Álvaro Salvador, escritor

Álvaro Salvador: ''De la poesía nadie puede vivir en este sistema''

  • De la Raíz a la Corteza es el nuevo libro del autor en el que renueva las formas de conciencia heredadas y los modos convencionales de pensamiento

Álvaro Salvador

Álvaro Salvador

Álvaro Salvador Jofre presentó esta primavera su libro De la Raíz a la Corteza. El catedrático de Literatura Hispanoamericana y Española por la Universidad de Granada, también profesor en distintas universidades norteamericanas como el Dartmouth College de New Hampshire, la Universidad de California en Los Angeles o la Universidad de Washington en Seattle, ha impartido cursos, seminarios y conferencias en otras universidades de Europa y América. Este libro de ensayo, publicado en la colección Juancaballos, rinde homenaje al cuarenta aniversario de su publicación, renovando de esta manera las formas de conciencia heredadas y los modos convencionales de pensamiento. Las cortezas del fruto no solamente inició una etapa definitiva en la brillante trayectoria de un poeta prometedor; ni solamente inauguró todo un nuevo ciclo en la ilustre poesía andaluza contemporánea

Más profundo, más intenso    

-¿Cómo surge la idea de crear De la Raiz a la Corteza?

-Bueno, en realidad fue una sorpresa para mí, porque lo prepararon entre mi pareja, Pepa Merlo, y una serie de amigos para felicitarme en mi 70 cumpleaños. Lo que ocurre es que como el cumpleaños era en abril del 2020 y la pandemia apareció en marzo, todo se quedó detenido y pospuesto. Y los editores prefirieron sacarlo ya cuando no hubiese problema grave con la pandemia para que se pudiese distribuir y publicitar.

-Se trata de una reedición de su libro Las Cortezas del fruto de 1980.

-Efectivamente, este libro, prologado con un trabajo del profesor Juan Carlos Rodríguez y que se ha convertido con los años en un referente, marca simbólicamente el comienzo de la Otra Sentimentalidad, el grupo y la poética que protagonicé en esos años ochenta con Javier Egea, Luis Gª Montero, Teresa Gómez y Antonio Jiménez Millán, entre otros. La novedad que tiene es que el texto del libro se acompaña de textos críticos, reseñas, poemas dedicados. Es una especie de homenaje.

-¿Qué es lo que le inspira?

-Si hablamos de la poesía, en general, me inspira todo: lo que vivo, lo que veo, lo que siento. Si hablamos de este libro, lo que me inspiró fueron precisamente las teorías sobre la literatura –y sobre la vida– del profesor Juan Carlos Rodríguez e intenté trasladarlas a la poesía, materializarlas de alguna manera en poemas.

-¿Cuáles son sus referentes?

-Mis referentes poéticos son muy variados: desde los grandes clásicos como Quevedo o Lope de Vega, hasta los clásicos contemporáneos: Luis Cernuda, Lorca, Alberti, casi todos los poetas de la Generación del 50 con especial mención de Jaime Gil de Biedma y Ángel González. Y en Granada especialmente Rafael Guillén. Hay también poetas en otras lenguas: Dante, Eliot, Auden, Anne Sexton, Baudelaire, Leopardi. Y poetas hispanoamericanos: Darío, Neruda, Vallejo, Parra, etc.

''Existe el peligro de que cualquier cosa que suene bonito o aluda a sentimientos pueda ser identificada con la poesía''

-¿Tiene alguna obra a la que le tenga un cariño especial?

-A mi libro Ahora todavía que publiqué en 2001. Era un momento especial, un momento de crisis en mi trayectoria y en mi vida y creo que el libro escenifica muy bien esa crisis. Curiosamente, es de los pocos que no me han premiado.

-¿Qué considera más complicado de crear: ensayo, poesía, teatro...?

-Complicado es cualquier género literario. Lo que ocurre es que cada uno tiene un desarrollo diferente, un modo de hacerse muy distinto. El ensayo requiere estudio y trabajo con disciplina, al igual que la novela. El teatro para hacerlo bien, requiere que el autor conozca mínimamente los entresijos del hecho teatral, es decir, de la representación, que tenga una familiaridad con el destino final del texto teatral. La poesía es más cómoda, pero no por eso más fácil. Es más cómoda porque uno puede componer un poema en cualquier momento: en un viaje, en el metro, mientras pasea, etc. Luego hay que corregirla, pero el grueso se puede componer de ese modo, quizá necesite limar, cortar o añadir, pero lo más difícil puede componerse de un tirón y en ratos libres. Los demás géneros, no.

-Tiene usted una carrera llena de éxito, ¿de qué se siente más orgulloso?

-De mis alumnos, de haber contribuido un poco al talento de gente como Andrés Soria, Antonio Jiménez Millán, Ángeles Mora, Luis García Montero, Rafael Juárez, Gracia Morales, Andrés Neuman, Erika Martínez, Juan Carlos Abril y otros tantos que se me olvidan, pero de los que estoy igualmente orgulloso.

-¿Qué disfruta más: la docencia o la escritura?

-Es curioso porque yo pensé siempre que la docencia era para mí una vocación secundaria, que lo que me interesaba era escribir, y para poder escribir tranquilo y sin servidumbres el mejor trabajo era el de la enseñanza. Pero ahora que me he jubilado y que sólo doy unas clases testimoniales como emérito, me he dado cuenta de lo que me importaba y me importa la enseñanza, de lo que disfruto y lo que me satisface hacerlo.

-¿Cómo ve el futuro de la poesía andaluza?

-La veo muy bien, aunque algo confusa. Porque hay jóvenes poetas muy buenos, sobre todo mujeres, ligadas a Granada, pero que no son de aquí como Rosa Berbel, que es sevillana, o María Elena Higueruelo, que es de Jaén o Carlos Catena, o Javier Calderón. Pero existe un peligro grande de banalización propiciado por las redes y por la facilidad de publicación. Existe el peligro de que cualquier cosa que suene bonito o aluda a sentimientos pueda ser identificada con la poesía, y la poesía es algo mucho más profundo, más intenso. Por otra parte, las redes sirven para que los jóvenes poetas establezcan contacto con otros ámbitos lejanos, con otras poéticas, y esto siempre es interesante y enriquecedor.

''Parece que lo espiritual no necesita comer o vestirse o un techo en donde refugiarse''

-Desde su opinión, ¿recibe la poesía el apoyo y reconocimiento que merece en España?

-El apoyo no, desde luego, pero ninguna otra manifestación cultural tampoco lo recibe. Reconocimiento yo diría que sí, parece que el tener algún poeta notable viste mucho, porque la poesía se sigue relacionando con lo sublime, con lo difícil, con lo trascendente. Aunque luego, a la hora de la verdad, el poeta es condenado a dar vueltas a la máquina de trovar en un estado de casi indigencia, porque parece que lo espiritual no necesita comer o vestirse o un techo en donde refugiarse. De la poesía, de ser únicamente poeta nadie puede vivir en este sistema.

                                            

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