido que no había que perder bajo ninguna circunstancia, el que todos los equipos que mantienen la categoría ganan. El Granada lo hizo en su día con Levante, Betis, Racing... Lo sucedido ayer en el sur de Madrid es el compendio de todo lo malo que ha hecho el equipo y el club durante los meses previos unido, además, a una serie de catastróficas desdichas en forma de lesiones, sanciones y acumulación de partidos en pocos días. Porque no se engañen. Cuando Alcaraz cuenta con apenas once jugadores para asaltar la permanencia (como quedó confirmado ayer), jugar tres finales en menos de una semana es un meteorito en el camino. No bastó con que Piru, el ex director deportivo, le pusiera la cláusula del miedo a Tito y Alberto Bueno. El desastre del verano estalló en la cara del Granada a las puertas de la primavera. Rubén Pérez con mando en plaza pepinera y Darwin Machís, dos jugadores que a finales de junio volverán a ser rojiblancos, ajusticiaron al equipo al que pertenecen, y lo peor es que todo el granadinismo se lo olía desde hacía meses. Todos piensan que lo de ayer podría haberse evitado siendo malos, inteligentes o menos prepotentes. Pero sucedió, y el caso es que los dos principales responsables de que este Granada esté penando ya no están en el club. Sólo queda el jefe, el que pone la guita, y si ese se pira, el vacío será absoluto.

Un asiento, más bien un sofá, y varios días de masaje y oxígeno medicinal es lo que le hace falta a este equipo, al que el calendario le ha metido un gol en el momento menos indicado. No hay que obviar este factor a la hora de analizar el partido de ayer del Granada. Alcaraz tiene un once tipo, muy seguramente el de los once jugadores, con dos o tres más que están lesionados, que realmente están comprometidos, que cree en la permanencia, y que encima van a por ella. Pero fuera de eso, cualquier alteración en ese equipo que está ganando en casa y bien genera un desequilibrio de la magnitud que tiene perder en Leganés. Las lesiones de Hongla, Foulquier, el evidente cansancio de Carcela, Andreas Pereira y Adrián Ramos, las sanciones a Uche Agbo y Gastón Silva, con el nada casual empeño del club para que pudiera jugar hasta la última instancia judicial y deportiva de este país, no son casuales. Los sustitutos a los que el miércoles ganaron al Alavés no solo no aportaron nada al equipo, si no que restaron de forma decisiva, en algunos casos como el de Samper, con una apatía que se instaló en el ridículo. El recambio a Uche Agbo estorbaba a sus compañeros y no a los rivales y deambuló porque nunca estuvo en el sitio. El bueno de Wakaso se multiplicó por dos para ayudar en los desaguisados en los que le metía su compañeros de medular. La batalla del mediocampo, básica en el equipo rojiblanco cuando ha ganado partidos, fue una guerra perdida ante sus pares Erik Morán y... Rubén Pérez.

Luego están los del centro de la defensa, con un Vezo que si bien no fue caótico, casi provoca un penalti sobre Guerrero a los 16' de juego; y Lombán. El asturiano, que tiene contrato para el año que viene, entregó de forma incomprensible el balón que inició la letal contra del triunfo madrileño.

Con los 'malos' jugando y con todo el equipo, salvo Wakaso, Héctor o Cuenca, baldado, ni planteamiento defensivo ni milongas. Es imposible que este Granada, que juega al límite físico y futbolístico de sus posibilidades, obtenga un buen resultado sin estar al cien por cien. Además, fue en los quince minutos finales, cuando el equipo rojiblanco se estiró aprovechando que el cansancio del Leganés equilibraba los niveles de gasolina, el momento en el que el rival anotó su gol de la victoria.

A los madrileños no les hizo ni falta ser un equipo netamente ofensivo para ganar. La primera parte, lo más peligroso fue un pase diagonal de Diego Rico que no encontró rematador. Impresionante bagaje. Eso sí, Ochoa desbarató dos goles cantados en jugadas anuladas por fuera de juego, que por cierto, eran claros, tanto como que no lo era el que le señalaron a Adrián Ramos en el primer minuto de juego, y que dejaba al colombiano y a Carcela solos ante Herrerín. Fallo gravísimo del asistente de Martínez Munuera.

Pero claro, esa acción queda olvidada ya que el Granada no fue capaz de tirar a puerta hasta el minuto 76, con una falta lejana de Wakaso que atrapó fácil el portero, en el único chut rojiblanco a la meta madrileña en los noventa minutos. Y si no se crea peligro así, al menos en las jugadas a balón parado. Y tampoco. Cuatro córners y tres faltas laterales que no hicieron ni cosquillas. Un esperpento, y más cuando el rival creaba pánico en cada balón centrado, una situación que se repite con los 'buenos' en el campo, y que con Vezo y Lombán jugando empeora sustancialmente.

Desde que entró Machís, todos esperaban su gol. Ya llevaba minutos el Leganés subiendo la velocidad de sus ataques, sabiendo que agotando más al Granada conseguirían premio. No contaban con que lo harían a la contra ante un equipo que se había pasado defendiendo ochenta minutos. Antes de la puñalada del venezolano, dos remates, uno de Bustinza y otro de Mantovani bajo palos pudieron acabar en gol. Fue el cedido por Piru el que casi lo mete en un tiro de la frontal que casi supera a Ochoa. No más.

Ayer se esfumaron la mitad virtual de las opciones de salvación del equipo, que ya debe empezar a pensar en milagros de santificación inmediata como ganar a Atlético y Barcelona en Los Cármenes, o sumar seis de seis en Gijón y La Coruña para enjugar el 'cagadón' de la mañana de ayer. Esperen sentados.

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