Artistas de Granada | Emilio Luis Fernández

Una poética de absoluta verdad

  • Emilio Luis Fernández es un joven granadino admirado y respetado en el universo artístico, que vive, casi todo el tiempo, en una silla de ruedas debido a una dolorosa enfermedad desde niño

Una de las obras de E. Luis Fernández

Una de las obras de E. Luis Fernández / G. H.

No puedo por menos, cuando he de referirme a Emilio Luis Fernández, recordar al gran Carmelo Trenado; él fue quien, hace unos años, me habló de un alumno suyo de gran personalidad artística que escondía unas particulares maneras creativas. El sabio profesor casi nunca se equivocaba a la hora emitir un juicio sobre un artista en ciernes y si él decía que era alguien a seguir, había que estar al acecho y continuar la senda recomendada por el que tanto sabía dónde se encontraba un artista. Cuando conocí la obra del joven supe que en él, realmente había un artista importante; un artista que no sólo tenía las formas plásticas y formales total y perfectamente bien asimiladas, sino que tales formas desentrañaban una realidad artística firme, sin concesiones a la galería y establecidas desde un lenguaje de mínimos pero con conciencia de máximos. Era, además, un artista sensible, al tanto de la realidad cultural y poseedor de un pozo de sabiduría que lo hacía diferente; también un poeta en ejercicio que daba vida estética y sensibilidad absoluta a unas realizaciones que estaban marcadas por un sugestivo aliento de inquietante sutileza creativa.

Después he sido testigo de varias comparecencias suyas donde la poderosa realidad artística de Emilio Luis no ofrecía dudas. Su obra era patrimonio de la exquisitez, de lo realizado con clara conciencia sujeta a los más firmes valores de una plástica y de una estética donde subsistía la esencia de la verdad artística. Emilio Luis es un joven granadino, conocido, admirado y respetado en el universo artístico, el de Granada y el de fuera. Un artista que, para los que no lo sepan, vive, casi todo el tiempo, en una silla de ruedas debido a una dolorosa enfermedad que le viene de niño. Tal circunstancia, lejos de condicionar su trabajo, le ha permitido patrocinar un lenguaje y un concepto artístico tremendamente propio que le lleva a conseguir los máximos argumentos creativos. Es artista de exigencias, de fina creatividad, de minuciosidad en las formas estructurales, de una cabeza lúcida para posicionar los registros de una pintura y de un grabado –hasta de una escultura- que él domina en toda su dimensión, que el manifiesta con poder plástico absoluto y que sabe cómo hacerlo llegar con una contundencia, esencialidad y energía total.

Fue alumno de la Facultad y desde aquellos momentos, ya, dejó constancia de su fuerte personalidad artística. Allí compartió aulas con ese grupo de artistas –otro grupo más– que dieron lustre –más aún– al arte que se hacía en la ciudad. Tras la Licenciatura se enfrasca en los entresijos de un doctorado que le sirvió para investigar sobre los procesos artísticos y la realidad compleja de las situaciones y circunstancias difíciles derivadas de la enfermedad. Su tesis doctoral fue clara en ese aspecto: Influencia de las lesiones físicas producidas por la artritis reumatoide en la construcción de la obra de Arte.

Aquello que patrocina la realidad física es el punto de inflexión para patrocinar una obra en la que él mismo abarca para desarrollar una gran parte su trabajo. Sus escasas facultades físicas se suplen con un potencial conceptual y plástico que abre perspectivas distintas y deja entrever que la realidad artística tiene muchas posiciones para que lo artístico sea mucho más que la plasmación exacta de una ilustración perfecta, cuando no efectista. Desde un primer momento, Emilio Luis se nos descubre como un artista consciente, que nos hace acudir a la esencia de una plástica que él manifiesta con los elementos justos para que la idea se manifieste rotunda, sin reveses, contundente y sabiamente dispuesta para que exprese, sin dar lugar a la duda, un concepto muy acertadamente definido y dispuesto para que desarrolle todo su potencial; potencial artístico que se nos abre mínimo pero lleno de sabias argumentaciones, de preclaras disposiciones estéticas y de lúcidos desenlaces hacia un arte que él hace grande y sin desvirtuaciones.

La capacidad creativa de Emilio Luis es absolutamente espectacular. Crea el Taller La Granja; un espacio donde la creación se asoma en toda su dimensión y donde su dinamismo se hace presente en torno a la enseñanza; sobre todo de la obra gráfica. Allí pinta, dibuja, escribe y enseña. Abre unas ventanas increíbles a los que quieren apostar por un arte en expansión, sin espíritus coercitivos y con las perspectivas tan claras como las tiene el joven maestro. Pero, no sólo es el factor ejecutor de lo que tiene lugar en lo que fue la antigua granja familiar; últimamente es Profesor en el Departamento de Dibujo la Facultad de Bellas Artes mientras continúa su labor creativa y pone de manifiesto su otra gran pasión, la poesía.

La obra de Emilio Luis es abierta, no se reduce a un solo esquema creativo. Su trabajo se nos muestra con fuerte personalidad; parte de una metáfora muy bien definida desde elementos de escuetas fórmulas pictóricas pero contundentes argumentos conceptuales que ponen en entredicho aspectos de la propia existencia y de esa realidad aplastante que dimana de su particular posición; por eso muchas veces encontramos elementos del cuerpo humano como especial iconografía donde subyace un apasionante mundo interior. De este modo, en su pintura es fácil encontrar un minúsculo pie como icono sustancial de la vida; un pie que es raíz de la tierra, impulso que empuja en la vida y motor que hace actuar en una existencia comprometida y llena de energía.

Emilio Luis Fernández es un artista importante en el contexto general del arte que se hace en Granada. Un artista respetado, serio y con los horizontes artísticos diáfanos; un creador nato que sabe lo que hace; que tiene un lenguaje particular, lleno de esencias y de esencia, de sabia energía; poblado de una poética donde se cuenta una feliz historia que atrapa el alma y abre horizontes. Un artista, en definitiva, en quien confiar por su trabajo valeroso, sin complejos, convincente y clarificador.

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