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Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
La SD Huesca aterriza en estas primeras semanas de LaLiga Hypermotion con sensaciones encontradas. Los azulgrana ocupan la 8ª plaza con 10 puntos tras seis jornadas (3 victorias, 1 empate y 2 derrotas), un arranque que permite cierto margen respecto al descenso pero que también evidencia que el proyecto de Sergi Guilló todavía busca consistencia.
El club se movió con rapidez en el mercado para reforzarse en varias líneas. Entre las incorporaciones oficiales destacan el lateral izquierdo Julio Alonso, primer fichaje de la temporada; el delantero francés Samuel Ntamack, firmado procedente del Annecy; y el veterano mediapunta Francisco Portillo, que llega libre buscando seguir con esa racha de que, equipo al que va, equipo que asciende, como le pasó con el Real Oviedo el curso pasado. También han sufrido bajas clave como las de Miguel Loureiro, Gerard Valentín o Ignasi Vilarrasa, sin obviar la de su entrenador, Antonio Hidalgo, que ahora dirige al Deportivo de La Coruña.
La planificación médica ha marcado la pretemporada y el inicio de curso. Jordi Martín y Javi Mier son bajas de larga duración: ambos han pasado por intervención o están en proceso de recuperación y no han podido ayudar al equipo esta campaña. Además, Guilló ha rotado mucho —ha utilizado una veintena larga de futbolistas en las primeras jornadas— lo que ha impedido la consolidación de un once y de automatismos, algo que también ha ocurrido en el Granada.
El Huesca presenta un arranque de curso con claroscuros. En el lado positivo, ha demostrado solvencia en su estadio, donde ha sabido sacar adelante partidos importantes en El Alcoraz incluso con goles en los últimos minutos, y también ha sido capaz de puntuar lejos de casa, lo que refuerza la sensación de competitividad del grupo. La plantilla, además, combina la experiencia de hombres contrastados como Portillo o Sergi Enrich con la frescura y el hambre de jóvenes como Ntamack o Enol, un equilibrio que sobre el papel ofrece recursos suficientes para afrontar con garantías la exigente Segunda División.
Sin embargo, el conjunto de Sergi Guilló arrastra deficiencias que condicionan su rendimiento. La más evidente es la falta de pegada: el equipo figura entre los que menos rematan a portería en este inicio de campeonato, un déficit que delata problemas en la circulación ofensiva y en la ocupación de zonas de peligro. A ello se suma la elevada rotación en las alineaciones, que impide que los delanteros acumulen continuidad y confianza, factores imprescindibles para transformar ocasiones en goles y convertir la solidez defensiva en victorias.
Con todo ello, el Granada tendrá que salir a ganar y sobre todo, a convencerse a sí mismo de que son un equipo apto y que pueden conseguir ganar, una victoria que se resiste y que los tiene como el único equipo de la categoría que no ha sumado de tres todavía.
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