Beaumont y los estrujapatos
Tal vez soñar | Crítica
El paseo publica, con prólogo de Ray Bradbury y epílogo de William Shatner, 'Tal vez soñar', una antología de relatos fantásticos de Charles Beaumont, algunos de los cuales se adaptaron para la serie televisiva La dimensión desconocida
La ficha
Tal vez soñar. Charles Beaumont. Trad. Oscar Mariscal. El paseo. Sevilla, 2023. 382págs. 23,95 €
Bradbury, en emocionado prólogo, define a su amigo Beaumont como “un escritor de ideas, de fantasías, de caprichos”, cuya obra sería heredera de Poe, Melville y Howthorne, pero no del gusto de los “estrujapatos” de la literatura. Vale decir, de aquellos escritores profundos y tediosos (Beaumont muere en el 67, en pleno triunfo del existencialismo), que, según Bradbury, deploran el divertimento como extraño al gran arte. Esta preferencia por el tono árido y acerbo de la segunda mitad del XX, de naturaleza romántica, es la que acaso alejara a Beaumont de un mayor triunfo. Aún así, la prematura muerte del autor, ocasionada por una extraña enfermedad, propia de una de sus historias de terror, también debió contribuir a dicho olvido. Un olvido, hoy parcialmente rectificado, gracias a esta antología de sus historias, que tienen su origen en los guiones de la serie The Twilight Zone, aquí traducida como La dimensión desconocida.
A pesar de lo dicho, las fantasías de Beaumont, que actualizan y amplían la prolija herencia del XIX, desde el terror gótico a la science fiction, guardan una estrecha relación con la angustiada literatura que deploró Bradbury. En efecto, en Beaumont hay un acusado sentido del humor, y cierta voluntad de parodiar los géneros; pero siempre -o casi siempre- sobre un fondo trágico donde se igualan o se cruzan la amargura existencial y la profecía apocalíptica. En “La selva”, encontrará el lector un terrorífico canto rousonniano a la naturaleza, visto desde una avanzada civilización que convalece; en “A su imagen y semenjanza”, es la cuestión de la inteligencia cibernética, y su solapamiento con la memoria humana, lo que nos inquieta. En “Los últimos sacramentos”, estrechamente vinculado al anterior, es la propia nervadura humana la que se cuestiona melancólicamente, con una profunda emoción. En “Dr. Silk, mago”, quizá el más hermoso relato de la selección, es un buhonero del Far West, con su espectáculo de ilusionismo, el que carga sobre sí una grave responsabilidad, la responsabilidad de que la magia exista.
En cierto modo, es esa misma facultad, este oficio secreto, el que Beaumont expone aquí a la consideración lectora. En “El show gigante” y “Gente guapa” será difícil no ver un anticipo de nuestras cuitas actuales, fruto de la sociedad de masas; esto es, hijas del ávido estupor, de la banalidad y el tedio.
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